El día decisivo para divertirse había llegado, era un sábado por la tarde. Su amiga y ella decidieron ir a una discoteca cercana a sus hogares, no muy lejos, un lugar adecuado al cual aún no habían entrado antes. Lograron ingresar sin muchas complicaciones tal como habían planificado; aunque de manera ilegal puesto que ambas aún eran muy jóvenes para verse involucradas en ese tipo de lugares.
Dayana se arregló lo mejor que pudo, a pesar de sentirse desanimada no dejaba de vestir bien, lucía hermosa; unos Jean's muy ajustados color negro y una blusa muy llamativa, colorida y adornada con lentejuelas que combinaban a la perfección con su cabello castaño; un poco de maquillaje que hiciera resaltar sus ojos claros. Su cabello suelto, ondulado, luciendo su natural color; una envidia para todas. Su amiga Camila tampoco se quedaría atrás puesto que llevaba un vestido color vino tinto, haciendo que quedara muy desconocida a su tradicional vestimenta y resaltara tanto como su inseparable compañera.
Apenas entraron al lugar mencionado ambas chicas se quedaron sorprendidas de lo llamativo que este era, el sonido de la música apenas era soportable quizás algo incómodo, pero agradable; la luces brillantes e hipnóticas hacían del ambiente sin duda un lugar muy diferente a todo lo que estaban acostumbras.
Aquella noche podría haber sido placentera de no ser por un detalle que terminó por arruinar todo; tal fue la coincidencia o tal vez el destino que logró hacer que Dayana tuviera la desdicha de ver a su ex pareja bailando con una chica que tanto despreciaba, a veces sin tener razones del porqué, solo sentía ese desdén y rivalidad con cierta dama a quien ni siquiera se atrevía a mencionar.
El enojo de Dayana había sido tanto que no lo dejaría pasar, en su cabeza había surgido la idea de salir corriendo para llorar desconsolada por aquel suceso del que fue testigo, pero esta vez no sería así; el sentimiento rencoroso y la rivalidad se apoderaban de ella, no se dejaría opacar por aquella chica, salió decidida a la pista de baile, encontrándose con Richard (el hermano de Cristopher) quien a la vez era su compañero de clase, siempre se mostró atraído por ella, sin embargo, solo obtenía su indiferencia, pero esta vez ella tomó la iniciativa agarrándole las manos y bailando sensualmente. Pasados unos minutos el rostro de Dayana empezó a cambiar, de forma repentina. La música retumbaba aquel lugar, un ambiente lisérgico le abominaba, tal vez por las copas de licor que desde ese momento decisivo empezó a ingerir como si no tuviera límites, volteaba a mirar a Cristopher a cada momento con la esperanza de acaparar su atención, pero jamás sus miradas llegaron a cruzarse.
Después de haber tomado varios "shots" se sintió mareada y en consecuencia a ello un momento de locura se apoderó de ella, se sentía afligida, triste, usada. Salió corriendo del bar hacia la avenida más próxima, seguida de su inseparable amiga Camila que corría tras ella tratando de consolarla y la sorpresa de Richard quien solo se quedó callado y parado en medio de la pista sin entender lo que estaba ocurriendo.
— ¡Detente Dayana! No es para tanto, amiga— gritaba mientras intentaba tomarla del brazo.
Sus peticiones e intentos de detenerla fueron en vano pues Dayana no entendió razones, su estulticia la volvió sorda y siguió corriendo con la mirada hacia atrás, esperando que Cristopher fuera tras ella para consolarla, pensando que el drama serviría para llamar su atención para que él notara su error y volviera a ella, ya había funcionado antes, sin embargo, ahora sería diferente. Christopher ni siquiera había notado la presencia de Dayana, a pesar de estar en el mismo lugar momentos antes.
Ella maldecía una y otra vez a Cristopher y su indiferencia; deseaba tanto haber nacido en otra época, en el pasado donde su amor sería correspondido; sin embargo, el infortunio de Dayana no fue suficiente porque a escasos metros de ella se acercaba un automóvil a una velocidad moderada...
Camila se quedó inmóvil, La brisa golpea duramente su cuerpo mientras observaba la impactante escena frente a ella, Dayana había sido arrollada por aquel automóvil. La angustia y preocupación por el estado de su amiga le pedían, le rogaban que corriera a su auxilio, no obstante, la parálisis del miedo y los fuertes latidos de su corazón le impedían moverse, encontró valor dentro de ella para caminar hacia Dayana, no era un paso veloz, pero tampoco tan lento, los gritos de algunas señoras que se encontraban cerca del lugar la hicieron reaccionar poco a poco hasta llegar a aquella escena que de seguro le dejaría un trauma de por vida y su resiliencia estaría puesta a prueba desde aquel momento.
Todo había pasado tan rápido, y al encontrarse frente al lugar de lo ocurrido, vio el cuerpo inmóvil de su mejor amiga en un mal estado, Dayana yacía en la acera, con heridas sangrantes que la cubrían por completo su cuerpo y parte de su rostro, además de que su brazo (izquierdo) se encontraba totalmente destrozado por el impacto del vehículo; sin duda una escena muy fuerte para aquellos que tuvieron que presenciarla.
El conductor del vehículo se encontraba nervioso, detuvo el auto y bajó rápidamente para ver el cuerpo de la chica. Juraba que la chica a quien acababa de atropellar se había atravesado con la intención de ser arrollada.
— L...les juro que no la vi ¿yo qué... qué culpa tengo de que ella se cruce ¡eh!? Ustedes la vieron, e..lla, ella se-se me cruzó, ella tu-tuvo la culpa— manifestó aquel hombre tartamudeando por los nervios y lo que podría ser para él un pase directo a prisión — ¡Carajo!— dijo finalmente.
Las personas que habían visto la escena y quienes solamente escucharon empezaron a acercarse y formar un círculo alrededor del cuerpo de aquella joven de apenas 15 años. La ambulancia llegó en cuestión de minutos, para entonces ya había mucha gente aglomerada rodeando a la víctima de aquel fatal accidente. Cristopher también llegó sorprendido y muy apresurado al lugar ya que no faltó quien le contara lo sucedido, encontró a Camila llena de lágrimas y desorientada.
Editado: 19.10.2020