Capitulo 1
Dentro de la artista
Mi nombre es Emily Clark. Tengo un sueño que vengo persiguiendo desde hace mucho tiempo. La Música. La música corre por mis venas, y es exactamente lo que quiero hacer. No hay nada en el mundo que me mueva como lo hace el subirme a un escenario con mi guitarra eléctrica. Desde muy pequeña siempre sentí esta necesidad de poner mis ideas y pensamientos en algo relacionado al arte, sentía esta necesidad de escribir mis anhelos, pensamientos, lo que sentía. No me daba cuenta que lo que estaba haciendo tenia nombre y se llama “componer”.
Desde que tengo memoria soy así, escribiendo cualquier cosa que surgía por los laberintos de mi cabeza, desde los 3-4 años, pero no fue hasta los 11 años de edad que tome consciencia de que estaba componiendo las letras de lo que serían mis canciones.
¿Qué puedo decirte de mí?
soy una joven de espíritu libre, con una cabellera rubia como el sol que aterriza desordenadamente sobre mi pálido rostro, sobre todo cuando estoy en el escenario.
Comencé tocando en donde sea que podía, cualquier lugar, a solo la edad de 13 años. Restaurantes, bazares, donde se me diera la oportunidad. Debo confesar que me considero muy tímida, pero cuando pongo un pie en el escenario, joder, ahí me transformo. Y más que nada quiero que sientan algo con mi música, de ahí mi frase que me recuerdan siempre “espero les haga sentir algo”.
Una vez mi ex-novio Daniel le menciono a su familia cuando les conto acerca de mí: "Sus ojos eran profundos y enigmáticos, y llevaba tatuajes y piercings que revelaban su amor por el estilo de vida del rock. Su ropa estaba llena de camisetas de bandas icónicas, chaquetas de cuero gastado y botas pesadas. Cuando subía al escenario con su guitarra en mano, se convertía en una fuerza de la naturaleza, con una voz potente y un carisma que hacía que el público quedara hipnotizado
"Es lindo cuando te aprecian" — Dije en mi mente.
Era algo que no era común en mí, o al menos no que yo supiera, por lo que valoraba cada comentario positivo a mi persona o lo que hago. Desde chiquita me sumergí en la música rock, inspirándose en artistas como Avril Lavigne, Joan Jett y Eliot Smith.
Formé mi primera banda de rock en la secundaria y en mis ratos libres comencé a escribir mis propias canciones. La vida en casa no era para nada buena, por lo que quería desahogarme en mis letras, transmitiendo mis experiencias y emociones a través de la música.
A medida que crecía mi pasión por la música, llegue a tocar en pequeños clubes locales y a ganarme una reputación como una prometedora cantante y guitarrista.
De verdad que por fin estaba encontrándome a mí.
A veces dicen que necesitas primero perderte para encontrarte, y no se quien lo dijo, pero carajo que tuvo la razón. Nunca considere que encajaba en el mundo y su “normalidad”, casi siempre me veían como la chica loca con sus ideas, con sus sueños ridículos que nunca llegarían. Sueños que se romperían en su camino. Miles de veces escuche como decían:
“Niña, tienes que dejar de soñar y aceptar la realidad, no eres ESPECIAL”.
“ESPECIAL”
se grabó a fuego en mi alma, y recordar esos comentarios no hacían más que alimentar mi hambre de éxito, mi hambre de ver como se tragarían sus palabras cuando las puertas de la tierra de las oportunidades llegaban a mí. Nunca dude de mi talento, mi madre (Valentina Clark) fue un gran apoyo durante el proceso y quien me enseño todo lo que se. Ella era una retirada maestra de guitarra que vio en mi lo que no veía en sus alumnos: potencial.
Pero temía que mi éxito fuera frenado por ser su hija. Para nada fue el caso. A la edad de 8-9 años ya me veías a mí, buscando estudios de grabación para darle vida a mis letras, a lo que yo quería hacer con lo ponía en papel. Nada nos detuvo, ni los dueños de los estudios que me veían como una niña jugando a la artista, no era un juego, esta era mi vida en realidad y se los dejaría más claro que el agua.
Y el tiempo termino dándome la razón.
La primera vez que toque fue en Hermosillo, Sonora en un restaurante con temática de futbol americano (nunca he sido fanática de los deportes, pero apreciaba la oportunidad) ahí toque por primera vez mi canción “Nieve de limón” una canción que por el título es tan tierna, pero esconde un significado mucho más profundo del que parece.
A los años ya estaba dando mis propios conciertos, creando una comunidad que me respaldara y me apoyara, mi audiencia, mi gente.
Muchos años más tarde, tuve más y más conciertos. Fue en uno de esos conciertos donde conocí a Daniel Stone, un ejecutivo de la industria musical. Bueno su padre era el dueño de todo, el chico solo estaba aprendiendo del negocio familiar.
"Daniel quedó impresionado por la pasión y el talento de Emily"
Podríamos decirlo desde tercera persona jaja, pero no fue hasta después que me confeso que se sintió atraído por mi energía y capacidad para expresar mis emociones a través de la música. Y sí, me enamore de él. Era apuesto, con unos ojos tan hermosos color miel, una mirada profunda, cabello negro ondulado y una piel algo bronceada que me hacía creer que pasaba mucho tiempo en el sol jugando a algún deporte. Estaba muy equivocada. Bueno no. Carajo, decídete Emily.
Resulta que el chico Daniel Stone solía escribir canciones junto a una guitarra acústica. Pero lo llamaba “un amanecer acústico”. Lo que hacía era ir de madrugada a la playa más cercana, llevar su guitarra, una lámpara que iluminara el lugar oscuro de la noche, un lápiz, su cuaderno y escribir lo que llegaba en el momento, tocar la melodía que llegaba a su mente. Seguir así hasta que salga el sol y sea en sus palabras “El Amanecer Acústico”
Daniel sí que llevaba la palabra de ser un “artista” a otro nivel. Era profundo, astuto, amable, encantador. Te entendía. Te comprendía. El sí que escuchaba En papel el chico perfecto. El sueño de toda princesa, el príncipe encantador armónico.