Hemit.
Faltaba un día para irnos de vacaciones y me encontraba haciendo mi equipaje, pero mi amiga Dhina me llamó y decidí ir a su casa.
Caminé hasta la sala.
— ¿A dónde vas? —preguntó Andy.
Giré mi cabeza y lo vi sentado en medio de Dany y Harry.
— ¿Por qué siempre se sientan en ese sofá? —pregunté.
— Porque somos muy unidos —expresó Dany.
— Sí, entre nosotros no hay secretos —dijo Harry.
— ¿No?
Caminé hacia ellos.
— Pues lo dudo —expresé.
— Es verdad estrellita, no hay secretos entre nosotros —dijo Andy.
— Eso debo comprobarlo —comenté.
— Pues hazlo —dijo Dany.
— Recuerdo un día en el que yo estaba buscándolos y no los encontraba, entonces casualmente entré al que ahora es el cuarto de las herramientas y pude ver una escalera; escalera que me llevó a un lugar que estaba oscuro... y allí estaban ustedes.
Ellos me miraron sorprendidos.
— Sí chicos, sé que en la casa hay un sótano y aunque pensé que lo había imaginado porque en el cuarto de las herramientas, ya no hay escaleras, me convencí de que el lugar aún está en la casa y también descubrí que solo se accede al sótano desde tu cuarto, Dany.
Aspiré.
— Pero no quiero hablarles del sótano. Quiero hablarles de lo que escuché esa vez que los descubrí. Ustedes hablaban sobre chicas y ese día, los tres prometieron que serían vírgenes hasta que encontraran a una mujer a la que consideraran lo suficientemente buena como para formar un futuro con ella; ustedes prometieron que amarían a esa mujer de la misma forma en que nuestro padre amó a su difunta madre.
— ¿Cómo puedes recordar eso? —preguntó Andy.
— Lo sé, yo tenía cinco años y ustedes doce, pero lo recuerdo; lo recuerdo porque las mujeres tenemos una gran capacidad para guardar información.
Me senté frente a ellos.
— Sé que ustedes han mantenido esa promesa y créanme que es por eso que los admiro. Sé que han tenido muchas novias, pero con ninguna de ellas tuvieron relaciones.
Los miré y sonreí.
— Estoy convencida de que uno de ustedes ya encontró a esa mujer anhelada.
Me acerqué a Andy.
— ¿Fuiste tú Andy? ¿Acaso la chica del antifaz es esa mujer?
Él bufó y yo me acerqué a Dany.
— O quizá fuiste tú Dany; quizá mi amiga Dhina es la chica perfecta para ti.
Lo vi algo nervioso y él no pudo sostener mi mirada así que me acerqué a Harry.
— Juliana se ha convertido en mi amiga, ella te quiere y sé que no te es indiferente pues la has espiado mientras se bañaba.
— Solo fue una vez y gracias a tu tonto fuego de confesiones, ella me exigió una disculpa —gruñó.
— Ella me agrada como cuñada.
— Estás loca —dijo y sonrió.
Me levanté, sé que ustedes tienen secretos; secretos que no comparten conmigo, pero yo casi siempre los descubro.
— Nosotros también, como por ejemplo, sabemos que te fuiste con Bernard a su casa y abandonaste a tus pobres hermanos —dijo Andy.
Él señaló su ojo y allí pude ver que aún se notaba un leve morado.
— Sabemos también que te volviste a acostar con él y que él quiere pedir tu mano en matrimonio —comentó Dany.
— Matrimonio —susurré.
La sola idea me aterraba, seguro Dany estaba mintiendo.
— Sabemos que aunque no lo admitas, él te gusta así que Bernard tiene nuestra aprobación —comentó Harry.
— Ustedes están locos —expresé.
— No, nosotros…
— No estamos…
— Locos.
Di un paso lejos de ellos.
— Les he dicho que no hablen así —expresé.
Harry se acercó y se inclinó un poco hasta que puso una mano sobre mi vientre.
— Espero que primero sean tres para que cada uno de nosotros pueda ser padrino —expresó.
Le di un golpe en la mano y los tres sonrieron.
— ¿Se creen chistosos? Espero que uno de ustedes se convierta en padre muy pronto. Quizá sea el que de los tres ya no es virgen.
— ¿Qué dijiste? —preguntó Andy.
Quien sonrió esta vez fui yo.
— ¿Lo ven? Uno de ustedes sí guarda secretos. Ahora con permiso, mi amiga Dhina me espera.