Capítulo cuatro: Eres una bruja.

—¿Es acaso eso una ofensa? —dijo Calynn molesta.

—Para mí sería un halago —comentó Sev.

—¿Puede alguien explicarme qué ocurre? —exclamó Calynn perdiendo la paciencia.

—Eres una bruja —dijo Severus.

—¿Se te hace lindo decirle eso a una chica? —dijo Calynn muy molesta.

Calynn se alejó corriendo muy molesta, pero llorando por dentro.

—Se lo debiste haber dicho de otra manera Sev —dijo Lily mirándolo a los ojos.

Calynn llegó a casa, cerró de un portazo y subió a su habitación antes de que su padre pudiera decir una palabra.
Estaba destrozada, uno de sus amigos la había insultado y su amiga no la había ayudado en lo más mínimo. Lloró toda la tarde hasta que su padre se decidió por tratar de hablar con ella.

—¡Calynn sal por favor, tu madre está furiosa! —dijo su padre gritando.

—Yo no saldré de aquí y menos de ese modo —dijo Calynn lloriqueando. 

—Por favor hija...

—¡Dije que no! —dijo Calynn

—Tu madre me tiene prohibido hacer esto y sobretodo en casa, pero creo no tener remedio —dijo su padre en un susurro—. ¡Alohomora! 

La puerta se abrió de golpe y Calynn se asustó tanto que cayó al suelo.

—Calynn, cuéntame, ¿qué ha pasado? —dijo su padre consolando a su hija.

—Me ha llamado bruja —dijo Calynn

El padre contempló a su pequeña por un segundo asombrado.

—¿Se puede saber por qué? —dijo el padre.

—Eso no importa. 

—¿Y quién ha sido? —dijo el padre con un poco de curiosidad.

—Severus —dijo Calynn—, Severus Snape.

—Vamos a cenar pequeña —dijo el hombre.

—Padre... —lo llamó su hija.

—¿Sí? —respondió el hombre.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo la pequeña.

—Lo que sea.

—¿Cómo abriste la puerta? —preguntó la pequeña con inocencia.

El hombre solo la miró, no sabía si la pequeña había comprendido el término de bruja.