Era una mañana soleada, el clima había mejorado mucho al día anterior. Lily se levantó antes que su amiga, tomó con sumo cuidado su ropa y salió de la habitación para cambiarse. Cuando regresó traía mucha ropa cargando en los brazos, se le cayó una pantufla y se resbaló cayendo al suelo mientras hacía un escándalo. Se levantó lo más rápido que pudo y vio a su amiga sentada en su cama mirándola.
—¿Estás bien? —preguntó la niña antes de emitir un bostezo mientras se quitaba el pelo de la cara.
—Sí, nada de qué preocuparse —dijo la pelirroja recogiendo la ropa—, vuelve a dormir.
La pelinegra negó con la cabeza mientras se levantaba de la cama.
—Me es imposible dormir al saber que hoy vamos a ir al Callejón Diagon —dijo Calynn esbozando una sonrisa.
—¡Cierto! Entre más temprano estemos listas más tiempo nos dejaran estar —dijo Lily arreglado su ropa lo más rápido que podía.
—Voy a cambiarme —dijo la pelinegra mientras salía corriendo de la habitación.
La niña chocó con una niña un poco más alta que ella.
—¡Fíjate por donde vas monstruo! —gritó la enojada Petunia.
—¡Y tú despierta de una vez asquerosa muggle! —le espetó la futura mortífaga, no soportaba a la hermana de Lily.
Petunia no la volteó a ver y siguió su camino mientras
Calynn hacía lo mismo.
Cuando la pelinegra regresó a la habitación su amiga ya había hecho las camas y la estaba esperando para bajar a desayunar.
—Te has encontrado con mi hermana, ¿cierto? —dijo Lily seriamente.
Calynn se sonrojó, estaba segura de que su amiga había oído su conversación con Petunia.
—Lo... Lo siento —tartamudeó la pelinegra.
—No te preocupes, yo también pienso que Tunney puede ser un poco fastidiosa —dijo Lily entre risas—. Vamos abajo a desayunar.
Ambas niñas bajaron las escaleras de madera y saludaron a los padres de Lily como todos los días y se sentaron en sus lugares habituales y comieron rápidamente su desayuno.
Alguien tocó la puerta y toda la familia se sobresaltó, el padre de Lily abrió y supieron que era Severus al oír su voz.
—Madre —llamó Lily a la señora Evans.
—¿Si? —dijo la mujer mirando a su hija.
—Me preguntaba si hoy podríamos ir con Severus al Callejón Diagon —dijo Lily suplicante.
La madre lo pensó un momento, pero luego asintió.
—Pero nosotros los llevamos, ¿está bien? —preguntó la mujer dirigiéndose a los niños. Todos asintieron y de un momento a otro ya estaban en el auto.
—¿Dónde es? —preguntó el Sr. Evans quien estaba al volante.
—Es en el Caldero Chorreante —empezó Severus—, en la calle Charing Cross Road.
—Está bien —dijo el padre mientras arrancaba el coche.
Los niños estaban en la parte trasera del auto ligeramente apretados, estaban tan emocionados que estaban impacientes por llegar. Lily tenía su cabeza reposando en el hombro de Severus, quien le tocaba el rojo cabello. Después de aproximadamente media hora, la familia llegó al frente de un pub que parecía abandonado.
—¿Seguros que es aquí? —preguntaron los padres.
Todos los niños asintieron con una sonrisa en la cara y salieron del automóvil rápidamente. Se despidieron de los padres de Lily antes de entrar al pub y se quedaron afuera hasta que perdieron de vista el coche.
—Bien, síganme —dijo Severus.
Los chicos entraron al pub mientras todos los presentes los miraban, Lily cerró la puerta haciendo sonar la antigua campana. Recorrieron todo el lugar hasta que llegaron al fondo y salieron por la puerta trasera sin decir ni una palabra. La parte trasera no era muy grande tan solo había una pared de ladrillo.
—¿Y ahora qué? —preguntó la pelirroja.
—Recuerdo que yo... que mi padre —dijo Severus un poco nervioso—, me contó que tenías que apretar los ladrillos correctos —hizo una pausa y continuó—, creo que eran tres horizontales y dos verticales.
El niño apretó unos ladrillos y mágicamente la pared de ladrillos se empezó a abrir mostrando gente con sombreros puntiagudos comprando y caminando por todo el lugar y tiendas por todos lados con sus escaparates llenos de productos que los magos observaban con interés.
Los niños caminaron y la pared de ladrillos se empezó a cerrar de nuevo.
—¡Wow! —exclamó Calynn sin contenerse—, esto es mágico.
—¡Increíble! —dijo Lily mientras veía una tienda llena de lechuzas.
—Creo que debemos empezar —dijo Severus.
Editado: 18.01.2019