S I E T E ≠

Las caminatas no faltaban dos veces a la semana durante unas seis semanas. Estábamos demorando mucho para matarnos el uno al otro.

Cada vez las ganas de ver la vida escaparse de sus ojos es mayor, y dudo que lo pueda soportar por más tiempo. Necesito que muera de una vez por todas.

Ver como a una persona se le escapa la vida sin poder hacer nada es mejor que un orgasmo. El cosquilleo en tu cuerpo y la adrenalina del momento es como Ambrosía para el cuerpo. Eso siento con cualquiera de mis víctimas y la curiosidad por saber que sentiré con él me consume. Él no es solo una víctima más.

—¿Nunca te ha inquietado morir?—interrumpo el silencio del lugar.

—Me inquieta saber que es la muerte.

—¿Sabes que es la vida?—su silencio es como una respuesta—¿Como es que te inquieta la esencia de la muerte?

Nuevamente él no responde.

—¿No te inquieta saber que siente un asesino?

—No.

—¿Por qué?

—Porque yo soy uno.

Esa era la respuesta que deseaba escuchar. Esa es la respuesta que me abrió las puertas a darle fin a su respiración.

Él me mira de manera extraña, como esperando una reacción de mi parte. Tal vez pensó que por estar con un asesino en un lugar alejado como lo es el puente, me alarmaría y le rogaría que no me matara, dándole entonces mas ganas de hacerlo.

—¿Y que sientes?

—Mucho...o quizás nada.

Sonrío abiertamente por su respuesta. Lo entiendo.

—¿Me quieres matar, no?

—Aún no.

—¿Que quieres hacerme?

—Torturarte.

Y exactamente lo mismo que yo quiero hacer con él.

Mi padre una vez me dijo que los monstruos debajo de la cama no existen, que esos son solo cobardes. Él decía que los verdaderos monstruos te atacan de frente, y no siempre te asustan, algunas veces son tan perfectos que será un placer morir en sus manos. Y sería lo que pasaría si Darian me mata, pero lamentablemente él no puede matarme. Ya esta plaga se instaló y no hay quién la saque.