Dejamos la escena del crimen y nos vamos a comisaria. Hay que identificar a la chica, como sea. Sobre todo antes de que la prensa meta sus narices en mi caso.
En menos de diez minutos, estamos en mi despacho. Alicia se sienta delante de mi mesa y miramos la pizarra que preside mi despacho.
-¿Por dónde empezamos?- Pregunta Alicia con el boli metido en la boca.
-A ver, más o menos sabemos el aspecto de la chica, ¿te parece si empezamos a buscar entre las personas desaparecidas que tengan entre veinte y treinta años?
-Vale, mientras tu buscas, voy a llamar a Alonso para que se dé prisa con el informe.- Le hago un gesto con la mano para que vaya.
Veinte minutos después, sigo buscando a la chica. Es increíble la cantidad de personas que desaparecen. Siempre me he hecho la misma pregunta, ¿porqué algunos casos de personas desaparecidas salen en las noticias anunciando su desaparición y hay noventa cámaras siguiendo las novedades y otras personas no tienen ese "privilegio"? Todas son personas que necesitan ayuda.
Estoy concentrada en mis pensamientos, cuando se abre la puerta del despacho. No miro porque nadie que no sea Alicia o más conocida en comisaría, como agente Solís, tendría la osadía de entrar sin llamar. Pero me equivocaba, se ve que es el día de los subnormales y no me he enterado. Porque el que entra por la puerta es el rey de todos ellos.
-Cómo te veo un poco despistadilla, te voy a ayudar. La víctima es Laura Martínez. Denunciaron su desaparición hace un mes. Era de Torre del mar, un pueblo de la Axarquía de Málaga. Sus padres y sus hermanos la están buscando desde entonces.- Le miro entre enfadada y asombrada. ¿Cómo le ha dado tiempo?
-Vale, déjame los datos y voy a hablar con la familia. Muchas gracias por tu ayuda, pero no hace falta. Ah, se me olvidaba, antes de entrar en un sitio hay que llamar a la puerta. Se llama respeto.- Mientras digo esto, no puedo evitar poner cara de cabreo, pero se ve que no hace el efecto esperado porque se esta riendo. Otra vez.- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? Lo digo para reírnos los demás.
-Me río de que no te estoy ayudando a ti, sino a una pobre chica que nos necesita. No seas tan egocéntrica. Dado que el caso es de los dos, puedo entrar cada vez que me dé la gana sin llamar porque es algo relacionado con el trabajo. Pero tranquila, el día que entre por esa puerta queriéndote follar no voy a llamar tampoco.- Se cruza de brazos mostrando esos brazos que tiene esculpidos por los dioses y me quedo más trastornada, si cabe.
Cuando consigo reaccionar, creo que es hora de empezar a dejar las cosas claras.
-A ver, niño bonito, has llegado equivocado. Primero, es MI caso.- Recalco el posesivo, a ver si así le queda claro.- Segundo, no tienes que decirme cómo hacer mi trabajo. No soy egocéntrica, pero no recuerdo que nadie te haya dicho que te metas en mi trabajo. Tercero, respecto a lo de follar, estás completamente loco. ¿No has escuchado eso de "donde tengas la olla, no metas la polla". Además, más quisieras que yo me fijara en ti. Ni aunque fueras el último hombre en la Tierra tendría algo contigo. No se qué te has creído.- Tiene una cara burlona que no ayuda a mis nervios, y conociéndome, estoy completamente roja.
-Lo harás. Vendrás pidiéndome que te folle, y lo haré encantado, señorita mala leche. Ahora venga que hay que dar una mala noticia y no me gusta ir solo.- Tendrá cara.
-Dame la dirección, yo contigo no voy ni a la esquina.- Intento coger el papel, pero sube la mano. Al ser mucho más alto que yo, es imposible llegar y eso que yo mido 1,74.
-O vienes conmigo, o voy solo. Tú decides. Aunque conociéndote lo poco que te conozco, vas a venir conmigo.- A mi este tío me pone de los nervios y no en el buen sentido.
-Está bien, pero conduzco yo y te vas a callar durante todo el camino.- Acepta riéndose a carcajadas. Sólo tengo una pregunta,¿- dónde coño está Alicia y porque se ha esfumado?