Among Us

15

Alejé mis pensamientos de aquel panfleto, mientras la secretaria me explicaba que la Directora estaba ocupada y me sugirió que le dejara a ella mi hoja de vida. (¿Ocupada? Yo conocía bien aquel pueblo. Sabía que en ese momento estaría hablando por teléfono, en una llamada personal a su casa o a algún otro lugar… ¿la peluquería, tal vez…?

Avancé  hasta la puerta del despacho y llamé con un golpe suave de nudillos. Y no esperé respuesta.

- ¿Recién para mañana? Es que necesito que me planchen el cabello. Estos días de humedad me lo han dejado…

Me miró con sorpresa…Luego pareció recuperarse y finalizó la llamada con un par de balbuceos.

Después de presentarme, y pedirle disculpas por haber entrado así, le hablé de mí, de mis habilidades, mientras ella, le daba una ojeada a mi currículo. Para mis adentros, yo ya disfrutaba de mis clases, mis alumnos…y hasta de mi discurso de agradecimiento por nombrarme profesor del año…

Pero me quedé atónito, cuando la oí hablar:

- ¿Vive en el 1831 de la calle Fitz-Roy? ¿Tiene usted alguna relación de parentesco con Elaine Lam y Morgan Smith?

- Son…mis tías…- ahora el que balbuceaba era yo…

- Lo lamento, señor Taylor, no hay vacantes disponibles por el momento…- sentenció poniéndose de pie y devolviéndome la hoja- Buenos días…- me despidió.

Dolorosamente supe el porqué de su reacción pero aún así no pude contenerme y le pregunté:

- ¿Qué relación tiene el hecho de que la señora Lam y la señora Smith sean mis tías con trabajar aquí…?

- ¿Realmente quiere que se lo diga…? Le doy un consejo, señor Taylor, no pierda su tiempo buscando empleo en este pueblo. Su imagen es perfecta y  aunque no tiene una carrera completa, sus conocimientos  son muchos y viene de una universidad importante, aún con baja puntuación, sus exámenes están aprobados… Y probablemente tenga más conocimientos que nuestro profesor de biología… pero nada de eso le servirá. Lo que arruina su hoja de vida es la casilla que marca su dirección. Nadie en este pueblo le dará trabajo al sobrino de dos lesbianas que viven juntas…

Sentí un sabor amargo en la boca. Quise hablar pero las palabras no me salían. No supe cómo defenderme.

Caminé hacia la puerta y en un segundo de inapropiada rebeldía, la miré y dije:

– Olvidé anotar algo en mi hoja de vida: soy gay...

 No sé cómo logré llegar hasta la salida. 

Las palabras de aquella mujer retumbaban en mi cerebro de una manera ruda y dolorosa. Tragué saliva, levanté la cabeza y me tragué la humillación…




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