No pude responder nada a eso, pensé en que tal vez Jung Kook no era tan desagradable como me había hecho pensar, quizás solo está de mal humor en muchas ocasiones, o solo quiere mantener esa imagen de chico frío y malo, es evidente que si quiero estar con Ji Min de manera romántica debo agradarles a sus mejores amigos y uno era Jung Kook, si se comportan casi como hermanos, es necesario tratar de hacer las paces.
−Jung Kook ¿eso significa que sabes lo que yo siento por Ji Min? ¿Soy tan obvia? −me cubrí con las manos el rostro por lo avergonzada que estaba−. ¡Qué horror! Seguro él también lo sabe si tú te diste cuenta.
−Lo supe desde la primera vez que lo viste con esos ojos de borrego, además tú misma me lo dijiste hace tiempo −respondió Jung Kook−, pero descuida, él no lo sabe aún, ni siquiera se da cuenta de ello.
−Ahora no sé si eso es triste o un alivio para mí, reconociendo que estoy loca por él −admití pensativa−. Quizás es triste porque él no quiere darse cuenta.
−Mas bien es porque Ji Min estuvo un tiempo enamorado de una mujer −repuso él−. Fue algo muy triste cuando ella murió, era humana, pero nunca le correspondió. Es mejor que me vaya Melantha, es un poco tarde.
Se fue a la puerta y simplemente agitó la mano para despedirse de mí dejándome con dudas, supuse que no quería hablar de la vida de Ji Min sin su permiso, eso me puso triste, pero me dije a mí misma que no podía ser tan chismosa respecto al pasado del chico que me gustaba, si él algún día lo deseaba me lo diría en su momento, sino no era tan malo. Aunque admito que me molestaba de alguna forma que alguien no hubiese amado a alguien tan dulce como lo era Ji Min, no le veía defectos.
Los días pasaron con mucha facilidad, y simplemente llegó la vacación de navidad, Adara viajó junto a mi para conocer mi país (el cual voy a mantener en secreto solo para dar un poco de misterio respecto a mi origen real), preguntaba muchas cosas, aunque nada relacionado con el idioma español, deduje que era porque uno de los idiomas que ella conocía era el mío, al ser rumana ya era sorprendente que su inglés no fuese con algún tipo de acento.
Al llegar nos recibió el mayordomo de mi casa, él siempre había sido frío en su forma de tratarme, por lo que no me sorprendía que solo me hubiese saludado de manera cordial. Subimos a la limusina y miraba de rato en rato a Adara para saber si se le ofrecía algo, sin embargo, me encontraba con su mirada lejana y triste. Desde aquel día que me dejó con Jung Kook ella había estado deprimida y si le preguntaba por el tema respondía cosas diferentes, todas relacionadas con cosas banales que no podían deprimir a nadie como el simple hecho de haber dejado caer un helado que había comprado en el Centra Park.
−Melantha me parece que estoy invadiendo tu hogar y su comodidad, si quieres puedo ir a un hotel −dijo Adara de repente−. Es que no creo que sea correcto de mi parte abusar de la hospitalidad de tus padres, y menos sabiendo que tú y ellos no se llevan tan bien que digamos.
−Adara tranquila, lo cierto es que en esa casa grande y fría hay un montón de habitaciones, como un hotel, así que no molestas a nadie −respondí preocupada−. No quiero que me dejes sola en esa casa, es triste y fea, además el día de navidad nos iremos de regreso a Nueva York.
Adara solo asintió con la cabeza y de nuevo se perdió en sus pensamientos, lo supe porque le conté algunas cosas respecto a la manera en que mi familia celebraba la navidad y no obtuve respuesta de su parte, no estaba ansiosa por volver a contárselo así que lo dejé pasar, quizás era mejor dejar que se sorprendiera ella misma y me dijera si le gustaba o no.
Al llegar, el mayordomo nos abrió la puerta y nos ayudó a salir del auto, ella agradeció y me siguió hasta mi casa, nos abrió la puerta de la casa y entramos, estaba tal cual la recordaba, limpia y muy solitaria, si alguien nos asesinaba en esa casa nadie lo escucharía hasta diez días después cuando el grito llegase. Seguí mi camino hacia la sala que estaba a la izquierda y nos topamos con una gran y agradable sorpresa.
Eran mis padres, mi madre sostenía un pastel y mi padre un cartel que decía “Bienvenidas” con muchos colores y brillo, junto a unos primos y tíos que siempre nos visitaban y me querían, en seguida me abrazaron y besaron las mejillas, yo estaba muy sorprendida, pero me encantaba este recibimiento considerando que ellos rara vez me daban afecto físico, deje que me dieran su cariño tantas veces como ellos quisieran.
−Familia les presento a Adara Cojocaru, ella es de Rumania, específicamente Transilvania −la presenté ante todos los presentes−. Es mi mejor amiga, ella siempre me cuida de todo y todos, como ven es una vampira y es muy amable.
−Es un gusto familia Garza, espero no molestar con mi estancia en su casa por estos días de vacación −saludó Adara haciendo una reverencia como princesa.
−Claro que no eres una molestia, nuestra niña te quiere y eso nos basta para querer tener tu compañía −respondió mi padre haciendo otra reverencia.
− ¿Es una costumbre hacer reverencia en Rumania para saludar a alguien mayor o algo así? −preguntó mi madre con ese tono dulce que solo ella tenía.
−Oh no lo siento, son viejos hábitos de tiempos antiguos que viví −Adara estaba ruborizada al darse cuenta de su reverencia−. Antes las damas debíamos saludar así a cualquier persona en cuanto las conocías.