Enviando mensaje: Desconocido.
¿Cuánto necesitas? Tengo dinero. Solo es que me digas cuanto necesitas para terminar con esta estupidez de una vez y por todas. Ya me está hartando esta broma tan estúpida. — 7:02 a. m.
«Esta técnica siempre me ha funcionado, espero esta vez sea igual».
Las tres primeras clases no fueron nada del otro mundo. Mucho de lo mismo, lo único que fue diferente es que no paraba de pensar quien podría estar detrás de todo esto. «¿Quién podría ser el desocupado que se pondría en ese plan?». Cada momento que pasaba me llenaba más de ira por todo lo que estaba pasando. Todos seguían mirándome y murmurando cosas sobre lo que ahora se había convertido en el chisme del mes, pero no les daba demasiada importancia, tenía cosas mucho más importantes en que poner mi atención.
Cuando por fin llegó el receso no vi la hora para salir y comer algo. Estaba hambrienta. Como siempre. Eso es tan común en mí que el día que no tenga hambre deberían preocuparse todos, el apocalipsis se avecina.
Como iba pensando, todavía, en quién pudo haber sido, no me percaté que ya todos estaban ocupando los lugares que siempre usábamos en el receso.
Acercándome mientras todos me observaban pregunté: —¿Qué tal chicos?
—¿Por qué no nos habías contado nada de lo tuyo con Hal? —preguntó Milena una de mis amigas. Más que todo mi amiga porque era amiga de Em. La verdad es que a mí nunca me había caído bien—. Bien guardado que te lo tenías, muchacha.
—Sí, Karl. Siempre creímos que te gustaba Emily —dijo Andrew, otro de los amigos de mi amiga que igual que Milena tampoco me caía bien.
—Cállate, Andrew, no seas tonto —dijo Emily sonrojándose solo un poco intentando mantener la compostura.
Simplemente ante aquellos comentarios respondí con una mirada y cambiaron de tema enseguida. Siempre me habían dicho que tenía una mirada muy fuerte y a veces —como ésta— agradecía tenerla.
—¿Se enteraron de que el hijo del director va a venir a estudiar aquí este semestre porque lo echaron de su anterior escuela? —dijo Milena después de un tiempo de haber hablado de las clases y lo amargados que eran los profesores.
—¿No? ¿En serio? Tanto que alardea el director de su hijo —dijo Andrew con burla.
—Pues eso es lo que me dijeron a mí —Milena hizo un ademan para quitarle importancia al asunto—. La verdad es que no me importa. Ha de ser un estúpido como su padre.
—No podría estar más de acuerdo —dije también con desagrado, mientras sonaba la campana para irnos a nuestros respectivos salones de clases.
La clase que me tocaba después de ese delicioso receso, más que todo por la comida que por la compañía, era una de las que más odiaba: química. No sé por qué nunca pude ser tan bueno para esa asignatura. A pesar de ser química una de las clases que más odiaba me gustaba mucho todo lo relacionado con ella. Hasta veía muchos documentales y programas sobre química que me llamaban mucho la atención.
—Bueno, chicos hoy vamos a hacer un pequeño examen sobre la tabla periódica para medir que tanto han aprendido durante el semestre pasado —dijo el profesor Bolaño con la expresión de aburrido que siempre lo ha caracterizado; su baja estatura, su cabello desgreñado y su barriga de casado. Todos contestamos con un suspiro de resignación. Eran tan constantes los exámenes “sorpresa” con este profesor que ya todos vamos preparados para reprobarlos—. Pero esta vez va a ser diferente, hoy necesito que se coloquen en grupos de tres para que se apoyen en el trabajo.
Miré a mi alrededor buscando con quien colocarme. No vi absolutamente a nadie con quien colocarme a parte de Emily, ya que no tenía muchos amigos, todos creían que era muy rara, aunque todavía lo siguen diciendo.
Emily llamó a un chico que estaba delante de nosotros que no habíamos visto antes. Tenía el cabello negro y los ojos de un color muy extraño: entre verde y gris. Él contestó que le parecía bien colocarse con nosotros a hacer el aburrido trabajo del profesor.
—Mucho gusto —dijo extendiendo la mano a Emily y luego a mí—. Me llamo Esteban.
—Mucho gusto, Esteban —dijo Emily sin quitarle el ojo de encima un segundo.
—Disimula un poco, amiga —susurré a Emily para que el chico nuevo no escuchara.
Ella iba a contestar si no hubiese sido interrumpida por la voz del profesor: —Bueno, el ejercicio consiste en colocar los elementos que contengan…
Editado: 24.11.2019