Ahora Donna, así le gusta que le llame llora desconsolada mientras busca refugio y seguridad en mis brazos, pero ella se recupera rápido porque posee un estado mental muy despierto y difícilmente se deterioraria frente a este apocalipsis donde los muertos son los nuevos dueños del planeta. Rápidamente busca en la alforja de la montura y me muestra una pistola, me muestra el arma como si se tratase de un trofeo ganado haciendo trampa, compruebo el tambor de carga y descubro que tiene dos balas. Ahora la situación es esta : contamos con una pistola que tiene dos balas y mi llave inglesa; casi nada que es mejor que nada.
Observo sus hermosos ojos negros con firmeza, la beso tiernamente en los labios y le digo que tenemos que regresar a la estancia, posiblemente deben haber personas, además necesitamos armas, comida y agua.
Mi amor es inteligente y entiende la situación, avanzamos despacio con mucha cautela. Los veinte minutos de recorrido fueron tensos pero sin contratiempo alguno, ahí me cuenta que al ver cómo los monstruos se comían a la chica no dudó un instante en tomar el primer caballo que encontró y galopar lo más lejos posible esquivando a los fétidos cadáveres andantes, estaba muy asustada deambulando por los senderos vacios hasta que nos encontramos.
Donna eres increíble, fría como el viento y peligrosa como el mar, que carácter más fuerte, por eso me enamoré de vos, eres intensa y altiva.
Cuando llegamos no había nadie y nos quedamos un momento quietos y en silencio para estar seguros, el lugar estaba regado de sangre seca, de cadáveres de hombres y animales abiertos, mutilados y despanzurrados como si lo hubieran hecho unos locos poseídos por el mismo demonio. Había luna llena porque teníamos una buena visibilidad del lugar.
Cautelosamente nos acercamos a la mansión, ni rastro de vida o no vida. La puerta principal se abrió y yo tomé posición con mi llave inglesa mientras mi amor sostenía el revólver sin el seguro lista para disparar...