Capítulo
Sangre con aroma a venganza.
Después de convencerlo, logré obtener el arma y me largué de ese lugar, debía cumplir mi promesa de no regresar a molestarlo, y eso haría. Subí al auto yendo a mi departamento para planificar la forma en la que podía tenderle una trampa a Leo, por lo cual una idea maravillosa se me ocurrió, no sería tan difícil, ya que ese sujeto tenía una debilidad que yo conocía bien, solo necesitaba pensar como hacerlo caer.
Horas más tarde salí nuevamente para ir a una tienda donde podía encontrar ropa para elaborar un papel que lo iba a convencer por completo, mi único punto en contra era que pudiera reconocerme, pero al ocultar bien mi identidad quizás tendría suerte.
Cuando estuve convencida de que llevaba el atuendo correcto, fui a la caja y pagué para llevarme todo lo que necesitaba, únicamente requería paciencia y todo saldría como yo deseaba.
Estaba tan ansiosa que veía pasar las horas en el reloj a cada segundo, los cuales se hacían eternos. Perdí la cuenta de cuantas vueltas di en círculos llena de estrés por ese deseo tan intenso de que el momento llegara, no obstante tomé una de las pastillas que ya había comprado en la farmacia y experimenté calma, eso me mantendría hasta que nuevamente pudiera requerir otra dosis.
Repasé en mi cabeza todas las instrucciones que Emiliano me dio sobre Leo, la hora que entraba y también donde se encontraban, siempre se trataba del mismo punto, a veces lo cambiaban adentro, pero mayormente adelante tratando con las personas que ingresaban al club.
Mi plan era simple, pero certero pensaba en ese Leo que siempre conocí meses atrás, y con el nivel de estupidez que lo predominaba era pan comido.
La hora llegó y ya estaba lista, me había puesto una ropa que no solía llevar, ya que lo de exhibirse no era lo mío, me puse una peluca, a pesar de que ya antes me había teñido el cabello para ocultar mi identidad, no obstante, necesitaba tener la mayor precaución posible. Al pisar el acelerador sentí que la adrenalina atravesaba mis venas con velocidad activando todos los sentidos de mi cuerpo, ese momento lo ansiaba y disfrutaría mucho tenerlo en frente para cobrarme una factura vieja que él me debía, también requería de información así que era un premio doble básicamente.
Estacione el coche del otro lado de la calle y bajé por supuesto que atrayendo todas las miradas hacia mí, y ese era el punto, no podía pasar desapercibida y aunque era arriesgado en mi situación, no me quedaba de otra. Moví las caderas caminando con sensualidad hasta llegar a la fila donde varios sujetos se me quedaron viendo, incluyendo mujeres que murmuraban entre sí.
La fila iba avanzando poco a poco y yo llamaba más la atención, hasta que antes de llegar adelante giré bruscamente para confrontar al tipo que tenía detrás.
—¿Acabas de tocarme el trasero? —gruñí enfadada y él parpadeó estupefacto sin saber qué hacer.
—No, no, yo no lo hice —se excusó. Obviamente, yo sabía que eso no ocurrió, sin embargo, era parte del plan.
—Mira idiota, no tienes permiso de tocarme, bastardo abusivo —lo insulte y en ese instante intervino Leo, el tipo rubio de ojos azules y porte intimidante que cuidaba la puerta.
—Hey, chicos, qué rayos pasa —cuestionó y volteé a verlo.
—Este idiota me tocó el trasero —lo señalé y el tipo parecía estar confundido.
《 Lo siento, es por un bien mayor 》
Pensé porque estaba involucrando a un inocente en esa situación.
—Ya sabes las reglas del club, salte de la fila —le ordenó y aquel hombre puso mala cara.
—Esa pelirroja está loca, yo no la toqué —se quejó haciendo parecer que era injusto sacarlo sin hacer hecho nada.
—Sí no quieres que te saque yo, entonces largo de aquí —amenazó Leo y el interpelado abrió los ojos sorprendidos retrocediendo. Desapareció del lugar y por fortuna no armó un escándalo evitando morir a manos del guardia de seguridad.
—Gracias, cariño —me dirigí a él sonriendo.
—No es nada preciosa, ten un poco de precaución, aquí solo hay idiotas que se quieren pasar de listos —advirtió y puse ojos coquetos mezclando una sonrisa de seducción.
—No lo creo, tú eres diferente — halagué, cosa que él amaba. Pero solo se quedó en silencio siguiéndome el juego y volvió a su puesto de trabajo, yo rápidamente anoté algo en un papel y cuando llegó mi turno lo entregué en su mano de manera disimulada guiñando un ojo. Por supuesto que lo tomó y me dirigí a la barra para pedir un trago mientras esperaba paciente que llegase el momento de actuar, Leo iba a aparecer y debía estar alerta a eso.
Unos 20 minutos después de rechazar tipos queriendo invitarme tragos, sentí un cosquilleo detrás del cuello porque el sujeto que esperaba habló a mi oído, sonreí volteando a verlo con coqueteo y estaba tan cerca que podía besarme si lo deseaba.
—Por qué una chica tan guapa como tú, está tan sola —inició y enrede mi cabello falso con el dedo haciendo círculos a modo de juego.
—Quisiera tener una buena compañía, pero al parecer aún no tengo suerte —expresé en una tristeza falsa. Leo apoyó su codo sobre la barra colocándose de lado y sonrió de medio lado.
—Y qué te parece si vamos a otro lado, no lo sé un poco más silencioso, tengo mi auto aparcado atrás, y acabo de pedirle a un amigo que haga mi guardia —sugirió y una chispa de emoción salto dentro de mí.
《 Te tengo 》
Pensé
—Mmm, no lo sé, déjame pensarlo —jugué con sus sentimientos, pero luego sonreí dándole a entender que se trataba de una broma y también empezó a reírse.
—Entonces, qué dices preciosa —insistió.
—Pues no veo por qué decirte que no, además estoy bastante aburrida —dije suspirando y él se irguió inmediatamente para tomarme de la mano llevándome a la puerta trasera.
Admiré todo al rededor y cuando llegamos a su auto, sostuve mi pequeño bolso donde guardaba el arma, lo observé rodear su auto para subirse y al estar abordo me contempló.