El aire choca contra mi rostro mientras mis manos temblorosas se posan en la cintura de Javier. Mantengo mis ojos cerrados y trago saliva cada un segundo, intentando controlar mi respiración agitada. La sensación de que la moto podría volcar y provocar un accidente me está carcomiendo y lo único que deseo en este momento es que pare de una vez.
---Por favor, para ---dije en un susurró con los ojos cerrados, pero Javier pareció no escucharme cuando su mano aceleró la motocicleta. El aire comenzó a desvanecerse por completo y, inconscientemente, mi mano golpeó el hombro del pelinegro suplicandole que pare.
---¡Javier, por favor para! ---dije alzando mi voz. Un grito se desprendió de mi garganta cuando la motocicleta paro de golpe, provocando que me balancee hacia delante.
Sin pensarlo dos veces baje de la motocicleta y caí de rodillas al suelo, me pare y camine hacia la vereda para, paso seguido, sentarme en el césped.
Me golpeó mentalmente al ser tan estúpida de subirme a una motocicleta sabiendo que aún no estoy lista para hacerlo. No entiendo en que momento me creí con la valentía suficiente para decirle a Javier que no temía montarme en ella.
Siento mis ojos arder y llevo mis manos hacia ellos al notar que las lágrimas amenazan con salir, las imágenes de esa motocicleta estrellándose contra nuestro auto comienzan a rondar por mi cabeza y, otra vez, el aire comienza a faltar.
De nuevo me siento invadida, insegura y débil, el dolor de los recuerdos quema en mi pecho dejándome con solo un deseo; morir.
---Oye ---Por primera vez en estos minutos oigo la voz de Javier.---¿Estás bien?
Intente abrir mi boca para responderle pero nada salió de ella, las lágrimas comenzaron a rodar y escondi aún más mi cabeza entre mis rodillas, para que Javier no lo note.
---Oye... ---Volvió a hablar y sentí una mano tomar la mia con suavidad--- mírame.
---No ---dije bajo, casi inaudible. Pero de todas formas Javier pareció oírme cuando su mano viajo hacia mi rostro para levantarlo y sus ojos marrones chocaron contra los míos.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo al no notar nada de brillo en su mirada, sus ojos oscuros, opacos y fríos me miran con cierta confusión.
---¿Quieres hablar de lo que pasa? ---Negué con la cabeza y el asintió con la suya ---. Bien, entiendo.
Sus piernas comenzaron a moverse en dirección hacia la motocicleta mientras yo lo sigo con la mirada. Sentí un vacío en el estómago al darme cuenta que se irá, dejándome ahí sola.
---¿Te vas? ---Me anime a preguntar cuando tomó el manubrio de la moto. Una sonrisa se asomo en su rostro dejándome algo confundida.
---¿En serio crees que me iré y te dejare aquí sóla? ---Su tono burlón tan común en él me provocaron unas tremendas ganas de golpearme por ser tan idiota ---Ven, caminemos. La fiesta esta a unas pocas cuadras.

Javier estacionó la moto en la vereda y la música proveniente de una casa bastante grande inundó mis oídos. Una gran cantidad se personas se encuentran afuera de la casa bebiendo dándome a entender que adentro debe haber aún más gente.
Pegue un pequeño brinco al sentir la mano del pelinegro tocar la mía y un escalofrió me recorrió al sentir su aliento en mi oído.
---Espero y no te moleste que nuestra primera cita sea en una fiesta ---susurró ---. La próxima prometo que te llevará a cenar.
---¿La próxima? ---pregunte provocando que se ría.
---No se tu, pero yo quiero seguir viéndote ---Mis mejillas se encendieron y su mano me jalo en dirección a la casa.
Arrugue mi nariz al sentir el gran olor a tabaco viajar por mis fosas nasales. Una gran cantidad de personas se encuentra en lo que sería la sala de la casa bailando, otras bebiendo y fumando.
Quite mi mirada del tumulto de gente para observar a un grupo de chicos que se acercaron a Javier para decirle algo que no pude llegar a oír, Javier les dijo algo también y los chicos se alejaron, no sin antes mirarme por un momento.
El pelinegro soltó mi mano para posarla en mi cintura y se volvió a acercar a mi oído.
---Esperame un segundo, muñeca. Volveré rápido ---Dijo para luego darse la vuelta e intentar dirigirse hacia donde fueron sus amigos, pero mi mano lo interrumpió.
---Si quieres, me voy y nos podemos ver otro día ---dije casi gritando debido a lo alto de la música. No quiero molestarlo ni interrumpir lo que deba hacer.
---¡No! ---gritó exageradamente provocando que largue una leve risa, la cual cesó cuando sus manos se dirigieron a mi rostro y uno de sus dedos acarició mejilla ---quiero estar contigo, solo esperame, por favor. ---siguió hablando para luego plantar un leve beso en mis labios, no pude evitar asentir algo atontada. Él volvió a sonreírme y se alejó.
Quince minutos después sigo en el mismo lugar, algo incómoda por las miradas confundidas que me dedican algunas personas. Cerré mis ojos rogando que Javier no se tarde mucho pero una voz familiar interrumpió mis pensamientos. Trague saliva y suspire sin abrir mis ojos intentando convencerme a mi misma de que no es quien creo que es, pero mi negación no duro mucho cuando la mano de mi hermano se dirigió a mis hombros para poder llamar mi atención. Mierda, estoy jodida.
---¿Que haces aquí, Nina? ---La voz de mi hermano no sonó agradable, más bien todo lo contrario. Me aleje un paso de él para luego dedicarle una sonrisa inocente.
---¿Tu que haces aquí? ---respondí con una preguntando intentado desviar la conversación.
---Vinimos a festejar porque ganamos el partido. Pero no me cambiarás de conversación, jovencita ---suspire al darme cuenta que hasta en la forma que tiene Marco de dirigirse hacia mi cuando me regaña se parece a mi padre ---Contestame, Nina ¿Con quien mierdas viniste?
---Conmigo ---Dijo alguien a mis espaldas. Reconoci esa voz al instante cuando sentí sus grandes brazos rodear mi cintura. El rostro de mi hermano se volvió rojo de cólera ---. Vino conmigo ¿Cuál es el maldito problema? ---Abrí mis ojos al notar la agresividad de Javier y la furia de Marco. Será una larga y jodida noche.