—Sabes que eso no debería afectarte ¿No? Al menos no en el sentido que lo hace provocándote celos.
Solté un jadeó de indignación reprimiendo mi deseo de romperle todo el maldito escritorio. ¿Acaso intentaba acabar mi poca paciencia? Es decir eso ya lo sé, no necesito que él me lo recuerde. Aún faltaban como quince minutos para que la sección con mi psicólogo termine y ya no aguanto más estar allí.
Esto es absurdo, nunca pudo ayudarme y nunca lo va a hacer. Lo reitero es una total perdida de tiempo y de dinero.
Había pasado treinta minutos contándole acerca de mi malestar por haber descubierto que mi padrastro posiblemente tuviese novia dando miles de razones por las cuales no debería estar con ella, ya que seguro se trataba de una trepadora oportunista que solo pretende jugar con su débil corazón pero él me sale con ese tonto comentario. ¿Es lo mejor que se le ocurrió decir?
— ¡Pero me afecta de acuerdo! Y detesto que quieran interferir en mi amor por él. Ella tratando de ligar con Nahuel y tú buscando la manera de cambiar mis sentimientos por él.
— ¿Por qué crees que quiero cambiarlos?
Mordí mis labios con frustración. Lo malo de los psicólogos es que siempre logran sacar lo peor de uno, o al menos así lo veo yo.
— Pues...porque...
— Por favor, no hables desde el enojo. Sólo responde con lógica Boris — me interrumpió dejándome con las palabras en la boca solo para evitar que siga escupiendo todo mi fastidio así como así, mientras mantenía su clásica expresión inmutable como si nada le afectara.
¿Responder con lógica? Vaya. Si, sabía lo que pretendía. Él quería que lo dijera en voz alta, que me escuchase a mí mismo y quizás pueda autoconvencerme.
— Porque
— Vamos dilo — me insistió, tranquilo. Yo lo miré por debajo de mis pestañas a la vez que iba destensando mi entrecejo ¿Qué más daba? No diría nada que no supiera ya.
— Porque está mal — ahora fijé mi mirada en un punto del suelo, la angustia distinguiéndose en mi voz. Asumirlo había dolido más de lo que creí — Porque esos sentimientos no son correctos.
— Así es
Creo que ésta fue la primera vez que lo ví sonreír en lo que llevo de conocerlo como si se sintiera conforme con su trabajo. Es que aquello siempre solía decirlo él, yo nunca asumí que fuera un error de hecho vivía discutiendolo. No obstante no debía alegrarse de más.
— Pero aún así no puedo cambiarlo — me adelanté antes de que agregué algo — Ya lo intenté miles de veces y como bien sabes no lo pude lograr. No importa lo que haga el resultado siempre será el mismo
— Quizás no lo intentaste lo suficientemente
— ¿Eh? ¿Cómo que no lo intenté?
— Quizás no te esforzarse tanto como crees — dijo mientras consultaba unas cosas en su cuaderno a la vez que anotaba otras — En tu lugar aprovecharía ésta situación para tratar de hacer a un lado todos esos sentimientos y dejarlo que sea feliz con esa mujer ¿Crees que puedas hacer algo así?
Hice de todo para fingir neutralidad al oírlo decir eso.
— Él jamás será feliz a su lado
— ¿Por qué?
— Porque él me...me...
—¿Te prefiere a tí?
— Él sabe yo jamás la aceptaría, así que no podría estar con ella sabiendo que yo no estoy de acuerdo — no podía contarle que nos habíamos acostado así que eso fue lo mejor que se me ocurrió.
— Entiendo, entonces pongamos un hipotético caso, supongamos que él se enamora de tí también ¿De verdad le ves futuro a eso? ¿Crees que puede funcionar algo así? Ustedes dos no están separados del mundo ni de la sociedad, convivien en ella aunque no lo quieras entender. Y nunca jamás nadie aceptara una cosa así. Una relación entre hombres y más aún siendo padrastro e hijastro al estilo romántico no será bien vista jamás de ninguna manera racional. Así que no solo tú serías infeliz sino que él también lo sería ¿En serio quieres eso?
— ¡Cállate! ¡Tú no sabes nada! ¡No te importa nuestra felicidad, solo te importa cobrar por escucharme! — me levanté violentamente tomando mi mochila que yacía sobre el piso junto a mi silla poniéndola sobre mi espalda ignorando su expresión de preocupación — Me voy, adiós — Sentencié dando por finalizada la sección de hoy. Era evidente que no llegaríamos a nada, podía repetirme ese maldito discurso pero nada cambiaría en mi.
Así como sucedía algunas veces cerré la puerta del consultorio con demasiada fuerza haciendo repintar a más de uno de los que aguardaban en la sala de espera.
Quise decirles que no pierdan su tiempo con este psicólogo que es un fraude pero no lo hice, al final me abstuve y solo salí del lugar. Afuera busque instintivamente el auto de mi padrastro pero no estaba ¿Por qué no me sorprendía?
Que haya tenido sexo no significaba que las cosas entre nosotros fueran a cambiar de un día para el otro y él no acostumbraba a buscarme.
Además seguramente tiene algo más interesante que hacer con esa desgraciada. Con el pasar de las horas mis emociones iban empeorando. No quería ni imaginar cómo me sentiría al finalizar el día.
Tardé bastante en llegar a casa, lo cual no era tan malo si lo pensaba al menos así pude retrasar un poco el tener que conversar con Nahuel sobre lo que ví en su teléfono está mañana. Mi corazón se estrujaba de solo imaginar que él haya encontrado un nuevo amor, que no era yo, tras la muerte de mi madre, no estaba listo para oír su confesión.
Es que en el caso de que él haya decidido estar con una mujer yo debía asumir que lo de anoche fue algo sin transcendencia y una gran mentira. Él dijo que me amaba y aunque le había creído parece que no fue verdad. Sin embargo en el mensaje de voz de hoy me confundía más, si sus sentimientos no eran reales ¿Por qué seguir ilusionandome absurdamente?
Mierda ¡El mensaje!
Recordé entonces que nunca se lo respondí, entre los profesores que no parecían distraerse un minuto y mis amigos que no me dejaban solo un puto momento, no tuve oportunidad de enviarle nada. Y luego, al salir de clases, simplemente me dirigí al consultorio de mi psicólogo lo más rápido que pude porque sabía que estaba llegando tarde.