-Narra Sebastián-
“Las puertas de esta prisión no abren para mí. Me arrastro sobre estas manos y rodillas. Oh, intento tomarte de la mano. Estoy aterrorizado entre estas cuatro paredes. Estas barras de hierro no pueden aprisionar mi alma. Todo lo que necesito es a ti. Ven por favor, te estoy llamando. Y oh, te estoy gritando. De prisa que me caigo, estoy cayendo…”
-¿Qué es eso? –me pregunta Michel curiosa leyendo lo que acabo de escribir en mi cuaderno.
-La letra en español de Savin me de Nickelback. –me limito a responderle y seguir escribiéndola.
“Muéstrame lo que es ser el último esperando. Y enséñame la diferencia entre el bien y el mal… Y te mostraré lo que puedo ser. Dilo por mí. Dímelo. Y dejaré esta vida atrás. Dime que vale la pena salvarme”
Dejo de escribir y me quedo mirándola. La verdad es que esta canción la escribo por ella, ella es todo lo que necesito para salvarme de esta oscuridad. Al darse cuenta que la estoy mirando me mira y se sonroja, pero sigue con su libro. Estamos en hora libre. La gente no deja de pasar atareada, es de esperarse por ser lunes.
-¿Nervioso por el examen? –me pregunta Michel dejando su libro a un lado.
-Un poco. –me limito a responderle y mirarla a los ojos.
Desde el incidente en mi casa con Karina no ha pasado nada fuera de lo normal, y estoy en paz con eso. Ahora que sé que Jenny puede ver espíritus me siento un poco intranquilo, pero a la vez me reconforta el hecho de que sea como yo, es como si tuviera una parte de mí. Papá ayer llegó borracho a la casa de nuevo, partió unas cosas y golpeó a Karina. Me siento impotente en estos momentos por el hecho de que no pueda hacer nada, pero esto va a acabar en su momento. Lo extraño son mis pesadillas, a veces siento que Henry se quiere comunicar conmigo de alguna forma, que puedo verlo mediante mis sueños… pero luego desaparece. Michel y yo hemos estado más juntos, tengo que admitir que estoy sintiendo algo muy fuerte por ella. Pero cada vez que intento ser tierno ella sólo se aparta… es tan extraña, y la quiero. La quiero conmigo… y no estoy seguro de que este sentimiento sea algo bueno. Creo que voy a salir perdiendo, pero no puedo evitarlo, cada vez se hace más fuerte. Amo su forma de ser, la manera en que me entiende, como halla cada una de mis preguntas y conoce mis respuestas. Sólo quiero protegerla, estrecharla en mis brazos para siempre y nunca dejarla ir. Es extraño porque al tenerla a mi lado está a juego su vida y la mía también ¿Pero qué importa la mía sino es con ella?... No me gusta a donde me están llevando mis pensamientos. Pero de lo único que tengo miedo en estos momentos es de perderla… tal vez estoy siendo egoísta.
-¿En qué piensas? –me pregunta Michel entornando los ojos.
-Nada importante. –le contesto y me paso la mano por el pelo.
-Bueno. Ya tenemos que entrar a clases. Vamos. –me dice sonriendo de lado.
Meto mi cuaderno dentro del bolso y la sigo a clases.
El tiempo del examen se pasó muy muy lento. Una de las primeras en entregar es Michel y yo todavía tengo mi examen dudando en algunas respuestas, pero a la final lo entrego listo… supongo.
-¿Qué tal en el examen? –me pregunta Michel mientras caminamos por el pasillo repleto de gente a la salida.
-Bien ¿y tú?
-Excelente. –me sonríe ampliamente y no puedo evitar sonreírle también de lo hermosa que se ve. –Tengo mucho sueño. –comenta.
-¿Dormiste mal? –le pregunto preocupado.
-Sí. –ensombrece la mirada. –He tenido muchas pesadillas.
-¡Qué raro! Yo también. Bueno, te llevaré a tu casa y así descansas.
-Bien.
Subimos a la moto y me dirijo a su casa. Michel viene abrazada a mí, y si no me equivoco se debió haber quedado dormida ya que siento su respiración bastante pesada en mi espalda.
-Michel. –la llamo para despertarla ya en frente de su casa.
Ella bosteza y se empieza a mover hasta bajarse. La veo pasarse una mano por su ojo somnolienta, apago la moto y meto la llave en mi bolsillo para abrazarla. Me corresponde el abrazo y recuesta su cabeza a mi pecho. Duramos así unos segundos y se me ocurre cargarla hasta la puerta. Ella suelta una risa y saca sus llaves para abrir aún en mis brazos. Entramos a la casa y la llevo a su cuarto acostándola en su cama. Se queda acostada viéndome ir a cerrar la puerta de su cuarto, dejo mi bolso en el suelo y me acuesto en la cama a su lado. Rodea mi cintura con sus brazos y recuesta su cabeza en mi pecho, tiene los ojos cerrados y una hermosa sonrisa en su cara. Suspiro grandemente sintiéndome el ser más feliz del mundo a su lado y envuelto por sus brazos. Muevo mi mano hasta la de ella y la acaricio suavemente y siento como su respiración se vuelve más espesa pero sigue con los ojos cerrados.
-¿En serio te vas a dormir? –suelto conteniendo una tonta risa.
-Sí. Cuando salgas cierras la puerta de enfrente y tira las llaves por debajo. –me dice en un susurro y entierra su cara en mi franela respirando profundamente.
Ahora que lo pienso, creo que lo que le gusta es el olor de mi perfume. Paso mis manos por su cabello mientras me visualizo a mí mismo la mañana siguiente bañándome de perfume. Sí, eso haré. Sonrío para mí mismo y me doy cuenta de que se ha quedado dormida. Sigo unos minutos más en mi posición sintiendo su respiración junto a la mía y su cuerpo aferrado a mí. ¿Quién lo diría? Hace una semana huyendo de su presencia y ahora estoy aquí sin poder apartarme de ella. Me levanto con cuidado de su lado, agarro mi bolso del suelo y salgo de su habitación. Haciendo lo que ella me dijo me dirijo a cerrar la puerta y pasar las llaves por debajo.