Estaba ordenando mi cuarto, pronto llegaría mi primer estudiante, una joven llamada Lucía, que al parecer estaba estudiando para ser maestra y necesitaba ayuda con las materias de biología, salud y otras. Era raro que me sintiera emocionado con algunas cosas, pero la verdad es que quería que ella se llevara una buena primera impresión de mí. De eso dependería mi permanencia en este “trabajo” que estaba empezando.
Hace solo unos días Jim y yo habíamos publicado un pequeño anuncio en el que ofrecía asesoría a estudiantes. Después de todo, había estudiado medicina por varios años, y con muy buenas calificaciones, no era por presumir, pero me sentía lo suficientemente confiado para enseñar a otros.
Al principio no estaba muy seguro con la idea de enseñar a otros, ciertamente quería convertirme en alguien un poco más autosuficiente, pero la idea de enseñar a otra persona si ni siquiera podía leer me producía dudas. Pero Jim me acabó convenciendo, según él esa era una buena forma de conseguir dinero y ser más autosuficiente.
—Habías dicho que querías ser de más ayuda para todos, esta es una buena forma.
—Sí, pero pensándolo bien yo nunca he dado clases. Sin contar el pequeño detalle de que no puedo ver nada.
—Escucha, las personas de aquí no son como en la ciudad, verás que no tienes nada que temer.
—No tengo miedo —le aclaré rápidamente.
—Lo que tú digas, recuerda por qué lo haces… y si tienes problemas llámame.
—De acuerdo, gracias Jim.
El sonido del timbre sonó por toda la habitación y eso me produjo la vuelta a la realidad.
—Debe ser ella —dije yendo hacia la entrada.
Llegué a la puerta sin muchos problemas, y cuando puse mi mano en la perilla, una fuerte sensación de nervios me invadió, respiré hondo y abrí la puerta. Lo primero que sentí cuando la puerta estuvo abierta fue la voz monótona de una chica.
—Buenos días, me llamo Lucía y vine por las asesorías —por su tono de voz parecía no estar muy interesada en la clase, de hecho, podría haber jurado que suspiró como alguien al que lo habían obligado a ir. No pude evitar tensarme, definitivamente no era la primera impresión que esperaba de ella «pero ¿qué esperaba, una chica diligente y estudiosa, emocionada por estudiar? ¡no estaría en clases particulares de ser así!» me regañé a mí mismo por mi crédulo pensamiento. «Lo hecho, hecho está, es hora de dar lo mejor»
—Lucía, soy Alex Bandel, un placer conocerte —dije de manera muy educada mientras le extendía la mano para saludarla.
—Aja si, un gusto conocerte —me devolvió el saludo sin mucho entusiasmo. «Ok, si esto no funciona llamaré a Jim», me dije con nervios.
—Bueno, ¿qué te parece si…?
—Oh, y vine con una amiga que insistió en acompañarme, espero no te moleste —agregó la chica, que no demostraba arrepentimiento alguno.
Sus palabras me provocaron una fuerte incertidumbre, ¿quién traía a un acompañante a una sesión de estudios?, si hubiera sido un menor de edad lo entendería, pero por lo que sabía, Lucía ya había terminado la secundaria. En teoría debería ser mayor de edad.
Entre mis pensamientos que iban de paranoicos hasta preocupados, pude sentir un aroma floral que me puso la mente en blanco, lo conocía, ya lo había olido no hace mucho. Mi nerviosismo se hizo sorpresa cuando unas delicadas manos tomaron de manera muy gentil la mía, y en mi palma pude sentir dos golpecitos de un dedo. No había duda, la extraña amiga que se había colado a nuestra clase particular era una persona que ya conocía.
—¿Beatriz?, ¿qué haces aquí? —pregunté intentando disimular mi sorpresa y alegría.
—Wow, realmente la reconociste —exclamó sorprendida la otra chica —. ¿En serio no puedes ver?, ¿o solo es una táctica especial? —teorizó ella.
El comentario de la chica me sorprendió bastante, nunca conocí a alguien que bromeara con esos temas de manera tan natural, y conmigo delante suyo. Poco después de que la joven terminara de hablar, escuché un quejido por su parte «esa fue Beatriz» pensé con una sonrisa imaginaria en mi mente. Que ella se preocupara por mí, me hacía bastante feliz «supongo que así son los verdaderos amigos» la voz de Jim vino a mi mente y casi como si supiera lo que quería decir pensé «tú no cuentas».
—Lo siento —se disculpó la joven, aunque no sonaba para nada honesta.
—No te preocupes, y si te sirve de consuelo… sí soy ciego —agregué sacándome los lentes por unos segundos.
—Wow, tienes los ojos blancos… —comentó intrigada, pero de inmediato escuché otro codazo de parte de Beatriz «mejor empezamos antes de que se canse»
—De cualquier forma, pasen —dije invitándolas a mi departamento —así podrás decirme en profundidad lo que necesitas —agregué en dirección a Lucía.
Las chicas ingresaron al departamento y se sentaron en la mesa, allí Lucía me explicó que estaba estudiando y en qué materias necesitaba ayuda. Escuché atentamente cada una de ellas y luego procedí a informarle con que materias podía ayudarla, que días y el precio de las clases.
—Bueno eso es todo, ¿tienes alguna duda? ¿o podemos comenzar?
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Editado: 12.04.2024