Lunes 31 de octubre 2016
Adam Henderson
Estoy sentado, esperando a la comprensión de mi interlocutora, es decir, no digo palabras, solo la miro fijamente, esperando que de esa manera ella me de la aceptación para hablarle de las cosas que necesitamos hablar. Comienzo a mirarla fijamente, para que sepa de la atención que le estoy poniendo. Dejo el lapicero al lado de la lista de vuelos la cual estoy revisando —porque a como nos vamos en la tarde, tenemos que revisar que cada uno de los fetos tenga su lugar—.
Es un poco estresante, porque tenemos que centrarnos en cada detalle. Mientras los adolescentes están en lo que sea que le de la gana, Julia y yo tenemos que encargarnos hasta de la dieta de ellos.
—¿Julia….? —me ignora.
Ella parece correr cuando chocamos la mirada, y eso me está desesperando. Juega con su cabello y parece ser casi una manera de salir del problema.
Niego.
Solo hay un ser que me hace sacar paciencia para las cosas, y ella no es ese.
—Julia —la llamo un poco fuerte y juro que da un pequeño salto en su silla.
—¿Sí? —me responde con voz temblorosa y hunde su cara en el listado que está revisando.
—Eres maravillosa —comienzo, porque jamás me ha tocado previamente hacer algo similar y odiaría que ella pensara que es su culpa. Mentira no es, Julia es una de las mujeres más maravillosas que me ha tocado conocer.
—¿Por qué? —me interrumpe sonrosada.
—Cuando estábamos en la secundaria quizás ni nos hablamos, por la cuestión que sucedió… pero nunca te odiamos.
—Sí, lo hicieron —me interrumpe con risas.
—Realmente sí —nos reímos como si no fuera sobre una de las tragedias más grandes que me ha tocado presenciar—. Pero es que para nosotros fue difícil de procesar esa situación… si te medio odiamos fue una reacción inmadura de la situación —no puedo evitar reírme levemente otra vez—, pero cuando comencé a trabajar aquí, que logré conocerte, supe que no eras igual a tu padre. Y por eso puedo decir que eres maravillosa.
—Mi padre… Ha hecho tantas cosas que no sé por cual de todas perdir perdón.
—Ni él ni nadie te pide que te disculpes por las cosas que hizo Manolo.
—Me gustaría pedirle perdón a tu amigo de igual forma… —me comenta ella con la mirada baja—, perdón en nombre de mi familia, por mi padre y… por no creer cuando escuché el rumor… Lamento el daño que se le causó y me gustaría que me escuchara…
—No creo que él quiera escucharte, Julia —confieso, y ella asiente apenada—, pero apreciará saber eso.
Ella estruja sus manos en su falda con nerviosismo.
—¿Cómo sigue…?
—Está mejor… sí… Ha mejorado mucho.
—Recuerdo el día que golpeaste a mi padre —me río—, fue chistoso. Él nunca supo que fuiste tú.
Nunca he sabido quedarme quiero si en algún momento se hiere a alguien que amo; y amo con locura a mis personas. Cuando me enteré de que Manolo había abusado de uno de mis amigos no dudé en que tenía que hacer algo… Y Anker, Bastian y Shawn estuvieron de acuerdo, de hecho, Shawn fue el que ideo la manera de entrar a la casa de él en la noche sin activar las alarmas.
—¿Cómo tú sí?
—Te olí… —me confiesa mordiendo su labio inferior.
—¿Me… qué?
Arrugo las cejas con la sorpresa que me entrega su respuesta.
—Esa noche sentí tu olor en la casa…
—Pero no llamaste a seguridad, ni a la policía.
—Sabía que si habías entrado no era para hacernos daño, al menos no a mí o mi hermana… Y papá sí lo merecía.
Decido no mencionar lo que sé, Julia tenía una pequeña obsesión conmigo en la secundaria, algo inofensivo y de adolescente. No la gran cosa y no quiero hacerla sentir incómoda o que piense que es algo humillante, así que no mencionaré eso, ni haré énfasis en que conocía mi perfume a la perfección.
—Sé que lo sabes —murmulla—, se qué sabes de lo que yo sentía…
Cierro mis labios ante la sorpresa.
—¿Cómo te enteraste?
—Lo noté —me responde—. Por eso ese beso fue… es que ese beso en el avión fue algo que la pequeña Julia había deseado un montón…
No digo nada.
—Fue platónico… De hecho —se ríe un poco y es hasta melodioso—, debería agradecerte por cumplirme un sueño… ¡Bese a Adam Henderson!
Julia es pálida, delgada y preciosa. Se ve mucho más preciosa con esas mejillas sonrojadas… Dan ganas de deslizar el dorso de mi mano por ella, acariciarla y darle seguridad. Algo en ella da ganas de cuidarla… Si no estuviera encaprichado con una caótica suertuda, quizás caería por ella.
—Uf… fue como ir a Disney World.
Sé que ella comienza a hablar un montón cuando está nerviosa, así que solo dejo que se desahogue.
—¿Terminaste, Julia? —pregunto divertido.
—Anoche fui a buscarte a tu habitación —me dice, en señal de que no, no ha terminado de hablar.
—No estaba ahí.
—Eso lo sé —murmulla con cinismo—, está obvio, no respondiste.
—¿Necesitabas algo?
—Es complicado… Quería hablar de… el viaje Disney World…
Joder.
—Julia…
—No, quiero hablar… Tipo, es complicado de decir. Pero a mí me…
—Te aprecio y lamento mucho no haber correspondido en la secundaria, pero…
—Me gusta alguien más, Adam.
¿Qué?
—Sé que nos dejamos llevar. Yo estaba asustada por volar, tú estabas estresado, sé que sí, y nos dejamos llevar. Y no te preocupes, lo noté en ese beso… No soy yo. La verdad, enserio eres guapo… que si lo eres, eres guapísimo, en la secundaria hubiese muerto por besarte, estás como quieres, podría durar todo el día hablando de lo bueno que estás… —comienza a decir entre risas nerviosas— ¿Y tus brazos? Uff… dan ganas de morderlos, tipo, te dan ganas de pensar en que pasarías todo el día mordiendolo. ¿Y tu espalda? mierda tu espalda, Adam… ¿Y tu pecho? Santo Cristo, tu pecho…
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Editado: 30.09.2023