Carta inspirada por una marciana
Soñé con espadas, desperté entre brazos fríos y blandos que desprendían un cariño enorme con el cual me sentía a gusto pero, des afortunadamente ese cariño no era para mi, pero aun así podía vivir con ello.
El solo hecho de estar a su lado me hacía sentir bien y aunque cada noche deseaba que él estuviera a mi lado la verdad es que la realidad puede ser tan dura, dolorosa cuando se lo propone.
Pero, el es feliz y yo igual lo soy al verlo tan distante desde la osa mayor, le amo como al cual satélite jugando con mis sentimientos, querer sin querer y es que de querer nadie muere y por morir nadie ama, más bien se muere por amor y se vive de la erudición del verbo perder.
Anoche te busqué en mi mirada... anoche como cualquier otra te encontré en mis labios, agrietados e inertes labios sedientos de fe, sedientos de amor, amor de Dios, ángeles y una que otra divinidad.
No suelo hablar ni pensar mucho en Dios, no me gusta hacerle perder su tiempo, ademas el esta muy lejos o al menos eso cree el hombre.
Al final, con el tiempo aprendí: que el Hombre no sabe que es el amor y por ende no sabe quién es Dios en realidad y también que la fe es un hecatombe de emociones de algún lugar previsto.