SANDRA
Llegue a casa y mi mente era una completa revolución, me sentía avergonzada y a la vez furiosa…
“¿Quién se cree? Debió al menos voltearse en lugar de quedarse como todo un tarado ahí parado”
Necesitaba un baño para ver si eso me podía relajar, después de todo el proceso solo me acosté en mi cama con la mirada fija en el techo; era un chico simpático por decir lo menos, aunque…
“¿Qué caramba estoy pensando? Espero no encontrármelo en la escuela, porque no sabría cómo reaccionar”
Perdida entre mis pensamientos me quede dormida, mi despertador me sacó de aquel mundo donde todo lo que creía imposible se hacía posible.
El fin de semana me enfoque en cocinar algo para mi familia, aunque mi madre no me lo agradeciera y dijera que era una de mis obligaciones.
Al menos mis hermanos habían dejado el plato limpio por primera vez, eso me alegraba. Limpiaba lo que ensuciaba y pensaba en otros platillos sencillos y deliciosos que podría realizar ese fin de semana.
Al llegar el domingo no tenía muchas ganas de ir a la escuela, tal vez debía decirle todo a la directora; pero igual debía terminar la carrera y como siempre darme el gusto de darle la contra a mi familia.
Me costó mucho poder salir de mi cama, me bañe, me cambie, desayuné y fui a la escuela de gastronomía (mi rutina de lunes a viernes), a pesar de ir escuchando música, mi mente solo repetía “que no me lo encuentre, que no me lo encuentre”.
Llegue después de casi una hora de camino, saludé al portero y vi que la directora me llamaba a lo lejos, camine con pesadez a la dirección…
“No le voy a contar nada, lo del viernes es pasado”
Al llegar junto a ella la saludé y me indico que me sentará frente a ella, lo cual hice.
-. Vi el programa, te desenvolviste muy bien – dijo en cuanto tomo asiento
-. Gracias – le di una pequeña sonrisa
-. Creo que ya estas lista
-. ¿Para qué? – dije mirándola fijamente, no entendía a lo que se refería
-. Para acompañarnos a eventos, y para el programa de cocina que tenemos dos días a la semana. Por supuesto – su sonrisa era muy amplia mostraba casi todos sus dientes
-. ¿Está segura? – comencé a jugar con mis dedos comenzaba a ponerme nerviosa
-. No tengo duda alguna - se puso de pie y parecía buscar algo en el estante derecho al lado de su escritorio
-. Está bien – dije soltando el aire que tenía acumulado
-. Perfecto, trabajaras con chicos un poco más avanzados
-. Quizá no esté en su nivel – apenas había comenzado
-. Tonterías con practica y mi ayuda pronto estarás a la par – asentí, ella me caía muy bien y no quería defraudarla a parte de querer ayudarla para pasar el menor tiempo posible en casa. estaba a punto de excusarme e ir a mi clase y entonces escuche que alguien aclaraba su garganta en la puerta de la oficina, ambas volteamos y “mi pesadilla” estaba de pie justo a mis espaldas
-. Dime Ricardo ¿Qué se te ofrece?
-. Hablar contigo, tía – mis ojos se abrieron como platos, no podía creer lo que escuchaba
-. Claro – de repente dirigió su mirada hacia mí – disculpa por no presentarte, Sandra él es mi sobrino Ricardo esta un semestre más adelantado
-. Ya tuve la mala suerte de conocerlo – me puse de pie – ahora me retiró debo ir a clases – salí como alma que lleva el diablo sin esperar respuesta de alguno de ellos.
Llegue a clases y traté de olvidar lo que recién había pasado.
“No puedo creer la suerte que tengo”
RICARDO
Mi padre me levanto muy temprano para informarme sobre el evento en la kermes de un colegio privado muy reconocido, iríamos solo dos personas y mi tía era un evento relativamente sencillo.
Me alisté y lleve a mi tía a la escuela, cuando joven siempre le habían gustado las motos; pero mis abuelos no la habían dejado.
Al llegar ella fue a su oficina y yo fui a ayudar en el almacén ya que habían llegado las compras de la semana. Después de un tiempo necesitaba hablar con mi tía para pedirle que no me pusiera a la chica del incidente del viernes en el evento; aunque creo que llegue tarde porque al llegar a la puerta ella estaba en la oficina.
Al verme su rostro cambió, mi tía quiso presentarme; ella no lo tomo muy bien y salió dejándonos a ambos con la palabra en la boca literal.
-. Creo que no le caigo bien – dije entrando
-. ¿Tú crees? – mi tía me miro muy seria
-. No empieces con tu sarcasmo, ya te explique
-. Sí, pero aun no explicas ¿por qué no te volteaste?
-. Ya te lo dije – me encogí de hombros
-. Eso no vale y antes que lo olvide ella ira con nosotros el viernes a la kermes
-. No – grite y tome mi rostro con ambas manos – justo era lo que venía a pedirte que no la eligieras a ella
-. Lo siento – volteo a mirarme – pero ella es en la única que confió
-. Por favor – suplique
-. Si prefieres llamamos a Alejandra
-. De acuerdo – dije sin pensarlo era mejor esa chica.
Alejandra era una compañera de mi ciclo que a la menor oportunidad estaba sobre mí, no sé si no se daba cuenta de que era muy obvia respecto a sus sentimientos por mí. Era una chica simpática sus ojos era verdes, cabello largo lacio y castaño, sus facciones era las de una chica normal a pesar de no medir más de 1.60; pero yo solo la veía como una hermana.
Y si ella iba al evento lo más probable es que no fuese de mucha ayuda. Por eso acepte de inmediato.