Amor Imposible

Traición

Había pasado casi un mes y las cosas entre mi amado Nahuel y yo mejoraron sobremanera. Todo marchaba estupendamente bien. Nos amabamos tanto que no podía hacer otra cosa más que reír de la felicidad.

Mi dicha era tal que prácticamente no recordaba cómo era mi vida lejos suyo. Solo deseaba amarlo y tenerlo en mis brazos continuamente. ¿Por qué demonios era tan apetitoso dios mío?

Por supuesto que seguí frecuentando a mis queridos amigos Sigfrid y Maxi quienes no solo estaban en pareja sino además habían formalizado la relación. Excelente, me alegré por ellos.

Aunque no les había dicho que había vuelto con mi padrastro, o mejor dicho que nunca lo dejé. Y eso era un espina que tenía clavada en mi alma. No podía ser del todo sincero con ellos, porque conocía sus reacciones y honestamente no estaba dispuesto a soportar sus opiniones racionalmente negativas.

De todas maneras me divertía con ellos eludiendo el tema del amor. Les había dicho que me distancie de Sara y por ende no quería que me pregunten nada sobre ella. Eso sí que lo entendieron y respetaron mi decisión por suerte.

Solíamos juntarnos cada tanto a la salida de mi trabajo a tomar una cerveza para no distanciarnos. Esas amistades me hacían muy bien en verdad. No me sentía tan solo y aislado del mundo. Además los queria mucho ya que siempre serían mis mejores amigos.

En verdad los necesitaba, luego de lo que había experimentado, era indispensable para mí tener contacto con alguien ajeno a mi trabajo y a mí padrastro.

Pero debí saber que Sara no se quedaría quieta luego de nuestro distanciamiento. Esa tarde había quedado en verme con mis dos amigos en el bar de siempre. Festejaríamos el cumpleaños de Sigfrid.

Llegué en mi auto y cuando entré la ví. Sara estaba con ellos y algunos de mis ex compañeros del colegio sonriendo feliz.

Cuando ví a Sigfrid lo supe, su mirada hostil y reprobatoria me dolió en el alma misma. Luego ví la burlista mirada de Sara, la chica que seguía amando, disfrutando de su evidente traición.

Maxi era el único que me miraba de forma amistosa y compasiva. Intentó venir por mí pero su novio Sigfrid lo detuvo sujetándolo del brazo. Los demás, incluyendo a Iván,  me miraron de la misma forma en que lo hacía Sigfrid.

Aquello me dolió tanto que hasta yo mismo me sorprendí. La traición de Sara y la incomprensión de mis ex compañeros y mi amigo desintegró mi alma al completo.

¿Hasta cuándo por dios? ¿Hasta cuándo intentarían matarme por éste amor la maldita sociedad?¿No bastó estar al borde de la muerte ni de la locura? Al parecer no.

—¿Qué haces aquí Boris? – me dijo Sigfrid.
— ¿Que no tienes una cita con tu padrastro? — dijo Ivan provocando risas burlistas en los demás menos en Sigfrid y Maxi quienes permanecieron serios.

Miré a Sara dolido y ella elevó el mentón envalentonada  mientras me decía con frialdad:

— Tenían derecho a saber con quién estaban tratando Boris. Todos deben saber la clase de persona que eres y con quién tienes sexo. No me mires así.

— Debí dejar que recibas esos balazos aquel día, en vez de ponerme en el medio y recibirlos por tí. ¿Qué clase de persona soy dices? Soy quien estuvo dispuesto a dejarse matar por tí Sara. — Luego miré a Sigfrid — Ahora sé qué clase de persona eres tú Sigfrid. — finalmente los miré a todos — ¿Acaso creen que me importa sus patéticos prejuicios y opiniones luego de todo lo que pasé? ¡Estuve al borde de la muerte un par de veces por dios! ¡Y para rematarla estuve perdido mentalmente por ocho malditos meses, encerrado en un psiquiátrico!

— Boris eso podemos entenderlo y hasta ayudarte a salir adelante otra vez, pero lo de tu padrastro.... — había empezado a decirme Maxi.
— No me importan sus malditas ideas y opiniones. Veo que venir fue un error. Felicidades Sara, lograste alejarme de mis mejores amigos. Lo bueno de ésto es que no te veré nunca más maldita traidora. Mi padrastro me salvó de una arpía como tú.

Luego dí media vuelta y me fuí. No los volvería a ver nunca más a ninguno de ellos. Eso lo tenía muy claro. Subí a mi auto pero el celular sonó. Al ver quién era no reconocí el número. Atendí.

— ¿Hola?
— ¿Boris?
—Si  ¿Quién habla?
— Soy Shinki, primo de Sigfrid.

Lo que me faltaba, el primo de Sigfrid llamándome. Pero ¿Cómo demonios tuvo mi número?

— ¿Shinki? Vaya ¿Cómo supiste dónde encontrarme?
— Tu padrastro me dió tu número.— eso sí que fue una sorpresa para mí — Viene junto con mi padre por un tiempo a ésta ciudad.

— Vaya. Te recuerdo Shinki. 
— Me gustaría verte 
— No se si eso sería una buena idea Shinki. No estoy en buenos términos con tu primo Sigfrid
— No me importa, él y yo somos personas diferentes.

Respiré profundo, en verdad necesitaba hablar con alguien que no sea mi padrastro sobre ésto. Necesitaba de nuevos amigos. 
— ¿Dónde quieres que nos veamos? Estoy disponible.

Shinki me dió la dirección de un nuevo bar que habían inaugurado en la ciudad. Colgué y me dirigí ahí. En cuestión de minutos estuve entrando al lugar.

Ahí estaba Shinki esperándome. Me senté frente suyo y empezamos a conversar de cosas sin importancia al principio. Pero en un momento determinado él me dijo:

— Dime ¿Qué te pasa Boris?
—¿Por qué lo preguntas Shinki?
— Nada en especial

Algo me hizo detenerme y no decir nada, después de todo él era primo de Sigfrid ñ Seguramente estaría al tanto de todo. Fruncí el ceño.

— ¿Por qué estás conmigo y no con tu primo siendo hoy su cumpleaños? — pregunté
— Sigfrid y yo hace tiempo que no nos llevamos bien. De hecho somos dos desconocidos. 
— ¿Por qué? 
— Digamos que él....me traicionó hace tiempo. Te dije, somos personas diferentes.

Suspiré profundo, Shinki parecía sincero y yo necesitaba de un amigo. La angustia amenazaba con devorarme por dentro. Miré para otro lado meditando al respecto. Tras breves instantes lo miré y le conté todo. No me guardé nada.




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