Max.
Ya casi es hora de salir cuando la veo entrar en mi oficina, no necesita arreglarse para estar hermosa. Lleva puesto unos jeans negros y una sudadera verde oscuro que me quitó hace un par de semanas. He tenido que comprar sudaderas nuevas solo porque ella tiene la manía de usar las mías en vez de las suyas. Sonrío al verla con ese moño desordenado.
- ¿A qué debo el honor?. Pregunto intentando ocultar mi sonrisa.
- Solo quería ver si te podía ayudar en algo. Su voz dulce tiene un toque inocente.
- La verdad...
No termino la oración porque entra Grace y tira de la pioja fuera de la oficina. Esas dos se han vuelto buenas amigas pero no puedo permitir ese comportamiento. Me levanto de mi asiento cuando caigo en cuenta de que Grace lo hizo para que yo tuviera tiempo suficiente de guardar el colgante y el anillo. Me apresuso a guardarlo en el cajón de mi escritorio. Vuelvo a sentarme y ahora estoy un poco nervioso, no quiero que la pioja lo vea sino hasta mañana.
El colgante lo escogió ella sin saberlo, mis hermanas me dijeron que cuando fueron de compras Amanda se había quedado observando un colcante por mucho tiempo. Debo admitir que se parece a ella. El colcante es de oro con un pequeño dije de corazón con brillantes y en el centro un pequeño zafiro azul, el cual suspendido en el centro del corazón.
Fui con Tommy a comprarlo y cuando lo él lo vio comenzo a dar saltos por toda la tienda diciendo que su muñeca tenía buenos gustos, en base al colgante buscamos anillos y vi uno que para mi es perfecto. Un anillo de oro con brillantes y zafiros azules que parecen pequeñas lágrimas entrelazadas.
- ¿No puedo faltar ni un día? Grace me llevó hasta mi oficina para que viera la agenda de el lunes y vi que tengo como 5 reuniones y todas fueron agendadas por ti Max. ¿Pasa algo?. Su tono es entre preocupada pero furiosa.
- No pasa nada cariño, es que todos vieron tu vídeo y te quieren como imagen de la empresa.
Sus ojos se abren hasta más no poder, se pone pálida en solo segundos.
- Pioja ¿Éstas bien?. Pregunto mientras llego para tenerla en mis brazos antes de que se desmaye.
- ¿Bromeas? No puedo aceptar eso. Dice furiosa y recuperando el color en su rostro.
- Lo sé pioja, por eso quiero que quites el vídeo que pusiste en tus redes sociales, sé que lo hiciste con buenas intenciones pero no quiero que te expongas de esa manera. Digo severo.
Se libera de mi abrazo y se sienta sobre el escritorio con semblante pensativo.
- Max, no quiero discutir esto ahora. Hace un dulce puchero y me mira con ojos de cordero.
Suspiro audiblemente y asiento solo porque estoy cansado y no quiero discutir con ella, la conozco y sé puede poner como una fiera para llevarme la contraria, o para demostrar su punto de por qué subió el vídeo.
Me acerco con ella y la envuelvo en un abrazo, amo la tranquilidad que me transmite con un solo abrazo, su dulce perfume mezclado con su shampoo se han convertido en mi olor favorito. Ella mete sus manos en mi camisa y presiona sus palmas en mi espalda.
- ¿Crees que podemos terminar lo que empezamos hace días?. Susurra en mi oído con voz sensual.
Me sorprende un poco que sea ella la que tome la iniciativa en la oficina cuando siempre se negaba a la idea de hacerlo aquí. Le doy un beso en la frente y me dirijo a la puerta para pasar el seguro.
- ¿Estas lista para mi?. Pregunto con mi sonrisa baja bragas, mientras me acerco ella como un depredador listo para doborar a su presa.
- Siempre. Jadea.
Me quito la camisa mientras la pioja me mira con detenimiento. Inclina ligeramente y muerde su labio inferior. Le doy un beso y muerdo sus labios.
- Eres mía pioja.
Su respiración es fuerte y su mirada habla por ella, esos profundos ojos negros...
La beso sin darle tiempo de decir nada, ya lo dijo todo con solo mirarme, rápidamente nos devestimos y solo somos piel contra piel. Suelto su cabello que tenía recogido en un moño alto.
- Nunca lo cortes. Digo admirando lo hermosa que se ve con el cabello largo.
- Tengo que hacerlo de vez en cuando Max. Dice arqueando una ceja.
- Manten el largo, me gusta así.
Aciente y muerde mi hombro izquierdo. Yo deboro sus labios y hago un recorrido de besos por su cuerpo. Amo cada parte de esta pequeña mujer. Me vuelve loco. Quiero disfrutar cada parte de ella pero muy lento. Como si fuera un dulce que no quiero que se acabe nunca.
Sus pequeños gemidos son música para mis oídos, podría escucharlos por el resto de mi vida...