-¡Como nos casaremos y viviremos ahora que no tenemos dinero!. Exclamo Anne preocupada
-¿Cómo crees que supe de la existencia de estas islas?- calmado respondió Juan con una sonrisa traviesa
-¿Cómo?- lo miraba sorprendida e incrédula
-Este lugar está conformado por tres islas las “islas de la salvación” que los exploradores nombraron, la isla más pequeña está deshabitada, la llaman la “isla del diablo”, nadie quiere vivir ahí por tanto es el mejor lugar para esconder tesoros-
-¿Y tú como encontraste estas islas?-
-Una vez navegando con unos cuantos hombres seguimos a los exploradores creyendo que tenían el oro del dorado pero rápidamente me di cuenta que no era así, lucían enfermos y derrotados, los vi llegar a esta isla, me llamo la atención y los seguí hasta la “isla del diablo”, muchos murieron ahí por sus zonas engañosas, su selva es prácticamente impenetrable y es muy rocosa, con mucho cuidado logre guardar un amplio tesoro, iremos solos tú y yo por el.-
-¿Cuándo?-
-Mañana mismo y nos quedaremos a vivir aquí-
-Me parece perfecto- sellaron con un beso sus palabras
Después de instalarse los cuatro en unas modestas cabañas que habían quedado deshabitadas por los hombres que murieron, Juan y Anne tomaron un bote y se dirigieron a la isla del diablo en busca del tesoro de Juan, una vez ahí con algo de dificultad lograron dar con él y retornaron a su isla sin que nadie se enterase, los hombres que vivían en la isla de San José eran exploradores franceses que habían quedado bastante afectados por su infructuosa expedición en la selva del amazonas en Brasil, muchos continuaban enfermos, otros los que tenían más fuerza comenzaron a establecer una colonia ahí, construyeron algunas casas aun un poco precarias por tanto ignoraban las actividades de sus nuevos acompañantes.
-¡Qué bueno que guardaras todo este oro aquí, yo fui una tonta, todo lo que recaude este tiempo ya debe estar en manos de otros- lamento Anne
-Lo mío es tuyo y pronto recuperaremos más, no olvides que escondí una buena parte en nueva escocia-
-Pero tus hombres lo saben, seguro ya deben estar yendo en su búsqueda en este momento-
-¡Tienes razón, bueno que lo aprovechen, siempre y cuando no nos encuentren a nosotros todo está bien!-
¡Muy cierto!-sonrió – ¡Oh no!- grito Anne
-¡Que pasa cariño!- sobresaltado exclamo Juan
-¿Quién nos va a casar?-
-¡Ah, ha ha ha, no te preocupes amor si es necesario nos casó yo mismo!- rio Juan
-¡No te burles, lo digo enserio, solo están Phillps y Tafari con nosotros!-
-¡No es burla, soy capitán tengo la autoridad para casar piratas así que nos casare, Phillps y Tafari serán nuestros testigos, no necesitamos nada más!
-¡Esta bien amor mío!-abrazaba a Juan y lo besaba muy sonriente.
Después de unas semanas en aquella isla a orillas del mar sobre la blanca arena se encontraba Juan vistiendo de blanco, una camisa blanca con unos cuantos botones de arriba abiertos, un pantalón blanco, botas negras, y en su cintura la pañoleta que le dio a Anne el día que se conocieron, la tenía amarrada como una faja, su espada colgaba de ella del lado izquierdo y frente a él tomándole las manos estaba Anne más bella que nunca vistiendo una basquiña blanca con mangas rectas terminando en punta para resaltar las caderas y debajo de esta una falda blanca toda esa ropa se la había prestado la esposa de uno de los exploradores franceses una corona de flores adornaba su larga cabellera junto a ellos solo Tafari se, el mulato los veía tiernamente mientras los novios tomados de la manos se miraban con mucho amor.
-Yo Juan Salinas prometo amarte y enamorarte como si fuese la primera vez todos los días de mi vida, prometo cuidarte, apoyarte, ayudarte con la crianza de nuestros hijos y los labores del hogar, prometo hacerte feliz hasta mi último aliento-
-Yo Anne James prometo… - repetía sus votos Anne ilusionada cuando fue interrumpida.
Detrás de las palmeras salieron soldados con uniformes Mexicanos, espada en mano se aproximaban a los novios, Tafari tomo rápidamente su espada que llevaba colgada a la cintura, lo mismo hizo Juan mientras se colocaba delante de Anne para protegerla, ella subió su falda y de su bota izquierda saco una pistola con la cual logro matar a uno de los soldados que corría hacia ella, una vez en el suelo Anne tomo la espada del soldado, los tres piratas se colocaron de espaldas el uno al otro y al otro formando un triángulo y uno a uno fueron matando a todos los que se les acercaban, las espadas chocaban Anne parecía una fiera estocando a cada hombre que se aparecía en su camino.
-¡No te separes!-grito Juan mientras vio a Tafari romper el triángulo con dirección a un soldado de mayor rango.
-Iré por él- señalo Tafari con su espada a un hombre al que veían de lejos, que miraba la pelea
-¡No!- grito Juan cuando Tafari comenzó a correr, Anne recién se percató de lo que ocurría viendo a Tafari correr hacia su muerte.
Anne no pudo evitarlo y fue tras él para cuidar su espalda, disparando a todo soldado que trataba de matar al muchacho Anne estaba cerca de alcanzarlo cuando vio al joven mulato caer a la arena al instante un disparo en la frente termino con la vida de Tafari, Anne impotente tomo su espada y se acercó con furia hacia aquel hombre, este detuvo el inminente ataque con su espada ambas espadas chocaron sacando chispas cuando Anne se detuvo abruptamente.
<< ¡Oh no, Dios mío, no puede ser!>> Anne miraba con pavor a aquel hombre, aunque su cabello era gris y su cara marcada por la edad, sus ojos aunque con unas bolsas grandes de ojeras seguían siendo los mismos ojos que Anne miro por última vez al salir de su casa a sus 16 años.
<< ¡Es él, no hay duda, es mi padre!>>
El almirante también se había quedado estupefacto al ver a la joven que tenía frente a él, había ido específicamente por ella y Juan, jamás imagino que aquella pirata cuya cabeza había puesto precio, era su propia hija.