Amor Eterno

Cap 20.

Desconocido....

—¿Qué es lo que quieres ahora? — dijo mi padre.

Un hombre relativamente jóven, de pelo oscuro y ojos verdes.

— Saber cuando le dirás la verdad — exigí.

Me repudiaba saber que no quería decirle la verdad a la rubia ojiverdes.

Estábamos en mi casa. Él se estaba alistando para ir al hospital hacer turno.

Nacer en una relación fuera de otro matrimonio está muy mal visto, por eso la única que sabe de mi existencia y de la infidelidad de su esposo es ella.

— ¿Esperas que Malia le diga?. Eres un maldito cobarde.

El aludido apretó la mandíbula — Y tú eres un marica —. Escupió. Dió la espalda y siguió arreglando sus cosas, yo lo sigo de cerca.

En realidad ya me acostumbré a ser visto como un bicho raro por la mayoría de la gente.

¿Por qué?

Por no ser exactamente heterosexual y seguir los estándares de la sociedad.

— Quisiera decirte que lo siento, pero no soy Nick. No soy perfecto. Al menos no me someto, cómo lo tuvo que hacer él.

Seguro te preguntarás si conocí a Nick ¿Cierto?.

La respuesta a esa pregunta es: Sí.

— No tengo tiempo para discusiones estúpidas ahora. Debo trabajar —. Sentenció.

— Huyendo como siempre — me mofé — deberías ganarte un Oscar al mayor y mejor cobarde de la historia.

— Sí, sí lo que digas.

Salió de la casa, dando un portazo.

†*†*†*†*†*†*†
 


 

— Hola — saludo, mientras ingreso a la habitación del hospital — ¿Cómo te encuentras?
 


 

Le pregunté a la mujer de ojos azules que se encontraba postrada sobre la camilla de un hospital. Tenía el cabello rubio a un lado, una zona volácea debajo de sus bonitos ojos verdes y un moretón en la frente.
 


 

— Quisiera decir que bien, físicamente y mentalmente no lo estoy — dijo dando un suspiro de cansancio.
 


 

Quisiera decir que la odio o que no gusto de Malia, pero no, no puedo hacerlo. ¿Por qué?
 


 

Simple.
 


 

Porque ella solo fue una víctima más de las mentiras de su marido, mi padre.
 


 

— He insistido a tú ex esposo que le diga la verdad a vuestra hija, pero como siempre: evade el tema — suspiré en agobio.
 


 

Ella posó su vista en mí.
 


 

— Es un egoísta — su voz débil, llena de un sentimiento ensombrecedor: rabia.
 


 

— Lo siento.
 


 

— ¿Por qué? — quiso saber.
 


 

Me encogí de hombros —. No lo sé.... Porque por su culpa estás aquí ahora — negó con la cabeza — en parte también es mi culpa ¿No?
 


 

— ¿Por qué? — preguntó de nuevo.
 


 

— Por arruinar tú felicidad y la de mi hermana y tú familia perfecta — bajé la mirada al piso blanco.
 


 

— Pequeño — su voz era sumamente suave y pausada— tú no tienes la culpa de nada — sonrió ampliamente — además, saber de tu existencia me abrió los ojos.
 


 

— Pero no me siento menos culpable por eso. Al contrario — dije ofuscado por aquel sentimiento engorroso de culpa.
 


 

— ¿Sabes?... Su crianza era del siglo pasado, debía hacer la voluntad de su padre; estudiar medicina. Cuando lo conocí era un hombre muy alegre, educado, y muy guapo — hizo una breve pausa—. Pero cuando su padre le dijo que debía estudiar lo que él exigía o casarse con quién él escogiera.... Derek no lo dudó dos veces y prefirió estudiar la carrera escogida por su progenitor, con la opción de elegir a la mujer que quisiera para casarse — su rostro se iluminó — y me escogió a mí. 
 


 

— Pero ahora es diferente.
 


 

— Lo sé, per... — no terminó la oración.
 


 

La puerta fue abierta de golpe dando paso a Isabella, lucía los ojos hinchados y rojizos, acompañada de Chris.
 


 

Ambos lucían confundidos por verme allí.
 


 

Chris me pone nervioso, es muy atractivo, pero debo mantener las distancias porque se nota que Isabella y él se gustan.
 


 

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Bella.
 


 

Me puse completamente nervioso ante la pregunta, no sé qué responder.  Me sudaban las manos.
 


 

— Ehh... Yo — dije con un hilo de voz. Tragué saliva sonoramente.
 


 

Y me vi patético a mí mismo.
 


 

— Hola, cariño — me salvó Malia — ¿Quién es este chico tan guapo? — preguntó. Al parecer aún no se conocen.
 


 

Dirigió la mirada a su madre.
 


 

— Hola mami — su voz sonó muy aliviada y feliz a partes iguales — ¿Cómo te sientes? — quiso saber.
 


 

Se acercó a la camilla y tomó sus manos entre las de ella. Me giré un poco para darle una mirada de agradecimiento a Malia y salí de allí en silencio.
 


 

— Muy bien — mintió descaradamente.
 


 

—  ¿Qué hacía él aquí?... — escuché qué bombardeaba a su madre de preguntas sobre mi presencia allí.
 


El hombre castaño de ojos verdes, me miró con reprensión cuando cerré la puerta detrás de mi.

— No te avisé para que vinieras a cuchichear con Malia — dijo con semblante taciturno.

— No tengo tiempo para discusiones estúpidas — cité sus propias palabras.

Cosa que lo irritó más.

— Bien. Ahora vete.

— Solo dile la verdad a mi hermana — acusé, apretando mis puños.

Me ví obligado a regresar a casa, después de todo, ya había hablado con Malia y no pintaba más en aquel sitio.

(◍•ᴗ•◍)❤(◍•ᴗ•◍)❤(◍•ᴗ•◍)❤
 


 

Isa.
 


 

—¿Qué hacía Ferman aquí, mamá?
 


 

Estoy alucinando por encontrarlo aquí, sin saber la relación entre ellos.
 




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