"Lunes otra vez...", cantaba un famoso dúo argentino en los 80's. Despertarme fue un martirio, el insomnio no dejó de molestarme durante toda la noche. Si logré dormir tres horas, es mucho.
No puedo sacar a Jimin de mi cabeza. Desde que se fue, todo se siente vacío... La cama especialmente. Estoy acostumbrada a estar sola y no tengo problemas con eso, o al menos no los tenía hasta la noche del sábado. De alguna manera, estaba resignada a que así iba a ser mi vida por el resto de mis días. Desde que llegué aquí, no quise estar con nadie. Aproveché mis posibilidades de soledad para evitarlo, pero Jimin se tuvo que cruzar en mi camino para dejarme totalmente confundida acerca de lo que quiero realmente. En este momento no lo sé.
El domingo realmente apestó, si me preguntaran diría que me lo pasé triste como perro sin dueño. No tuve ganas de hacer absolutamente nada. Sólo me quedé mirando el techo pensando en el tremendo desquicio que tengo en la cabeza, la ansiedad volvió a hacer su aparición, a pesar de que ya la creía superada.
En unos minutos debo salir para firmar ese bendito acuerdo y, de paso, almorzar con el grupo. Los dos que me faltan me ponen nerviosa, sobre todo Taehyung, el no pudo conocerme antes de que a Jimin se le metiera en la cabeza que era una excelente idea meterse conmigo, así que no tiene la menor idea de quién soy. Probablemente tenga ideas preconcebidas acerca de mí. Equivocadas, seguramente. Buen momento para conocer al mejor amigo... No sé por qué, pero tengo un mal presentimiento.
En el taxi, de camino a la compañía, me coloco los auriculares (que van conmigo a todas partes) para escuchar algo de música y no tener que pensar en nada de lo que está a punto de suceder. Futurismo, go away. Al llegar, guardo mis auriculares en mi bolso, le pago al taxista y, de nuevo, me encuentro frente a la puerta giratoria. Otra vez dentro del casting.
Me dirijo hacia la recepción. Como un Deja Vu se repiten todas las escenas de la primera vez, ahora sólo resta sentarme a esperar. Miro para todos lados, buscando a Jimin, pero sólo lo reconozco en algunas de las fotos que adornan las paredes. Nada de su presencia por ninguna parte.
La recepcionista me indica que es mi momento de pasar, le muestro la tarjeta de invitado al guardia detrás de las puertas vidriadas y, nuevamente, tengo un encuentro cara a cara con la secretaria modelo que, sonriendo cual Mona Lisa, me deja pasar a la oficina del señor Lee.
— Victoria ssi, bienvenida otra vez— el señor Lee, esta vez se levanta para estrechar mi mano.
— Gracias señor Lee, es un placer— estrecho su mano y al soltarla me indica que me siente, con sólo un gesto.
— Aquí tengo el contrato de confidencialidad ¿Quiere leerlo antes de firmar?— estirando su brazo, me alcanza los papeles. El contrato es larguísimo.
— Si, deme un minuto por favor—le pido. Es como leer los términos y condiciones de las páginas de internet, pero estos son serios y si no los cumplo puedo tener problemas muy reales. Es mejor leer con atención este tipo de papeles legales.
En el medio de la lectura, aparece la famosa cláusula que va a poner mi existencia patas para arriba: "La parte firmante se compromete a no divulgar/publicar/utilizar información sobre la vida privada del interesado, Bangtan Sonyeondan. Si así no se hiciese, el abajo firmante enfrentaría una pena de juicio por difamación y perjuicios"
«En resumen, me tengo que esconder como una criminal», pienso. Un suspiro se me escapa sin querer. Sabía que existe alguna especie de contrato con los grupos acerca de esconder sus citas o relaciones, entiendo el por qué, pero por alguna razón me da escalofríos pensar en vivir debajo de una piedra. En fin, no puedo negarme a firmar esto. Sería sospechoso para el señor Lee y no quiero causarle problemas a Jimin.
El señor Lee me alcanza una birome, pongo mi firma, aclaración y número de documento. «Estoy condenada»
— Excelente, Victoria ssi. A partir de este momento es parte oficial del staff, aunque sea por fuera de la compañía. Espero que trabajemos bien juntos— dice, dándome su mano de nuevo en señal de que me puedo ir. Le doy la mano también. Cuando estoy a punto de irme, agrega— Los chicos están en su comedor privado, pregunta en recepción. Ah, tome esto— me entrega una tarjeta con mi foto (que no sé de dónde sacó, pero está bastante bien, al menos no parezco una presidiaria)— presente esto antes de pasar, a partir de ahora puede ir a donde quiera.
La tarjeta tiene mi foto, centrada en la parte de arriba, debajo dice "BTS Staff" con mi nombre escrito en Hangeul. «OK, que sea lo que tenga que ser»
— Muchas gracias señor Lee. — comienzo a retirarme de su oficina, dedicándole una pequeña reverencia antes de salir.
Caminé unos pasos, sólo para toparme con Jimin esperándome, apenas pasando el escritorio de la secretaria del señor Lee.
— Hola Noona— se acerca a mí sonriendo, cómo si nadie lo estuviera viendo.
— Jimin ¿Estás loco o qué?
— ¿A qué te refieres?— pregunta, totalmente ajeno a la situación.
— A que no era necesario que vengas a buscarme, no podemos dejar que nos vean juntos como si nada aquí dentro- «¿Cómo puede ser que no entienda la situación? Nadie mejor que él debería saberlo»
— Pues... Puedo ser tu guía turístico, Noona
— No me digas Noona aquí Jimin. Mantengamos la formalidad al menos hasta que salgamos de este sector — me está haciendo sentir realmente incómoda en este momento. Cualquiera puede pasar cerca nuestro en cualquier momento y no quiero quedar en evidencia.
— Está bien, está bien... Perdona. Sólo es que estaba ansioso por verte de nuevo así que...
— Calla, Jimin ssi —lo interrumpo sonriendo y, con disimulo, le doy un codazo en el costado.
Caminamos en silencio, al pasar por el lobby todo el mundo nos miraba, o al menos así lo sentía yo. «Maldita sea, Jimin. No necesito ser el centro de atención, sobre todo después de haber firmado ese estúpido contrato». Quizás no nos estuvieran mirando en realidad, pero mi paranoia estaba en su punto máximo, en cualquier momento iba a sufrir un ataque de ansiedad. Lo veía venir.