Amor en la oscuridad

La familia de los vampiros

Los días pasaban y los problemas políticos entre vampiros y humanos no parecían mejorar en lo más mínimo, ambos lados estaban tercos en lo que pensaban, los humanos decían que los vampiros estaban perdiendo el control de su sed y que eran un peligro para la seguridad pública, y los vampiros insistían en que algo extraño estaba pasando en esos espacios donde habían sucedido los ataques.

Yo iba a trabajar con normalidad, pero mis compañeros de trabajo tenían actitudes diferentes frente a Jung Kook, de repente parecía que le tenían miedo, estos días eran así, pero un mensaje de texto cambió un poco mi rutina, ya que Jung Kook me había dicho en ese mensaje que llegaría más tarde porque aún no terminaba el proyecto que yo le había encomendado a él un día antes, mi intención había salido bien, quería estar un momento a solas en la oficina.

Me senté en mi silla después de dejar mis cosas en el cajón, pero la paz solo duró cinco minutos porque alguien tocó la puerta de repente, rápidamente fui a abrirla y era la recepcionista de la empresa, que tenía el rostro ardiendo en un tono rojizo por alguna pregunta atorada en su boca. De alguna forma presentía lo que me diría en el momento que esta mujer tomara el valor que necesitaba.

            −Oh hola Stephanie, ¿pasa algo con el sistema? −dije acostumbrada a que me llamaran por ese tipo de problemas en la empresa−, o quizás tienes alguna duda respecto a un tema en particular con computadoras.

−Mmm no…la verdad quiero preguntarte acerca de Jung Kook −respondió y se ruborizó más−, eres su amiga o quizás ¿algo más que eso? −me miró de reojo.

            −Somos amigos, y es una buena persona, sé que hubo problemas con su especie, pero nada de eso es verdad con él, es bueno −respondí casi a la defensiva−. Jamás hizo nada que yo no quisiera.

            −Dicen que él bebió tu sangre en muchas ocasiones que él nunca desperdició hasta casi matarte −replicó ella en un tono muy serio−, sé que no es una sorpresa que él le gusta a todas aquí en la empresa −hizo una pausa para mirarme y yo le devolví la mirada para acusarla−, incluyéndome, es verdad, también me gusta a mí y por eso quiero saber si tú te molestarías si lo invito a salir o si corro algún peligro con él.

            −Stephanie si tú quieres puedes invitarlo a salir, como te dije somos amigos y ya −aseguré con impaciencia−. Y te aseguro que no corres peligro cerca de él, no seas prejuiciosa con mi amigo −miré por un momento a la nada−. Ahora ve a trabajar porque las horas laborales no son para estos asuntos.

Stephanie se fue un poco molesta y cerré la puerta, me senté un momento y de nuevo la paz se fue cuando la puerta se abrió dejando ver a Jung Kook que ya tenía el proyecto en sus manos, imaginé que incluso había corrido por toda la ciudad para llegar a tiempo, el problema me vino a la mente después, con ese buen oído de vampiro que tenía, era más que seguro que había escuchado la conversación de Stephanie dejándola en evidencia y a mí con mis respuestas enfadadas.

            − ¿Tienes el proyecto Kookie? −pregunté con inocencia y él me fulminó con la mirada− ¿Y ahora qué hice?

            − ¿Cómo se te ocurre decirle a esa bruja que puede invitarme a salir? −dijo entre dientes−. Tú no puedes hacer eso, yo te quiero a ti, no a ella.

            − ¿No te agrada Stephanie? A mí me parece una chica muy guapa y amable −respondí perpleja−. El único detalle malo de ella es que le gusta meterse en la vida de los demás.

Intenté cambiar de tema hablando de ella, pero solo lo irritó más y se acercó a mí, como si echara humo, me miró a los ojos y sus puños estaban tensos, tan apretados que los nudillos se blanqueaban de manera dolorosa a mis ojos, aunque claro un vampiro no era capaz de sentir dolor cuando prácticamente es indestructible.

            −Si vas a beber mi sangre, al menos espera que cubra el cuello de mi camisa −dije en un susurro, me sentía intimidada por su mirada−. Las otras veces que me mordiste tuve que lavar los lugares porque los manchaste.

            −Muy bien, entonces quédate quieta y prometo no ensuciar tu ropa −respondió acercando su rostro a mi cuello lentamente−, no te dolerá tanto como debería.

Sus manos acunaron mi rostro y suavemente me besó el cuello, me estremecí ante el tacto tan frío que estaba sintiendo, su respiración que se agitaba, cerré los ojos en ese momento y entonces dio otro beso hacia mi mandíbula, la mejilla y finalmente llegó a mis labios. Al principio no le correspondí por la sorpresa, pero después de unos segundos mi cuerpo reaccionó para él y moví los labios al mismo ritmo que él. Primero fue delicado y lleno timidez, luego el ritmo se volvió desesperado, más brusco y sus manos se deslizaban una por mi cintura y la otra sujetando mi hombro.

No sabía cuánto tiempo estaba besándolo, pero el aroma que salía de su aliento y su respiración me embriagaba y no quería detenerme, sentía que si lo hacía iba a morir o dejar de sentir esta euforia de tenerlo para mí. Si él me hubiera pedido que me acostara en el suelo para llegar hasta la última consecuencia de esta excitación lo habría hecho sin pensar, pero justo en el momento que me disponía a dejarlo hacer lo que él quisiera sentí que mi piel bajo su mano ardía como el fuego, era doloroso e insoportable, instintivamente quité su mano y le di un pequeño empujón para apartarlo.

            −Lo siento, creo que perdí el control de mi fuerza por un momento −se disculpó mirando mi hombro, yo seguí su mirada y había un moretón grande ahí−. Iba a hacer muchas cosas más, pero si lo hago y dejo que el placer me lleve contigo, entonces podría lastimarte o beber tu sangre sin parar.




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