Amnesia (#1 Oels)

13. Nerea

CASIE

Después de haber leído la nota, los cambios se identificaron cada vez más hasta el punto en que tuvieron que llamar a Helena para que me ayudara a calmarme pero hiciera lo que hiciera nada funcionó.

Estaba aterrada.

Debía controlarme.

Sabía que el que podía ayudarme era Ajax, pero él ni siquiera estaba en la mansión.

¿Dónde estaba? Quería verlo, necesitaba hablar con él.

Pero no apareció.

Ni este día, ni el día siguiente ni el siguiente a ese.

Y yo estaba desesperada por verlo de nuevo, por ver sus ojos dorados y tan hermosos viéndome fijamente.

Fue allí cuando comprendí que él comenzaba a despertar cosas en mí... y eso me aterraba muchísimo más que la nota, que las advertencias de Adara, que el bosque sobrehumano o si nunca llegaba a recuperar del todo mi memoria.

Si Ajax me estaba comenzando a gustar, no sabría cómo detener ese sentimiento.

Yo no era tan fuerte...

Y él no sentía nada por mí.

Estaba en un gran aprieto.

Luego llegó un pequeñísimo fragmento de algún recuerdo.

- Yo te amo, Danessa.

- También te amo, Héctor.

Lo que no comprendía, era porque podía verlos a ellos si no tenían nada que ver conmigo, parecían de una época distinta pero por alguna razón que espero solo sea algo de mi imaginación, fue como si yo me pusiera en el lugar de ella... Se sintió como si yo también hubiese amado a Héctor.

Como si hubiese sentido estar tan cerca de mí y a la vez tan lejos, así que no sabía muy bien qué significaba eso.

Segundos después tocaron mi puerta y Deacon se asomó por ésta.

- Astrea ya consiguió a Nerea.

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AJAX

17 de Diciembre, 2019

Estaba oculto en un callejón esperando que Amanda, la hija de Henry Banner volviera del trabajo. Llevaba más de dos horas allí, así que de un momento a otro comencé a caminar por la zona por si veía algo fuera de lo normal. 

Por fortuna no encontré nada del otro mundo.

Por un instante se me pasó Casandra por la cabeza, su cabello, sus brillantes ojos y su hermosa sonrisa.

Casandra Onisse era carismática, gruñona, arrogante y misteriosa. Con solo una mirada podía dejarme embelesado, con una sonrisa plasmada en los labios podía llevarme al espacio y con su carácter arisco podía dejarme sin habla.

¿Qué me estás haciendo, Casandra? 

Ya no puedo pensar con claridad y lo peor de todo es que nunca podré decirle lo que he comenzado a sentir.

Alesandro decía que cuando se trata de amor, no importa si llevas dos años o dos meses conociendo a esa persona que te hace feliz, todo se trata de la conexión que puedes llegar a sentir.

Aunque le creía, sabía que tan duro podría golpearte el amor en la cara porque pareciera que todos tienen un mal concepto sobre estar enamorado, no es que esté en contra pero me parecía muy injusto para ella el confesarle mis sentimientos cuando ni siquiera le he dicho lo que soy.

Decir que vives oculto en las sombras no es fácil.

Ni siquiera sabía si lo que yo sentía sería correspondido.

Prefería ser un cobarde y no arriesgarme.

Al dar la quinta vuelta por la misma manzana, Amanda ya había llegado, supuse que había estado en el súper mercado por las bolsas que llevaba en las manos, esperé a que la mujer entrara a su casa. Me acomodé el uniforme de policía y la placa por enésima vez, esperé más de unos diez minutos para poner mi plan en acción.

Por fuera la casa era muy sencilla y bonita, tenía un pequeño jardín que estaba repleto de flores. A mi nunca gustaron pero no pude evitar pensar en Casandra y en lo mucho que estaba apenada con Pamela por haber dañado su jardín, así que decidió ayudarla a plantar docenas de flores y esa noche a pesar de que estaba cansada se veía tan feliz. 

En mi mundo las flores se marchitaban.

Y realmente eso nunca me importó pero nunca había estado tan agradecido de que Pamela tuviera poderes sobre las plantas porque ver lo emocionada que estaba Casie al ver las flores abrirse era todo lo que estaba bien en su mundo... y también en el mío.

Toqué la puerta con suavidad, esperé unos segundos hasta que abrió un hombre de cabello rubio, alto, de facciones duras.

Era el esposo de Amanda, me miró con desconfianza y me preguntó:

-¿Qué necesita? - pero más que una pregunta pareció ser un rugido.

Es era mi señal para meterme en el papel:

- Buenas tardes. - le ofrecí mi mano, el hombre receloso la estrechó - Soy Arturo Metzibale, oficial de la comisaría de San Francisco, California, he venido aquí para hacer algunas preguntas sobre un caso que sucedió hace dos años.

- ¿Por qué tan lejos de casa, oficial? - preguntó el hombre parado en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho.

- ¿Me permite pasar? - me miró de arriba hacia abajo con detenimiento. Al final se apartó un poco de la puerta para dejarme pasar.

- ¿Quiere tomar asiento? - me habló Amanda con cortesía, con una sonrisa de agradecimiento asentí y con pasos firmes me senté en un sofá pequeño mientras la pareja se sentaba en frente de mí - ¿En qué podemos ayudarle?

- Vengo a hablar sobre su padre...

- ¿Lo encontraron? - preguntó ella con una chispa de esperanza reflejándose en sus ojos, pero que desapareció cuando negué con la cabeza.

- Por desgracia no lo hemos encontrado. Por eso vine a buscar respuestas para poder hacer una investigación que trata sobre una joven que ha desaparecido hace unos días -de reojo vi a un niño que se asomaba en la puerta, tendría como dos o tres añitos, pero al ver que había sido descubierto, el niñito entre risitas se fue.

- ¿Mi padre qué tiene que ver con eso? ¿Cree que le hizo algo malo? ¿Cree qué...- la mujer no terminó la pregunta, ya que soltó un pequeño sollozo y se cubrió los ojos con las manos. El hombre la arrastró a sus brazos, diciéndole entre susurros que todo estaría bien, que muy pronto encontrarán a Henry sano y salvo.




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