Amor Interesado [+15]

CAPÍTULO 1

Sus dedos palpaban la suave y cálida piel de la fémina, mientras sus labios recorrían sus clavículas y senos, tocando este con sus manos sus muslos y cintura. Ambos gimiendo sin poder controlar aquel caluroso momento, uno lascivo y promiscuo, como pecaminoso; su pelvis era movido de atrás hacia delante, originando en aquella mujer un desorden mental, llevándola a un mundo sin preocupación o estrés.

—Ah~ —la joven tomaba entre sus dedos los cabellos semi-ondulados de su acompañante sexual casual de aquella noche. Pudiendo ver el techo beige, experimentando lo que años atrás dejó de sentir con su ahora prometido, jadeando en el oído de otro hombre, compartiendo no sólo suspiros cansados y airados, sino también, una cama, una noche.

Aquel joven elevó su rostro para deleitarse de la imagen que tendría aquella mujer teniendo por primera vez sexo con otro hombre a parte de su prometido. Y fue un ascenso a su orgullo, sintiendo cómo lo aprisionaba con sus muslos al tener un orgasmo, sintiendo también las uñas de esta sobre su piel, rasgando.

Las delgadas sábanas blancas que cubrían sus pieles cayeron al suelo tras levantarse y colocarse el bóxer. Viendo con indiferencia a la mujer que lo veía con lujuria ardiente, como si en su vida hubiese estado con un hombre que provocara en ella un sinfín de emociones. Sonrió burlesco.

Se acercó a esta y posó sus ojos sobre ella.

Para cualquiera ello resultaba aturdidor y embelesador, que provocaba un nerviosismo y excitación incomprensibles. Ella no era la excepción, quedar siendo vista por aquellos ojos celestes como las aguas cristalinas que no han sido tocadas por el hombre era un golpe letal en su desinhibición; queriendo probar nuevamente el fruto prohibido del adulterio.

Se aferró a las delicadas y suaves yemas de los dedos del joven, quien acariciaba su mejilla izquierda con embeleso.

Era un panorama sublime para Liam Fletcher, que muchachas quieran volver a compartir cama sabiendo que sólo eran de una noche. Distanció sus cuerpos, colocándose los pantalones chándal de algodón, quedándole no tan ceñido a su cuerpo.

—Deberías irte, tengo trabajo que realizar —y aquel fue el instante que apagó las llamas del deseo de aquella mujer hacia este. Cómo alguien tan cálido y seductor podría volverse un calculador y manipulador, tratándola con bellas palabras tan solo para acostarse con esta, sintiendo la susodicha el peso de sus actos.

Llegando luego a ella millones de situaciones que se entablarían respecto a su tardía, muy tardía con la hora que llevaba, aparición en la velada que su prometido le había preparado para su aniversario; desacomodó sus cabellos llena de frustración e inquietes al no encontrar una buena excusa para este acontecimiento.

Era claro que había hecho añicos su futuro matrimonio con el heredero de la empresa Amsoft, y toda su vida se reducía a un trabajo duro y cansado.

Lo cual no era una posibilidad para ella.

—Mierda —se levantó rápidamente y buscó su ropa interior, colocándose inmediatamente las prendas restantes, quedando la blusa mal colocada tras no habérselo abotonado bien.

—¿Un compromiso al cual no asististe? —le mostró una sonrisa pícara y victoriosa, notándose el egocentrismo a millares, le extendió un vaso de cristal transparente con agua dentro, tanto para la resaca de anoche como para la maratón que tendría que correr para encontrar a su prometido derrotado, agotado y enojado, claro, ello si aún continuaba esperándola.

—Jódete —tiró el vaso frustrada, tomando luego su cartera yéndose hacia la salida del departamento que le pertenecía a su compañero sexual de aquella noche.

—Recuerda que tú también estabas teniendo sexo conmigo —entonó con sorna, yendo tras ella para cerrar la puerta y que hiciese de su vida lo que fuese. Suspiró envuelto en ira tras ver la alfombra de felpa debajo de la cama mojada como las sábanas sucias debiendo ser lavadas—. Te odio, te odio, te odio —tomó su rostro con sus manos lleno de rabia—, ¡te odio Liam! —gritó moderado, no queriendo exaltarse sin servir de algo.

Tomó las sábanas y las colocó en la lavadora, presionando los botones correctos para la tela.

Se colocó en el escritorio, sentándose en la silla giratoria y cómoda, la cual se encontraba justo al lado de su cama, no habiendo tanto espacio para moverse plácidamente como otros hombres adinerados teniendo la vida fácil.

Removió sus cabellos y giró sobre la silla, con la espalda sostenida al espaldar del asiento, viendo el pequeño departamento, recordando fragmentos de la noche anterior y la de hoy. Volvió su mirada a la computadora que ya se encontraba prendida, abriendo una carpeta y luego releyendo lo ya escrito horas atrás.

Sin saber cómo debía continuar la novela, por dónde empezar y cómo avanzar el desarrollo; o si era él mismo quien relató oraciones anteriores, porque le resultaba distante a cómo era la sintaxis con las ideas que se le venían y colocaba. Abrió un cajón del escritorio y sacó la cajetilla de cigarrillos, tomando uno entre sus dedos, prendiéndolo con el encendedor metálico a lado de la cajetilla.

El humo que salía de este le brindaba una tranquilidad escalofriante, sabiendo cómo se volvía dependiente del narcótico lenta y agresivamente, importándole poco a su subconsciente que se dopaba de paz al probarlo. Sus dedos se posaron sobre el teclado de la máquina, yendo en direcciones inconstantes, dándose una seguridad poco coherente al consumir aquel cigarrillo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.