Amor Sin Altura - Libro 1 Shb

CAPÍTULO 10

Hemit.

Ni me molesté en mirar para ver a la persona que había interrumpido mis pensamientos pues sabía perfectamente quién era.

— No has respondido mi pregunta.

— No es tu problema, Carlos.

— Si me lo pidieras, yo te haría el favor.

— ¿Qué favor? —pregunté ceñuda.

— Darte un beso.

— ¿De verdad? —pregunté con una media sonrisa.

— Sí.

— Bien, quiero que me beses. 

Él caminó un par de pasos hacia mí.

— Pero no aquí.

— ¿Por qué no? Aquí no hay nadie.

— Es mi primer beso, Carlos y yo quiero que sea especial.

— ¿Qué quieres decir?

— Al finalizar las clases. Te esperaré en el jardín. 

— ¿En el jardín? ¿Cuál jardín?

— El de la universidad.

— ¿La universidad tiene jardín?

— Sí —dije y me levanté—. Ahora con permiso, yo debo ir a comprar algo para desayunar.

Fui a la cafetería, la que afortunadamente abrían temprano y desayuné con una avena de esas que tanto me gustaba. Posteriormente me dirigí al jardín, ahí le daría una lección a Carlos. A ese presumido ya no le quedarían ganas de molestarme.

Mientras recorría el jardín intentaba idear planes, pero nada, ninguna idea llegaba a mí. 

«Ya se me ocurrirá algo», pensé al salir.

Regresé y me introduje en uno de los pasillos de la universidad, el que me llevaría al campo de fútbol. Me senté en una de las sillas ubicada allí y tomé mi celular para empezar a revisar mis redes sociales.

Mensajes, mensajes; notificaciones, más notificaciones. Respondí algunos, ignoré otros; acepté algunas solicitudes; comenté algunas publicaciones y luego las cerré.

Me fui a WhatsApp y lo admito fui directamente al chat con 3B. 

Leí sus respuestas a mis anteriores mensajes y decidí escribir para agradecerle.

'Hola, soy Hemit. Gracias por haberme rescatado, me hubiera gustado agradecerte personalmente', escribí y envié el emoji de una carita sonriente con una aureola encima.

No esperé su respuesta y salí de WhatsApp para ir directo a la primer clase.

— ¿Hemit, dónde estabas? —preguntó mi amiga quien me interceptó poco antes de llegar a la entrada del salón.

— Estaba por ahí —dije.

— ¿Qué estás escondiendo?

— Nada —dije.

Vi a mi amigo dentro y éste empezó a acercarse cautelosamente. 

— Hola Hemit.

— ¿Sabes algo, Juanpa? Yo aún no me he decido sobre el castigo que te debo dar por haberte atrevido a darme droga.

— Podrías hacer que haga tus trabajos durante esta semana —expresó Dhina.

— Pues no es una mala idea —comenté.

— No seas sapa, Dhina —gruñó Juanpa y juro que pude escuchar el croar de un sapo.

Los tres entramos.

— ¿Por qué hay un sapo en el salón? —preguntó Dhina.

— Es porque trabajaremos con él —comentó el profesor.

Creí que Dhina y mi profesor hablaban de Juanpa, pero al levantar la vista, pude ver que, literalmente, había un sapo dentro de un recipiente de vidrio que estaba ubicado sobre el pupitre del profesor.

La clase, era la de actuación, dada por el profesor Correa.

— ¿Cómo?, ¿acaso le pedirá a las chicas que besen al sapo? cuestioné y mis compañeros sonrieron… y un bombillo se encendió en mi cerebro.

— Estudiante Buitrago, siéntese y también usted, estudiante Rodríguez. Ambas llegan tarde.

— Lo lamento profesor, las calles estaban colapsadas —comentó Dhina.

— En ese caso, madrugue —expresó el profesor quien después centró su mirada en mí.

— Llegué temprano, pero no había desayunado.

— Pues entonces, desayune antes de venir a la universidad.

— Lo haré la próxima vez, lo prometo.

— Ya tomen asiento —dijo el maestro.

Nos sentamos y el profesor se ubicó al frente de la clase.

— Bien clase, para empezar necesito a dos voluntarios.

Ningún estudiante alzó la mano y yo bufé.




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