Todos los días la pasábamos genial, escuchábamos música todas las tardes mirando el atardecer en una colina muy hermosa del pueblo, a hablar de cualquier tema, simplemente era perfecto ese momento.
Una de esas tardes estábamos tirados y a él se le subió un poco la polera con el viento y le vi un inmenso hematoma en la espada, le pregunte toda la semana y él cada vez me decía:
“Me caí en skate, deja de ser tan paranoica” siempre con su tan hermosa forma de tratar a la gente.
A mi casi nunca me trataba así, pero era algo como “natural”.
Por alguna razón, no le creí pero no insistí más.
Y ese fue unos de mis errores.
Me enseño a andar en skate, estuvimos toda la semana andando, él me sujetaba siempre, jamás me dejo caer, nunca.
En una semana pude andar los primeros centímetros yo sola según él yo era demasiado lenta. Yo le dije que era un mal profesor.
Él se rio, esa risa ronca que jamás olvidare. Y se excuso diciendo: “nunca le había enseñado a nadie, no te quejes”
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Editado: 01.12.2020