Debía comenzar mi plan, cuando era un adolescentes anduve en malos pasos; la había dejado hace unos años; pero ahora no me quedaba más remedio que volver a pisar el terreno de las drogas ahí algunos me debían algunos favores que con gusto iré a cobrar para zafarme de este problema.
Saqué mi ropa de cuero de color negro total y marque el número de un buen amigo.
Debía ir a Lima para encontrarme con él e iniciar con el plan. Esa niña no sabe con quién se estaba metiendo. Decidí ir en mi moto, sentir como el aire chocaba ante mi cuerpo de alguna forma me hacía sentir libre.
Llegue y fui directo a casa, no me di cuenta en realidad a qué velocidad manejaba, en mi mente solo estaba pensando que no era justo lo que ella quería hacer.
Eran tarde y estaba tan rendida, que decidí descansar ya mañana contactaría a todos los que me debían algún favor.
Eran apenas las cinco y ya estaba de pie, hice mi rutina diaria (aseo y cambio de ropa) y estaba buscando los CD que guarde. No quise llevarlos a otra ciudad y Lourdes no sabía que los tenía.
Los encontré en un pequeño compartimiento detrás de mí espejo, eran tres; pero antes de hacer cualquier movimiento saqué unas copias de respaldo en este mundo no podías confiar ni en tu propia sombra.
Llame a Damián, era mi mano derecha en la pandilla , era alto algunas pecas en sus mejillas, ojos marrones tan oscuros que parecían negros, su rostro siempre parecía estar en calma excepto cuando algo lo hacía enojar realmente, no quisiera verlo así porque ahí sacaba el “monstruo” que vivía dentro de él.
-. Hola – su saludo es seco
-. Damián, amigo – era uno de los pocos que lo podía llamar así
-. Ruso – saluda con mi apodo - ¿creí que no volvería a saber de ti?
-. Necesito un favor – solté no podía perder tiempo, ella estaría en peligro Lourdes era peligrosa.
-. Es un gran problema, nos vemos donde siempre
-. En media hora estoy ahí – escuche una ligera risa del otro lado – y… gracias
-. No hay de que
Colgué el celular y respiré profundo, solo espero que Treyci, ya este con ella no me perdonaría si algo le pasara y menos por mi culpa.
SANDRA
Mi día transcurrió con normalidad, las clases fueron divertidas y menos tediosas eso era bueno, los eventos estaban siendo un poco escasos debido a las actividades cívicas que se acercaban y eso era bueno podía descansar.
Me despedí para ir a casa deseaba ver algún dorama de comedia, y relajarme; en la puerta de salida vi a una chica realmente hermosa muy parecida a Mérida de Disney, la diferencia era que su cabello era lacio.
Estaba recostada en la pared y parecía mirar a la nada, me encogí de hombros e intente reanudar mi camino; pero una llamado me detuvo
-. Sandra, espera – me giré y vi que ella me hablaba
-. Yo... – mire a ambos lados buscando si había alguien más cerca
-. Si tú – se acercó con tranquilidad
-. Hola – no sabía que más decir
-. Hola – poso su mano sobre mi hombro – soy una amiga de Ricardo
-. Ah! – me relaje solo un poco – él no está, creo que se ausentara por una semana
-. Ya lo sé – dijo con una sonrisa – él me pidió que te cuidara
-. ¿Cuidarme? – Estaba muy confundida - ¿de qué? O ¿de quién?
-. Es mejor que se lo preguntes a él – metió sus manos en los bolsillos de su pantalón – te acompañare a tu casa
Por más que trate de negarme fue imposible, termine cediendo; en el camino nadie dijo ni media palabra, era algo incómodo la verdad.
Llegué a casa y la invite a pasar para invitarla un vaso con agua, el sol quemaba horrible y sé que ella lo necesitaba. Ella se despidió diciéndome que me cuidara y que mañana ella vendría para ir juntas.
No podía emitir palabras porque ella guardaría el secreto, y no podría aclarar las dudas e historias locas que se estaban formando en mi cabeza; así que solo asentí y me despedí.
RICARDO
Llegué a nuestro lugar de reuniones, él ya me esperaba debajo de un árbol; estaba fumando para relajarse. En cuanto me vio, apagó el cigarrillo y se puso de pie.
-. Hermano – me abrazó y palmeo mi espalda, correspondí su saludo
-.Hola hermano
-. ¿Cómo te puedo ayudar?
-. Digamos que esta vez si me echaron el lazo – me codea y sonríe – pero… Lourdes
-. No digas más aún sigue con su obsesión por ti
-. Y la chica que me roba el sueño está en peligro por eso necesito de tu ayuda – él conocía la historia y sabía que me ayudaría
-. Bien, dime ¿por dónde comenzamos?
-. Necesito que envíes esto a Dimitri – saqué los discos de mi chaqueta – y pide una reunión
-. Está bien – los toma, y los guarda – llegas justo a tiempo, a fin de año el cederá el mando
-. Entonces hagámoslo de una vez.
Nos despedimos y quede de esperar su llamada, mis nervios se acrecentaban; moría por llamar a Treyci y saber que mi princesa estaba bien. Llegue a casa y fue lo primero que hice, ella me dijo que todo estaba bien y que no había novedad.
Me sentí tranquilo sabía que ella la protegería hasta con su vida de ser necesario. Me lo debía
FLASHBACK
Estábamos en una fiesta; pero yo no tomaba por alguna razón no me sentía de humor para celebrar, sonreía lo que podía para no molestar a nadie y después sin querer vi que Treyci lloraba y salía de la fiesta con un par de chicos que supongo eran gemelos por el parecido.
No me daba buen a espina y salí tras ellos (debo reconocer que fue pura curiosidad), ella se cubría el rostro con ambas manos mientras negaba. Ellos estaban frente a ella con una expresión de maldad pura en sus rostros.
-. Por favor, yo no sabía nada – sollozaba, no lo podía soportar mi padre siempre me enseño a cuidar de las mujeres sea quien sea. Y ellos planeaban golpear a esa chica y ¿Quién sabe que más planeaban hacerle?
De pronto uno de los muchachos le lanzo una cachetada y ella ahogo un grito de dolor, mis manos automáticamente se pusieron tensas.