Amor o Venganza...

CAP 3. LAS SANDALIAS

Kansu.

 

—Auch... Auch.— tuve una sensación de dolor, tenía debajo de la planta del pie un raspón que estaba sangrando. Alaska me sentó en una banca y me revisó, pero apenas me tocó en el raspón me puse a llorar y pensé en lo patética, lo débil y frágil que era, estaba llorando solo por un raspón.

 

—No deberías caminar así, hay muchos filos en el suelo.— Alaska me dijo preocupado. Si él se pone así por un raspón en el pie ¿Cómo se pondrían mis padres?...

 

—Oyé allí hay una tienda de zapatos, voy a llevarte allí y tú elijes los zapatos que quieras.

 

—Bien, por favor ayúdame a pararme.— me gustó mucho su idea, pero aún así sabía que lo decía para hacerme sentir mejor.

 

— Nada de eso, ven, pon tus brazos en mis hombros y agárrate fuerte.— quedé estupefacta con sus palabras.

 

Al final asentí. Puse mis brazos alrededor de su cuello y el me alzó sin el mínimo, pero no se dió cuenta de que uso mucha fuerza para levantar un cuerpo tan delgado y liviano, que me acercó a su boca; en teoría no fue un beso pero si fue un roce.

 

—Disculpa, creo que hoy ya te metí en demasiados apuros.— el se merecía más que una disculpa, y más por todo lo que le hice pasar.

 

—No te preocupes.— Su actitud era algo extraña, era como si él "casi beso" no hubiera pasado.

 

Definitivamente aquel hombre era de un gran corazón, noble y preocupado por los demás, me llevo a la tienda y hay me bajo.

Mire una cantidad enorme de zapatos, sandalias, botines, zapatillas, tacones, botas... En fin, ese era el hogar de los zapatos...

 

Me decidí por unas sandalias, se veían muy bonitas y no eran tan costosas. Alaska insistió en que él me las colocará, me sentía inútil pero al mismo tiempo era un lindo gesto.

 

—Mira Ömer, él le pone los zapatos a su esposa y tú ni siquiera me ayudas con mis juanetes ¡¡Caramba!!— una pareja de ancianos se nos acercó y empezaron a discutir.

 

— Feriha deja de decir tonterías, ya estamos muy viejos para discutir de eso, además yo soy un caballero, tanto que me he aguantado tus berrinches desde hace 53 años. Un hombre como yo no lo encuentras a la vuelta de la esquina.

 

— Ömer Faruk, creo que los achaques y la vejez te están afectado la memoria, si los pedos fueran poemas tu serias Shakespeare.

—¡¡¡¡¡Feriha!!!!!

—En fin. Hija te deseo lo mejor en tu matrimonio.  Y muchacho, espero que durante su tiempo juntos nuca olvides esos gestos de amor como le pasa al imbécil de mi esposo. Hombres como tú no se encuentran a la vuelta de la esquina.

 

—¡¡¡Feriha ya basta!!!

 

Los ancianos se alejaron mientras yo tenía mis mejillas rojas como tomates, y Alaska se estaba riendo.

 

— ¿De que te ríes? — le pregunté mientras el terminaba de ponerme los zapatos.

 

—Es increíble que nos confundan con una pareja de casados. Pero creo que tengo mucha suerte de que mi supuesta esposa sea una mujer tan bella y alocada.

 

De nuevo me sonroje por su comentario, pero más por el tono de voz tan masculina y varonil que tenía.

 

— jajaja, si es increíble, pero al mismo tiempo hermoso que lleven tanto tiempo casados. Debe ser lindo encontrar a tu verdadero amor y envejecer junto a esa persona sin que nada ni nadie los separe.

 

— Sí, debe ser maravilloso, pero no todos tienen la misma suerte. — En esa frase la vos de Alaska se volvió fría y distante y su mirada estaba muerta. Cambio mucho con mi comentario, eso me asusto un poco

 

—Bien Kansu ya quedaste.

 

— ¡¡Wow son bellísimas!!Muchas gracias— en ese momento yo parecía como la niña a la que le compran unos zapatos por primera vez.

 

—Y bien cuanto te debo?

 

— ¿Deberme?, Kansu no necitas pagarme nada, ayudarte en tu extraña y loca aventura lo hago con mucho gusto.

 

—Pero al menos cuanto te debo de los zapatos?— No podía aceptar tal cosa después de todo lo que hacía hecho por mí y de todos los problemas que le había causado.

 

—Si tanto quieres pagarme que tal un baile por Al Kebir (Fiesta Grande). — nunca nadie me había invitado a bailar, se sintió extraño pero después de todo tenía que pagarle de algún modo.

 

—¡¡Bien!!  El 31 de Julio.

 

Pase un día maravilloso, además de tener un breve momento de libertad conocí a alguien maravilloso, pero en ese momento me acordé de Cenicienta que tenía que volver a su casa antes de que la magia desapareciera.

 

—¡¡¡Demonios!!! Faltan 15 minutos para que termine la fiesta, estoy muerta, ahora sí que lo estoy.

 

— ¿Que pasa Kansu?

 

—Tengo que irme urgentemente, lo peor es que no se en dónde estoy.

 

—No te preocupes yo te llevaré a dónde me pidas, mi auto está cerca de aquí, después de todo no corrimos tan lejos.— Bueno, supongo que no tenía otra opción así que acepte.

 

Llegamos a su auto, era muy lujoso, era un Ferrari color verde esmeralda, según había leído solo habían 5 en el mundo.

Alaska me abrió la puerta y yo subí gustosa.

 

— Adónde desea que la lleve señorita Kansu. —ese hombre me hacía sentir muy bien, era como si el tiempo se detuviera cuando estaba con él.

 

— A Le Méridien Istanbul Etiler, por favor.

 

Él arranco y hablamos todo el camino. — Oye tengo que pedirles permiso a mis padres y ami abuelo para ir a Al Kebir (Fiesta Grande).

 

—No te preocupes, aún faltan 2 días.

 

Llegamos en menos de 10 minutos, suspiré de alivió, pero cuando me baje está mi abuelo con su mirada de enojo, mi padre con una de preocupación y la de mi madre era de miedo.

 

—¡¡ Kansu, en dónde estabas!!— mi abuelo empezó con su regaño. Dios mío ahora sí que estoy en problemas.

 

—Abuelo yo...— Cuando le iba a explicar todo a mi abuelo Alaska me interrumpe.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.