Capítulo 9: la primera cita

Mi padre tomo el celular entre sus manos y frunció el ceño. El obsceno mensaje de Javier me ha dejado sin aliento, pero saber que mi padre esta apunto de leerlo hace que el poco aire de mis pulmones desaparezca. Me miro y luego al celular con el ceño aun mas fruncido, extendió el pequeño aparato rectangular y me lo devolvió.

—No se que la paso, se bloqueo -dijo mi padre y suspire aliviada—. Pon la contraseña —volvio a hablar y como si hubiese una fuerza sobrenatural de mi lado el teléfono comenzó a sonar mostrándome el nombre de mi hermano. Toque el boton verde y respondí.

—Marco

—Nina, ¿Donde se metieron? —La voz de mi hermano suena bastante preocupada.

—En la casa, me quería volver-mentí y observe a mi padre que por lo bajo me susurró un "Dile que ahora voy por él" —Dijo papá que ahora va por ti.

—De acuerdo, pero dile que se apure, casi termina el segundo tiempo y estoy por entrar a la cancha —habló para luego colgar la llamada. Mi padre tomo las llaves del carro y comenzó a caminar hacia la salida dándome a entender que escucho a la perfección la orden de Marco.

—Cierra con llave —ordenó volteando a verme—. y seguiremos hablando luego, jovencita.

Rodee los ojos luego de que salga por la puerta y me tire en el sofá, exhausta. Cerre los ojos con fuerza para poder despejar mi cabeza y aclarar mis pensamientos.
Acabo de besarme con Javier y ni una pizca de arrepentimiento corre por mi cuerpo, es mas, me gusto y volvería hacerlo.

Intente relajar mi cuerpo en el sofá mientras sigo intentando aclarar y despejar mi mente pero el timbre de la casa interrumpió mi tarea. Me levante rápido, por impulso, imaginando quien es la persona que esta tras la puerta y camine hacia ella. Por la cerradura pude divisar muy torpemente la figura de Javier fumando un cigarrillo.

Sentí mi corazón acelerarse, como lo hace cada vez que estoy cerca de él, y una discusión interna dentro de mi se disputa sobre abrirle o no la puerta, pero como si mi cuerpo se manejara solo mi mano viajo al picaporte para girarlo. Una sonrisa gigante apareció por el rostro del pelinegro al verme y, como era de esperarse, mis mejillas se encendieron.

—¿Que haces aquí? —dije cerrando la puerta detrás mio—. Ya me metiste en bastante problemas.

—Tranquila, tu padre no está en casa -su tono burlón apareció—¿no me invitaras a entrar?

—¿Como sabes que mi padre no se encuentra en la casa? —pregunte bastante desconcertada e ignorando su pregunta. Una pequeña risa salio de sus labios y luego llevo el cigarrillo hacia su boca dándole una calada.

—Ups, secreto —me guiño un ojo y fruncí el ceño. Su mano viajo a la mía y me jalo fuera de la entrada—. Vamonos, hoy no me dejaras sin cita.

—¿Que? —dije mientras mis pies se arrastran por el cesped en direccion a su moto—. No iremos a ninguna cita, no puedo salir ahora.

—Si puedes —dijo ignorando mis quejas por completo, mientras sigue llevándome en dirección a su motocicleta

—Javier, no —me queje y ejerciendo toda mi fuerza me zafé de su agarre, él se giró a verme y ladeo su cabeza hacia un lado. 
Hace eso bastante seguido.

—Vamos a una fiesta, será divertido —dijo acercándose demasiado a mi. Sus manos se depositaron en mi cintura provocando que mi cuerpo quede casi pegado al suyo y su aliento choque contra mi rostro. Cerré los ojos sintiendo el aroma a menta mezclado con tabaco. Mis piernas comenzaron a temblar al divisar sus labios demasiado cerca de los míos, llevé mi mirada hacia ellos y luego a sus ojos color avellana.

—Besame —susurró por lo bajo obligándome a abrir los ojos por la sorpresa, pero como si todos mis sentidos se hubiesen perdido acerque mi rostro y pegue mis labios con los suyos. Sus manos apretaron aún más el agarre en mi cintura y me pego por completo a él provocando que un pequeño quejido salga de mis labios. Sus labios se movieron al compás junto con los míos y lleve mis manos hacia su cuello, rodeándolo. Su lengua se dio paso dentro de mi boca, explorandola por completo y dejándome deseosa de más.

—Vamos —dijo sobre mis labios, para luego separar por completo su boca de la mia. Observe sus labios rojos e hinchados y me ruborice al pensar que los míos deben estar igual—. Por favor —mordí mis labios al ver sus ojos llenos de súplica y asentí insegura con la cabeza.

¿Que podría pasar? Sólo iré a una fiesta con un chico, no es nada de otro mundo. Exceptuando que me iré sin avisar y con el chico al cual mi padre me prohibió ver.

—De acuerdo, luego le escribes a tu padre para que te quedes tu y él tranquilos —volvió a hablar y tomo mi mano para caminar unos pocos pasos mas, hasta llegar a su moto de una vez—. Niñita de papá.

—¡Oye! —me queje golpeando su brazo—. no soy ninguna niñita de papá —Una risa salio de su boca e, inconscientemente, salio una de mis labios también.

—Tienes una sonrisa preciosa —confesó y rápidamente sentí mis mejillas incendiarse. Se acercó a mi y llevo un casco hacia mi cabeza para colocarlo. Su mano viajo hacia su bolsillo para poder sacar las llaves y note una pequeña bolsa, igual a la que se le cayó la primera vez que iba a subir a su moto, asomarse mientras él intenta esconderla torpemente.

—¿Te drogas? —pregunte sin pensar y rápidamente me golpee mentalmente al ser tan estúpida—. Olvídalo, no respondas. No es de mi incumbencia, lo siento.

—No lo sientas —dijo seco, pero su incomodidad se nota a kilómetros—. Vos también lo haces.

—¿Que? —dije mirándolo confundida. Me sorprendió que no lo haya negado pero que me diga que yo también me drogo, me saco de onda por un momento—. Yo no me drogo.

—Bueno, tomas o tomabas muchas pastillas —su mirada se clavo en mi y me tomo por la cintura para despegar mis pies del suelo y subirme a la motocicleta. El se paró frente a mi una vez que me posiciono en el asiento y clavo su mirada en mis ojos de nuevo—. Es prácticamente lo mismo.

—Primero: no es lo mismo —dije frunciendo el ceño algo molesta y confundida—. Y por segundo: ¿Cómo sabes que tomo pastillas?