EN LA ESCUELA

El inicio de ciclo se planifico para setiembre, habían dos aulas de un ciclo más avanzado, y ahora le tocaba entrar a los matriculados en enero, el grupo de Sandra fue el primero contando con 25 alumnos el 70% eran varones, no era extraño esta carrera estaba tomando cierta fama debido a la importancia que ganaba la gastronomía peruana a nivel mundial.

Durante la primera semana los profesores y personal administrativo se presentaron e indicaron las normas de conducta, y el reglamento interno para que todos pudieran leerlo y estudiarlo.

En la siguiente semana fue la entrega de sus materiales para cocina que constaba de un cuchillo de chef, un cuchillo “torneador”, un maletín con la insignia bordada. Después los buscaron para que dieran las tallas para su uniforme que constaba de una chaqueta blanca con algunos toques de azul, un mandil azul con el logo, un pantalón sal pimienta (cuadros pequeños blancos, plomos y negros) y un gorro.

Un mes fueron clases teóricas sobre terminología culinaria, inglés, francés, técnicas de restauración, historia, y cocina en si (batería de menaje, batería de ollas, puesto dentro de la cocina y nociones básicas de cortes y tipos de cocción). La introducción en la cocina fue sencilla en teoría, ya en la práctica debíamos aprender que el cuchillo (cuchara, pinzas u otra herramienta) es la extensión de la mano del chef, el movimiento de la muñeca influiría mucho en la cuestión de los cortes para precisión y rapidez.

Una semana entera tuvieron que practicar los cortes con zanahoria, la siguiente semana estuvieron cortando cebollas, los primeros días no había nadie que pudiera aguantar esas lágrimas que ya rodaban por sus mejillas, poco a poco todo el grupo se fue adecuando y solo habían risas ya que las manos parecían conocer el camino de cada corte.

Después de un mes iniciaron con lo básico que eran fondos (de res o pollo, oscuro o claro) que eran la base para las salsas. El siguiente paso fue aprender a preparar la masa para la pasta y saber cómo cortarla en diferentes preparaciones (rabioles, espaguetis, fetuccinis, etc.) y acompañarlas con diferentes salsas.

Después de terminar cada clase el lema era “cada cosa usada debe ser lavada”, aprendían a emplatar, cada alumno llevaba en el lado derecho de la chaqueta un tenedor y cuchara para poder probar la sazón, rectificar sabor y probar el plato una vez terminado.

Al final la brigada (conformada por cuatro estudiantes) se quedaban a barrer y trapear.

Los alumnos más destacados eran llevados a algunos eventos como las kermes de algunos colegios, las recetas en dos programas de televisión y pequeños eventos referentes a los días del ceviche, el pisco, etc.

Sandra era muy buena con la teoría en cada curso, en la práctica era intensa no dejaba de intentarlo hasta lograrlo; es por ello que la directora pidió encargarse de ella en cada evento que se realizara, ella estaba realmente nerviosa debía representar a una institución y no quería fallar.

Días van días vienen, y le tocó ir al canal un viernes por la noche con la receta de un coctel, el programa era tarde (11 pm.), la escuela te daba movilidad, los insumos a usar (en este caso los licores y copa en la que se serviría); pero no podía ir sola así que debía buscar quien la acompañe.

Es así que Ricardo fue el elegido, era una excusa perfecta para que no saliera de fiesta con algunos chicos de su grupo. No estaba muy contento; pero para evitar peleas fue con ropa casual una casaca negra, pantalones jeans, zapatillas y polo blanco. Solo el alumno que presentara el trago debía ser filmado el ayudaría con el cooler.

Llego temprano eran apenas las 10 así que decidió alistar todo, ya que la receta estaba anotada junto al refrigerador del almacén, era un trago básico “Piña Colada” solo le faltaban los marrasquinos (cerezas en compota) para la decoración.

Sandra estaba nerviosa y furiosa, su madre le había dado un millón de razones por las cuales no debería de salir a tan altas horas no importo cuantas veces ella le dijera que los gastos los cubría la escuela ella no entendía razones; finalmente salió sin decir más y le había costado un poco encontrar un transporte, encontró un taxi que la llevó, realmente hacía frío; pero no importaba llevaba un polo y un jean debajo de su uniforme y en su bolso una polera para resguardarse del frío al salir del canal e ir a su casa. La directora le había dado un juego de llaves, era raro entrar a la escuela de noche.

Dejo su bolso en el almacén y vio el cooler ya casi armado reviso la lista y todo estaba ahí, excepto la decoración supuso que debía estar en el bar es decir en el segundo piso; pero tenía miedo; decidió revisar en el almacén muchas veces para clases de repostería también usaban marrasquinos, quizá había algún frasco ahí.

Estaba concentrada en su búsqueda cuando un ruido como de pasos la alertó, esto era demasiado su miedo le era difícil de superar, sus manos estaban heladas comenzaban a temblar, aunque la luz estaba encendida afuera todo era oscuro en su mente se arrepentía una y otra vez de haber aceptado ir al programa.

De repente el ruido ya no estaba, sonrió para sí misma pensando que era solo su imaginación, no encontró algún frasco, solo debía caminar lo más rápido y regresar con ese frasco para ir al programa, regresar, lavar, guardar y regresar a casa. Tomo aire un par de veces para dejar de temblar, cuando sintió que estaba lista apresuro su paso para salir estaba a tan solo unos metros de la puerta lista para subir las escaleras cuando choco con alguien y presa del miedo gritó.

-. Tranquila – la silueta de un varón mucho más alto que ella, se frotaba el pecho donde al parecer se había golpeado con el frasco de marrasquinos.

-. Lo siento – dijo rápidamente – pensé que iría sola, la directora me había dicho que no encontraron a alguien para acompañarme

-. Digamos que me escogieron a última hora – hizo una mueca – no quería asustarte