Comenzaron a ensayar, cada uno manteniendo su distancia, siguiendo las indicaciones de Jazz. La tensión entre ellos era palpable. En un momento, Jasper se quedó callado y bostezó, lo cual llenó de ira a Alana.
—Oye, ¿Puedes por favor, ser un poco más profesional? —insistió Alana, furiosa, de verdad que este "papel" le iba a desarrollar bastante la paciencia. Jasper la miro, y justo al contestar, Jazz cerró los micrófonos.
—Estos dos se nota que no funcionarán —dijo Jazz, cerrando sus ojos y reposando su cabeza sobre la consola.
—Demosles una oportunidad Jazz —mencionó Alejandra, con ojos preocupados y optimistas—. Deben hacerlo, sino, sus carreras estarán acabadas.
Jazz resopló, no podía negarsele nunca a Alejandra, así que pidió toda la paciencia que pudo al cielo y abrió los micrófonos, inmediatamente se escuchaban gritos, y por el talkback, dijo: —¿Ya dejaron de pelearse los nenes? A mi no me pagan por cuidar críos, así que o graban o se van.
Alana se quedó callada y suspiró, se había repetido a si misma que no se iba a dejar encender la rabía por el tonto de Jasper, pero había sucumbido a sus provocaciones, sentía un poco de vergüenza.
Alana soltó un gran resoplido y empezó a cantar, si Jasper no lo hacía, no le importaba, ella iba a ser lo que pudiese y lo que le tocase.
Jasper era como un niño de preparatoria, como si nunca hubiese crecido. Pero en el fondo, solo estaba completamente herido, y Alana, era un nombre que guardaba en su jaula de resentimientos. Estaba cansado de fingir, pero, necesitaba el dinero, necesitaba triunfar, sino, todo lo que había sufrido hasta ahora sería en vano. Jasper intentaba mantener esta actitud fría y desinteresada pero era más sagáz de lo que se veía.
Jasper intentó calmarse y actuar solo una vez más, por este día, por este trabajo.
Poco a poco, Jasper se incorporaba rappeando, no podía dejar su nombre profesional tan bajo, menos con Jazz, que era uno de sus ingenieros favoritos.
A pesar de las dificultades, despues del regaño de Jazz, la música comenzó a obrar su magia. A medida que Alana y Jasper se sumergían en la letra de la canción, sus voces se unían en una armonía inesperada. La melodía parecía tener un efecto calmante, suavizando las asperezas y de alguna forma creaba un espacio de conexión entre ellos.
—Eso, eso me gusta, que fluyan— dijo Jazz—. En la música no hay espacios para las diferencias, traten de unir su arte.
Jasper estaba disfrutando. Se estaba dejando llevar. Alana igual. Sorpresivamente, luego de un rato, los dos enemigos ya no existían, solo existían artistas, haciendo música, expresando su arte.
—¿Quién lo diría? —empezó Jazz—. Sus voces se complementan mucho, suenan muy bien.
Alana y Jasper, conforme avanzaban, se sorprendieron al descubrir que sus voces, a pesar de la enemistad entre ellos, se complementaban de manera inesperada. Quizás no eran tan diferentes después de todo.
El ritmo de la música parecía suavizar las barreras que habían levantado entre sí. La canción era especie de un R&B Soul con Rap. La letra y el ritmo de la música parecía suavizar las tensiones que habían levantado entre sí. Aún más porque también improvisaban. Cada verso, cada nota cantada, lentamente iba borrando la barrera que estaba construida entre ellos.
Poco a poco, conforme cantaban juntos, compartían la interpretación de la canción, algo parecía diferente... al menos para Alana. El resentimiento comenzó a ceder paso a una extraña complicidad, mientras trabajaban para darle vida a la canción.
—Canta la tercera y yo la quinta —, le dijo Jasper.
—De acuerdo —, le respondió Alana, calmada.
Las horas de trabajo se convirtieron en un viaje musical. Entre tomas, compartían ideas, discutían la interpretación de la letra y la cambiaban. Entre tomas, Fe, quien se había dormido desde que llegaron al estudio, se había recién levantado de tomar una siesta muy profunda en el sofá y se acercó a la cabina de grabación.
—Se escucha súper —, dijo Fe con voz dormilona, a lo que Alejandra asintió. Fe le sacó los pulgares a su mami en forma de aprobación
Alana sonrió, feliz de ver a su hija interesada en lo que estaba haciendo, aunque estuviera un tanto incómoda con la situación ya que, realmente era difícil para ella que más personas se enteraran de Fe, pero sin querer, ambos reían con complicidad ante los ocurrentes pasos de baile que había empezado a hacer Fe.
Poco a poco, la hostilidad inicial se fue transformando en una especie de tregua, un entendimiento donde la música era el único lenguaje que ambos comprendían a la perfección, en ese instante. A medida que avanzaba la sesión, Alana y Jasper, a pesar de las dificultades iniciales, encontraron quizás, un atisbo de resolución y confianza.
—Listo, terminamos por hoy. —dijo Jazz—. Buen trabajo.
Alana suspiró, había sido un día agotador, y aunque sonara extraño, finalmente le había agradado la forma que había tomado la canción, ella y Jasper tenían influencias musicales diferentes, pero similares, era una contradicción que encajaba.
Al finalizar la jornada, se despidieron con una leve sonrisa, reconociendo silenciosamente que habían logrado algo más allá de lo musical. Sin embargo, Jasper volvió a su mirada fría, no podía ablandarse solo porque había hecho algo bueno con Alana.
Alana notó el cambio de actitud de Jasper y solo negó con su cabeza, manteniendo una sonrisa, habían cosas que de verdad nunca cambiaban.
Mientras salían del estudio, Alana tomó la mano de Fe y miró a Jasper de reojo, notando un gesto mínimo de orgullo en su rostro.
Habían comenzado como enemigos, pero tal vez, solo tal vez, habían encontrado un atisbo de conexión a través de la música.
Esa noche al llegar a casa, le comentó a Nani cómo había ido la sesión de grabación, Alana se sentía diferente. La experiencia compartida con Jasper la había conmovido más de lo que esperaba. A pesar de las diferencias irreconciliables que los separaban, un atisbo de esperanza se había abierto paso en su corazón.