Llevo una semana entera yendo a ayudar a mi padre con los entrenamientos, lo que significa que el día de hoy, sábado, hay partido. Los Artic Storm, como se llama el equipo contrario, tienen pinta de ser unos brutos en el hielo, más que nada por la manera en la que llegaron y el estruendo que están causando desde su vestuario.
Estamos todos los del equipo en nuestro respectivo vestuario, yo estoy sentada en uno de los bancos más lejanos mientras mi padre da las instrucciones necesarias y anima al equipo, que se encuentra pendiente de todo lo que dice este.
Cuando acaba, se puede notar en el ambiente la motivación que tienen los chicos, se dan palmadas entre ellos para venirse arriba y hacer que nadie les quite la posibilidad de ganar.
Me levanto de donde estoy sentada y me dirijo a mi padre, que está revisando los papeles de último momento, cuando me ve, deja los papeles a un lado y se centra solo en mí.
—Hola papá —lo saludo nada más llegar, él me contesta con un << Hola Mia, ¿qué pasa?>>, por lo que le explico lo que pasa por mi mente durante estos momentos. —Te venía a preguntar desde dónde voy a ver el partido.
—Ah, si sobre eso, se me ha olvidado decírtelo, vas a estar conmigo en el campo, no me voy a arriesgar a que en mitad del partido me gire a buscarte y casualmente no estés.
Bajo la cabeza, lamentando que haya causado que mi padre piense así de mí, pero sinceramente me lo he buscado, por lo que no me queda otra opción que asentir con la cabeza, agradecerle e ir a buscar la bolsa que me he traído con mis cosas.
Luego me encuentro con él en la puerta del vestuario, escuchamos a las personas hablar animadamente en las gradas, cuando se genera un silencio en la sala, mi padre me avisa que están introduciendo a los jugadores, explicando las posiciones de cada uno y por supuesto diciendo el entrenador de cada equipo.
Es entonces cuando los jugadores se van a la pista para hacer un último calentamiento antes del partido, se mueven de arriba hacia abajo, hacen zigzags, practican a portería, etc. Básicamente, lo que hemos hecho en todos los entrenamientos hasta el día de hoy.
Mi padre y yo vamos rotando nuestra mirada entre los Ice Lions, es decir, nosotros, y el equipo contrario para ver sus puntos débiles, hay que decir que el que está averiguando esto es mi padre porque yo sinceramente solo me sé fijar en si alguien va más lento que los demás, pero ya está.
Después de unos minutos todos vuelven a salir de la pista y se meten de nuevo en el vestuario, donde mi padre les explica lo que ha podido notar del equipo contrario, para que puedan usarlo para ganar.
—Recordad, de todas maneras, que estamos aquí para ganar, pero ganar limpiamente, no rompiendo las reglas y liándola en el campo, todos los problemas que haya se quedan fuera de la pista, ¿de acuerdo?
—¡SI ENTRENADOR!—Se les escucha chillar a los chicos antes de empezar a hablar, ahora sí de las estrategias, las repasan mejor dicho, porque se las saben todas de memoria.
Finalmente, se apagan las luces, la gente que está entre el público empieza a chillar de la emoción, sabía que el equipo de mi padre era conocido, pero tampoco al punto de llenar todo un estadio para un solo partido.
Los chicos se colocan en el pasillo entre la pista y los vestuarios, de mientras mi padre y yo pasamos por delante de ellos para que el primero les de una palmada para motivarlos, yo, en cambio, lo sigo por detrás mostrando una pequeña sonrisa mostrando mi apoyo, digamos que una semana es poco para que se desarrolle una confianza con los chicos, sigo con la etapa de la vergüenza.
Todos llevan casco, hombreras y todo tipo de protección que sea obligatoria de llevar, parecen más grandes con toda la equipación puesta que hasta el más flaco parecería enorme.
Mi padre se coloca en la puerta, veo como salen a la pista los del otro equipo, la gente aplaude, pero cuando salen los chicos del equipo de mi padre, el estruendo que suena por todos lados es impresionante, no sabía que los chicos eran tan queridos por todas estas personas.
Van saliendo de uno en uno, no sin antes chocar la mano de mi padre, es entonces cuando este cierra la puerta y nos vamos al pasillo con aquellos jugadores que no han salido a jugar de momento. Yo me siento en el banco, al lado de mi padre y los demás jugadores.
Mi mirada se desplaza por todo el recinto, veo al público moviendo banderas naranjas y negras en representación a los Ice Lions, el equipo de mi padre. Luego miro al campo, donde los jugadores de naranja se mueven rápidamente por el campo con stick en mano.
Después de unos segundos todos se colocan en posición de comienzo y es entonces cuando uno de los árbitros patina hacia el centro de la pista para dar comienzo al partido.
Ambos capitanes, Thompson y por lo que puedo leer del otro equipo, un tal apellidado Harrington, se colocan uno enfrente del otro esperando a que el árbitro tire el puck y así poder comenzar.
Cuando lo hace, Thompson rápidamente la lleva a su terreno, y después de unos rápidos pases, el equipo de mi padre ya tiene un punto a su favor. Me quedo sorprendida de la rapidez con la que ha sucedido todo.
Los miembros del equipo contrario se miran entre ellos, comunicándose sin la necesidad de palabras, pero no llego a entender nada cuando el juego sigue.
Después de los 40 primeros minutos, después de las dos pausas, por fin el partido llega a su tercera parte, el marcador va 2-1 a favor del equipo de mi padre, el primer gol a manos de Thompson, al igual que el segundo.
Finalmente, el partido llega a su fin, con un 3-1 a favor de los Ice Lions, cuando el árbitro pita el final del partido mi padre se levanta del banco en el que solo se ha sentado durante diez minutos y se dirige a la puerta, donde espera a que los jugadores de su equipo salgan y así poder felicitarlos.