¡Demonios estoy besando a Alexander!
Que bien se siente
¿Qué estoy haciendo?
Me voy a arrepentir después
¡Al diablo el arrepentimiento!
Pose mis manos alrededor de su cuello y el me tomo de la cintura apegándome más a él. Me derrito en sus labios, la sensación es simplemente perfecta, mi entorno desaparece solo somos él y yo. No existe nada más. Suelta mi cintura y con ambas manos toma con delicadeza mi rostro, profundizando nuestro beso. Me dejo llevar por las increíbles sensaciones que este beso deja en mi cuerpo, mi respiración se acelera y entonces pasa, abro los ojos y vuelvo a la realidad.
¡No, esto está mal!
— No, — Me separe de el — Esto está mal
— ¿Qué? — La confusión de Alexander era evidente en su rostro — ¿Por qué?
— Porque si — Me di la vuelta
— No — Me tomo del brazo — Dime ¿Por qué?
— Es que no te comprendo, cómo es que te vas, vuelves luego de años y me dices que volviste por mí y luego nos besamos — Muevo la cabeza de un lado a otro — Simplemente no comprendo
— No se trata de comprender — Su mirada penetro la mía — Se trata de sentir
Mi corazón lucha por salir de mi pecho ¿Qué está pasando conmigo? Lamo mis labios sutilmente una parte de mi grita que corte el espacio entre nosotros y lo bese nuevamente mientras que la otra, mi parte racional e inteligente me dice que me aleje.
Siempre he confiado mucho en mis instintos pero ahora, no sé qué hacer y eso me asusta.
— Es que yo no sé qué sentir Alexander —Deslizo su mano por mi brazo hasta la mía y la tomo con delicadeza
— Descuida — Alexander me sonrió — Te comprendo
Halo mi mano — Ven abejita veamos una película — Palmeo su cama.
Reí con nostalgia — ¿Abejita?
Asintió — Cuando tú y yo íbamos a preescolar participamos en un desfile de primavera tú te vestiste de una linda abejita y yo de un estúpido…
— Osito, — La fotografía de mi habitación voló a mi mente — si lo recuerdo perfectamente. Te veías muy lindo ese día.
(…)
Tres semanas después…
No puedo creer que estas tres semanas pasaran volando frente a mí y no lo haya notado, supongo que la compañía de Alexander me afecta.
Ah, ¿No les he contado? Bueno les contare.
Durante estas tres semanitas Alexander y yo salimos a todas partes estuvimos de acá para allá y de allá para acá juntos. Tratando de recuperar los años perdidos por la distancia, hace dos días durante la noche nos metimos a nuestro antiguo preescolar y nos pusimos a jugar como niños pequeños, tallamos en el árbol más grande nuestras iniciales y escapamos del guardia que cuida la instalación.
Morí de la risa porque cuando brincamos el cerco para salir de ahí a Alexander se le atoro su pantalón y quedo colgado, reí tanto que me dolió el estómago, finalmente tuvo que irse sin su pantalón de vuelta a casa y tampoco es que me quejara mucho de eso.
Recuerdo inolvidables probablemente si algún día tenga hijos les contare todas las estupideces que hice y que ellos se las cuenten a sus hijos y a sus hijos, no lo sé tal vez llegue a un punto en el que apareceré en los libros de historia.
Si, lo se mi imaginación es infinita
— Srita. Williams — Mire al frente y el Sr. Davis, maestro de artes dramáticas. Me miraba fijamente.
— Mande
— Acabo de preguntarle algo
— Lo siento, podría repetir la pregunta
— Señorita Samantha ¿Qué pasa si el amor abraza a la muerte? — Siempre pregunta cosas muy extrañas generalmente no soy yo la que responde si no los inteligentes pero veo que mi notable distracción lo alentó.
Medite la pregunta por unos segundos, vaya esa si es una buena pregunta — Probablemente la muerte moriría enamorada — Respondí
— O el amor amaría hasta la muerte — Voltee rápidamente y Alexander sonreía.
— Excelente — El Sr. Davis aplaudió dramáticamente — ¡Bravo! ¡Simplement parfait! ¡Ustedes! — Volteo a vernos y pegue un brinco — Son excelentes