En la primera cabaña partiendo del fondo encontré a mi amigo Mario propietario de la misma defendiéndose con un bate de béisbol, al verme me abrió paso entre los engendros para que pueda llegar a su cocina donde se encontraba su hija menor, Evelyn una niña de posiblemente doce años, seguidamente me pasó la llave de su camioneta indicándome que abriría camino entre los muertos para que los tres lleguemos al vehículo, pero una mano fría lo cogió del hombro, Mario giró en redondo y vio a un hombre alto y robusto con la ropa hecha girones y manchado de sangre seca, no mostraba señales de herida alguna, pero al mirarle la cara perdió la cordura, el rostro estaba completamente desfigurado tanto que se había convertido en una masa de carne putrida y materia gris sin parecido alguno a un rostro humano solo se notaban unos dientes amarillentos que chasqueaban en su dirección con persistencia, ávido de deborar su carne y el dentellazo fue inevitable arrancando un gran trozo de su antebrazo, le llegó su hora, los muertos alertados por el grito se les avalanzaron, ahí aproveché para llegar rápidamente a la camioneta, sorprendentemente la niña lo observaba todo en absoluto silencio, yo la llevaba en bandolera cogida de la mano.
Con el vehículo en marcha pronto avancé hacia la salida rumbo a la ciudad, a mi alrededor la masacre se desarrollaba con una impunidad diabólica, todo era gritos, llanto y desesperación, algunas personas se lanzaban sobre la camioneta suplicando ayuda, nada podía hacer por ellos, otros se subían a la carroseria pero note que se desvanecian y casi enseguida reacionaban con furia y locura.
Entonces me di cuenta de que si uno de aquellos monstruos te muerde quedas contagiado enseguida, a los pocos minutos mueres y momentos después resucitas como un infame muerto viviente.
Casi a la mitad del camino tube que dar la vuelta porque todo estaba bloqueado, seguramente la gente en su prisa por huir fue sorprendida por las hordas de zombies y no pudieron evitar la tragedia, murieron devorados o se contagiaron, la cuestión es que abandonaron sus vehículos obstaculizando cualquier salida por esta vía. De modo que volví a rodar sobre lo recorrido velozmente hasta alcanzar el puente defensivo y pasar por el, al otro lado el camino se veía despejado, con la supervivencia como prioridad me había olvidado por completo de Evelyn la niña del malogrado Mario, ella permanecía acurrucada en el piso, asustada, temblando y en posición fetal.