NECESIDAD
Sentirse atrapada en una caja. Tocar lo que parecen ser paredes de acero. El aire se vuelve pasado... muy pesado, necesito verle... con urgencia, porque sin él: mi mundo se acaba... Sentir un golpe en el pecho, cada vez que sus labios tocan los tuyos... ¿Un golpe? Si, un golpe, de esos que te estrujan con ligero dolor, que resuenan como tambor... siempre había relacionado ese golpe con lo malo, siempre que ocurría una tragedia, venía el golpe... ¿Pero porqué con sus besos? Por nerviosismo, sí... le adoraba, lo quería mucho, muchísimo, pero... ¿Como expresarlo? Ser cursi no estaba en mi... ser romántica tampoco, un beso... un beso... ¡¡Que aterrador se oía!! Era tan pequeña... una cría... eso decía... una muñeca de vidrio, una muñeca que se fragmentaba día tras día... no estaba lista... esa muñeca se fragmentaría aún más con una relación. Le necesitaba con locura, pero solo su presencia, solo un abrazo, un apretón de manos... Necesitaba a mi amigo. sin embargo acepté ser algo más, a pesar de saber que o me rompería o rompería alguien más... acepté... no pude decir no... así como dos mese después no pude negarme al primer golpe... al primer beso... solo un segundo fue, un segundo... un instante que se planeó por horas... días...
Recuerdo el dilema de ese día, estábamos en el parque, leyendo nuestras cartas. O sí... porque cada semana desde que dije el si, él me prometió una carta cada semana, cada martes, pues fue un martes 10 de noviembre cuando todo empezó. El tema de las cartas era aquello que me aterraba: el dichoso beso.
Él sabía que conmigo para todo necesitaba un si. Desde la sexta semana me lo había preguntado en una carta, y hasta la séptima le había respondido afirmativamente, no recuerdo que tonteria escribí, solo recuerdo que no tenía mucho sentido, pero al fin y al cabo era un si. La carta se la había entregado en una fiesta de navidad que habíamos organizado con nuestros amigos, amigos que yo le había presentado, porque como dije , le necesitaba, quería que formara parte de mi vida, así que sí, le presenté a mis amigos, para que viera que no necesitaba ocultar nada, para que comprendiera mi relación con ellos. Y ahí estuvimos, cantando en el karaoke, riendo, rompiendo piñata, y coqueteando, coqueteando sin parar, era obvio que todos se daban cuenta de lo que pasaba entre nosotros, pero yo estaba muy aterrada como para confesarlo, así que me negaba ante cualquier mención, y les insultaba cuando insinuaban algo. Él también hacia lo mismo, sencillamente no queríamos ser molestados.
En ese ambiente le di la dichosa carta, y justo cuando veía como alguien casi era golpeado por el palo de escoba. un murmullo en mi oído me hizo temblar...
--Dijiste que si...
Eso fue todo. La había leído, y con ello sentencié mi condena. Claro que no ocurrió esa noche, como dije, fue un día después, luego de un gran dilema, en donde repasamos todas nuestras cartas, y luego de grititos extraños, sonrojos y discusiones tontas con un cuchillo, pasamos a seleccionar el lugar ¡Ninguno era el indicado! ¿Para mi? Para él. Llegó un punto en el que estaba tan fastidiada que pensé en dárselo rápido y ya. Pero no tuve el valor, estaba tan asustada... tan atrapada... ¿Era correcto lo que iba a hacer? Cualquiera me diría que era un simple beso, pero para mi... para mi era mi perdición. Le necesitaba mucho, y después de eso... la muñeca se despedazaría... poco a poco... yo acabaría conmigo, terminaría con la luz blanca, luz que apenas comenzaba a titilar.
Cuando él se decidió por fin, fue un lugar oculto a la vista de todos... Y así como si hiciésemos algo ilícito ocurrió por fin, un instante. Recuerdo haber contado previamente, y alejarme rápidamente luego de haber sentido el contacto...
Estaba hecho, el vidrio se había vuelto más frágil. Cualquier cosa podía agrietarme más que nunca, la caja se había hecho poco mas estrecha. ¿Que tanto tendría que estrecharse para llegar al punto de no dejarme respirar...?
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Editado: 13.08.2018