Amor de Agua Salada

Capítulo 1: Lucas Taylor

El agua estaba tan fría que me hacía temblar, a pesar de que solo pequeñas partes de mi cuerpo estaban en contacto con ella.

Cerré los ojos y respiré profundamente, concentrándome en los rayos del sol que pegaban en mi piel mojada, en la sensación de estar flotando en una nube, en el leve movimiento del flotador por la brisa del viento y entonces, el agua se volvió tibia.

Ahora si me sentía bien y relajada, era magní...

—¡Maldición! —dije y la boca se me llenó de agua al igual que mi nariz cuando intenté respirar.

Salí a la superficie completamente mojada y furiosa mientras tocía frenéticamente intentando expulsar todo lo que había ingerido.

—¿Acaso eres idiota? —le grité al imbécil que me había tirado del flotador, rompiendo mi hermoso momento de paz.

—No te enojes preciosa —dijo con una sonrisa arrogante.

Lo fulminé con la mirada y salí de la piscina, seguramente tenía todo el maquillaje corrido y parecía un monstruo.

Tomé mi toalla y mi bolso, para luego adentrarme en el hotel. Sentí que me seguía así que apresuré el paso. Fui hasta el baño para empleados, ya que era el más cercano y cerré la puerta en su cara.

Me acerqué al lava manos y me miré en el espejo, efectivamente parecía un mapache.

Tomé una toalla de papel y comencé a limpiar mi cara. La puerta se abrió a mis espaldas y levanté la vista hacia el reflejo en el espejo.

El idiota estaba parado en la puerta observándome. Seguí con lo que estaba haciendo sin darle importancia.

—Lo siento, no era mi intención —dijo, si claro —Es que, te vi tan sola que pensé que querrías compañía.

—Pues no —dije mirándolo a través del espejo —No quería compañía, justamente estar sola era lo que quería.

—Okey lo siento, no pensé que te fueras a caer. Igual déjame decirte que eres valiente, el agua estaba congelada.

—Oh ¿Enserio? No lo noté, debe ser porque un idiota casi me ahoga —dije con sarcasmo —¿Podrías irte? —pregunté mientras buscaba en mi bolso mi maquillaje.

Siguió observándome fijamente por unos segundos, su intensa mirada avellana me ponía nerviosa.

—Solo una pregunta —dijo sin dejar de mirarme —Teniendo una hermosa playa. ¿Qué hacías en una piscina con agua helada?

—¿Y a ti que te importa? —pregunté groseramente y luego saqué mi base.

—NO —dijo con voz más fuerte que antes.

Inmediatamente levanté la vista y lo miré fijamente levantando una ceja —No te pongas maquillaje, te ves bien así —terminó de decir.

Abrí mis ojos asombrada y luego junté mis cejas confundida.

Lo miré por unos segundos, él me miraba serio, sin ninguna emoción.

Miré la base y luego a él, luego miré un momento mi reflejo y entonces comencé a esparcir un poco de base sobre mi piel pálida.

No lo volví a mirar, pero sentí como luego de unos segundos mirándome fijamente salió del baño. Lo podía imaginar frunciendo el ceño, lo que me hizo sonreír.

No me importaba lo que dijera él, ni si le parecía linda sin maquillaje, ni siquiera sabía su nombre.

Luego de volver a ponerme mi maquillaje básico, sequé y peiné mi cabello, para después subir a mi habitación.

Pensé en ponerme una solera por encima de la maya, pero hoy hacía verdaderamente calor, así que me quedé como estaba, no comprendo como el agua podía estar tan fría.

Tomé el libro nuevo que había empezado a leer y me senté en una silla al lado de la ventana, por alguna extraña razón no podía concentrarme en lo que hacía, la pregunta de aquel chico no salía de mi mente.

Podía escuchar las olas del mar y el murmullo de las personas que estaban en la playa.

Me levanté de mi asiento y caminé dos pasos hasta el balcón.

Inmediatamente el viento me azotó la cara he hizo volar mi cabello.

Observé a lo lejos a mis amigas tomando sol, así que cerré el libro y volví a entrar a la habitación.

Lo dejé encima de mi cama, luego tomé mi bloqueador y mi toalla, para luego dirigirme a la playa.

Llegué a un lado de ellas y estas levantaron sus lentes de sol para mirarme, luego sonrieron.

—Maia que bueno que has venido —dijo Verónica sonriendo.

Le correspondí la sonrisa y me encogí de hombros, para luego tender mi toalla y recostarme.

Ya me había puesto bloqueador y estaba recostada tomando sol en una completa relajación, cuando una pelota me golpeó en la cabeza.

—Maldición —dije levantándome, tomé la pelota entre mis manos y busqué con la mirada al dueño de esta.

¿Sera posible que hoy no pueda estar en tranquilidad?

Vi a un chico corriendo hacia mí, estaba a unos pocos metros de distancia.



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En el texto hay: primeramor, verano, romance

Editado: 12.12.2018

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