Amor durante la pandemia.

Cap. 1.

Cuando se acerca el año nuevo, muchas personas formulan planes y metas a cumplir en el año por venir. Sin embargo, hubo un año histórico que obligó a cambiar muchos (por no decir todos) planes.

Esto fue a finales del año 2019, en noviembre de ese año se originó en la provincia de Hubei, en China, una neumonía desconocida, causada por una cepa de la familia de los coronavirus; esta a su vez fue la causante de la enfermedad que más tarde llegó a ser conocida como Coronavirus, SARS-COV2 y/o Covid-19; aunque yo prefiero llamarlo “El innombrable” debido al miedo que produce en las personas escuchar los nombres previamente dichos.

Sin embargo, la OMS reaccionó demasiado tarde, a finales de enero de 2020, cuando la enfermedad se había esparcido debido a las festividades de año nuevo, el turismo y demás causas. A pesar de las advertencias, algunos países demoraron en acatar las sugerencias y el virus llegó a Colombia, mi país natal, siendo confirmado el primer caso en marzo del mismo año y, diez días después fue confirmado el primer caso del innombrable en Barranquilla, mi ciudad natal.

Los síntomas de la enfermedad que se convirtió en pandemia, eran similares a la gripe, por lo que muchos lo confundían con esta, los síntomas podían clasificarse en leves y graves, aunque no profundizaré en eso, hay mucha información de eso en internet.

Para evitar la propagación del innombrable, a finales de marzo se ordenó en el país la cuarentena general, el uso de mascarilla se volvió obligatorio en muchos lugares, especialmente en sitios en donde hubiese gran cantidad de personas, como supermercados y centros comerciales. Además, muchos negocios se vieron obligados a cerrar, fue así como empezó a promoverse el teletrabajo y las ventas por internet y domicilios tuvieron un mayor auge.

Justo ahora estaba en el supermercado comprando la comida para la quincena, había aprovechado para comprar, puesto que hoy tenía permitido salir por mi pico y cédula. Usaba una blusa manga larga, guantes negros, bolso de rayas blancas y negras, jeans, tenis negros y una capucha negra que cubría también mi boca.

Se preguntarán: ¿Cómo puedes respirar con eso? Créanme, es muy difícil, a veces el aire hace mucha falta y ni hablar del sudor que produce, sumado a las altas temperaturas de la ciudad, podía llegar a ser insoportable; sin embargo, lo aguanto al recordar que lo hago para proteger mi vida y también la de los demás.

Fui a la sección de verduras, tomé unas bolsas y guardé algunas verduras en estas, para posteriormente ponerlas en el carrito de compra.

Caminé hacia la sección de carnes y vi a un chico muy atractivo, o al menos eso creo, la verdad es que la mascarilla puede jugar malas bromas y hacerte una ilusión del físico ideal, cuando resulta que la realidad puede ser muy distinta.

El muchacho tenía alrededor de 20 años, su tez era muy clara, su cabello era castaño lacio y le llegaba al cuello, sus ojos eran color miel, acompañado de sus cejas castañas perfectamente delineadas y pobladas. Usaba audífonos blancos, tenía una chaqueta de cuadros verdes con negro, una camisa blanca debajo y pantalones cortos color beige.

— Dios, no puede ser, no lo pongas frente a mí, no a él. — supliqué mentalmente. Ese tipo de hombres son mi debilidad, mi tipo ideal; lo cual es un riesgo, porque solo me dan ganas de violar toda medida de bioseguridad con el fin de acariciar ese cabello, el cual se nota a leguas que es muy suave.

Y entonces sucede. Él voltea a verme y doy un respingo cuando sus ojos fríos me observan, haciéndome sentir aún más pequeña frente a su imponente altura de aproximadamente 1.70 m, comparados con mi escasa altura de 1.45 m; podría ser una niña a sus ojos y no lo culpo, muchos dudan de que yo tenga 25 años.

No despegamos la mirada el uno del otro por unos segundos, lo cuales siento como una eternidad cuando empieza a analizarme.

— Respira, Juli, respira. — me digo en la mente y suspiro aliviada cuando el desconocido pasa por mi lado, provocando que vayamos en direcciones contrarias. — ¿Qué me pasa? — me pregunto cuando vuelvo a caminar hacia la sección de carnes, de la cual tomo unas bandejas de pollo y algunas postas de pescado. — ¿Por qué parecía una adolescente emocionada cuando lo tuve frente a mí? — me pregunté mientras ataba algunas bolsas al carrito de compras.

Caminé a la zona de cajas, donde se realizaba el pago de la compra, esperé en la fila y no me sorprendía que los demás no respetaran la distancia social, eso era demasiado común, además de la irresponsabilidad en el uso de mascarillas.

Sentí una vibración y saqué mi celular de los jeans, era una llamada de la editorial, debía ser importante, así que contesté.— Aló.

— Hey, Dark. — era Alex, el editor.

— Hola, Alex, ¿cómo estás? ¿A qué se debe tu llamada? — cedí el puesto a alguien que tenía menos productos que yo.

— Llamaba para recordarte que tienes hasta el final del día para mandar el documento con todos los detalles de los personajes, ya sabes qué tipo de detalles piden. — suspiré frustrada, lo había olvidado por completo.

— Está bien, te lo mandaré hoy. — aseguré y avancé en la fila.

— Bueno, Dark. Que tengas buen día.

— Igualmente, Alex. — colgué.

Mi nombre es Julianis y escribo novelas románticas bajo el seudónimo “DarkWolf”. Trabajo desde la comodidad de mi casa y mando mis escritos, una vez terminados, a la editorial.




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