En la escuela Sandra evitaba toparse con Ricardo ya que ella experta en ser invisible y no quería que Alejandra le armase un escándalo; de vez en cuando ella lo miraba de reojo y pronto noto que tenía una sonrisa encantadora.
Finalizando la semana ella tuvo que reconocer que si le gustaba (al menos físicamente), aunque siempre tenía en mente la advertencia de Alejandra y si estaban por cruzarse ella regresaba solo para no encontrárselo.
El día viernes Alejandra la retuvo en la salida con la excusa que ya tenía los apuntes que ella le había solicitado, Sandra sonrió y se despidió de sus amigos estaba aterrada ya no tenía a donde correr o protegerse.
Alejandra la llevo unos pasos más delante de la puerta:
-. ¿Y bien? – trató de ocultar su miedo y tener la voz firme
-. Ganaste – se cruzó de brazos – Ricardo es tuyo
-. Ya te dije que…
-. Él mismo me lo dijo – levanto su mano para que se detuviera
-. Seguro - su mente trataba de formar frases coherentes, la emoción la invadía – lo hizo solo para que ya no estuvieras tras de él.
-. Te le metiste por los ojos – hizo un puño con su mano – y él te eligió
-. Yo no hice nada, es más trato de evitarlo todo lo posible
-. Si, lo he notado – sonrió de mala gana – pero él a ti – tomo aire – simplemente no puede dejar de observarte
-. Yo… - no sabía que podía decir solo se preguntaba si era real
-. Solo… no lo lastimes – la miro y se fue. Sandra no fue capaz de decir algo, ella solo le dejo el paso libre y se alejó.
“Esto está pasando, pero no yo no puedo darme el lujo que me lastimen o jueguen conmigo; será mejor que yo mantenga la distancia”
Ricardo se propuso tratar de acercarse a ella y lograr que al menos acepte ser su amiga; ya después si de verdad pasaba algo más lo dejaría en manos del destino.
En todo los cinco meses que le quedaban al ciclo, él trato de acercarse de a pocos con ayuda de su tía y su padre; los eventos eran de mucha ayuda ya que solo pasaban tiempo ellos dos.
En la última semana, del último mes sus planes por fin rindieron frutos, evento de bocadillos dulces para una entrevista:
-. Las brochetas de frutas son una buena opción – recalco ella y los chefs asintieron
-. Fresas con chocolate – Ricardo adoraba ese postre
-. Si son dos bocadillos muy bueno – dijo la directora – prepárenlos
-. Falta uno – Sandra sabía que obligatoriamente debían ser tres
-. Cierto – apoyo él – sino no contaría como bocaditos sino como entremés
-. Alfajores de cuatro ingredientes – la directora sonrió
-. Bien los dejamos deben hacerlos – ambos asintieron estaban preparando el mise en place, hasta que la cubeta con hielo para endurecer el chocolate se derritió y cayó al piso.
Era como estar en patines debían mantener el equilibrio para evitar un accidente, hicieron 100 fresas, 50 de chocolate blanco y la otra mitad de chocolate negro.
Todo transcurría con normalidad; pero ella de verdad había estado muchas veces a punto de caer y pasar una gran vergüenza. Ella llevo las bandejas con la masa en forma circular al horno y puso el cronometro para esperar y rellenarlos con manjar.
Se disponía a regresar para lavar la batería de cocina que había usado cuando su zapatilla resbalo, ella cerró los ojos y espero el golpe; pero Ricardo la tomo con una mano por la cintura y con la otra sujeto su brazo, quedaron como en una posición de tango.
Se miraron por unos segundos, escucharon sus latidos y sus respiraciones acompasadas, después de unos minutos se reincorporaron
-. Gracias – lo soltó
-. Deberías tener más cuidado
-. Lo tenía solo…
-. Tranquila déjame secarlo y así evitaremos otro accidente
-. Gracias por decirme torpe… - coloco una mano en su cintura
-. No… - se rasco la nuca – no quise decir eso
-. Da igual – levanto su mano para restarle importancia
-. ¡Basta! – la tomo de la mano y la pego a él – siempre digo o hago algo mal contigo ¿Qué puedo hacer para caerte bien?
-. Dejar de ser un idiota – trataba de zafarse – y suéltame aún queda mucho por hacer
-. Por favor – aflojo su agarre – solo dame la oportunidad de ser amigos
-. Ok – dijo si más – no es necesario el uso de la fuerza
-. En serio – su rostro se ilumino – así y ya
-. Bueno… si quieres
-. No, no, no – la detuvo con sus mano – si me pusieras a prueba no las pasaría
-. De acuerdo – tenía sus manos en su pecho – ahora suéltame – se sonrojaron de inmediato y él la dejo girándose para seguir con sus tareas.
Ricardo no podía dejar de sonreír, estaba feliz y todo él lo expresaba; durante el evento todo fue bien y ese evento si sería paga.
Al salir Ricardo se ofreció a llevarla y ella se lo agradeció; pero dijo que no se sentía segura de ir en su motocicleta.
-. Ya somos amigos ¿no? – estaba de pie junto a ella
-. Sí, claro – jugaba con una liga entre sus dedos
-. Iré despacio – uso su mirada de cachorrito
-. No puedo
-. Estarás conmigo – tomo sus manos – no pasara nada
-. No creo poder, tú no… - Ricardo coloco su dedo índice sobre sus labios
-. Confía en mi – ella pareció pensarlo por unos minutos y asintió
-. Tengo miedo - susurro
-. Lo sé – dijo abrazándola – no pasara nada – acaricio su mejilla
-. Es… está bien – su respiración se acelero
-. Gracias – dijo a su oído
-. ¿Por qué? –
-. Por confiar en mí tu secreto – guiño un ojo – toma – le entrego un casco, sus manos temblaban tanto que no era capaz de ponérselo – deja te ayudo – coloco su cabello detrás de sus orejas y le coloco el casco.
-. Mejor otro… día – estaban cerca de la moto
-. Solo confía – le sonrió amablemente, ella aun temblando subió – tienes que agarrarte de mi cintura para que no te caigas – tomo sus manos y él mismo las coloco alrededor de su cintura.
Encendió la moto y la sintió temblar un poco más, acarició sus manos para darle confianza; y acelero un poco pasados unos cuantos minutos ella se relajó y su agarre fue menos firme. En unos 30 minutos estuvieron en casa de ella.