Aun me queda tiempo para enamorarte, la cuota no se ha vencido la verdad es que no se si voy perdiendo o ganando, no me lo has dicho... no quiero suponer nada, aunque a juzgar por tus confesiones, puedo suponer que he logrado algo.
Mi mente se nubla de recuerdos bochornosos, recuerdos infantiles es inevitable el deseo de tener a alguien que te crea mariposas en la mente y confusiones en el estómago. Así de enamorado esto y creo que es peligroso.
Te vi la semana pasada en una neblina por la calle rosa, me preguntaba que hacías aquí. Era casi imposible de que alguien entrara a esta parte de mi mente una parte donde los sueños se cumplen, donde el deseo termina esfumándose y se convierte en inspiración silenciosa, como esa que ahora me permite escribirte.
Pero no quiero verte aquí, no quiero que te conviertas en neblina de inspiración instantánea, quiero que sea medicina para la arritmia que tengo desde que tenía quince, que te conviertas en ocasiones en veneno ponerte en mi boca, quiero anunciarte como una metáfora escondida en un plato vegetariano.
Quiero un invierno al lado de tus cordilleras, un verano entre tus piernas, primavera en tus labios... igual otoño. Un desayuno en la bañera, una cena en el sofá a medianoche, merienda perdido en tus ojos. Dormir entre las ganas que tengo de verte acostada en alguna parte de parís... estando yo en Colombia.