La chica pensó un poco antes de contestar.
—Gracias Severus —exclamó mientras tomaba las plantas y las olía con los ojos cerrados—. Y huelen delicioso —agregó volviendo a mirar al chico.
Severus sólo sonrió mientras un color rojizo subía por sus mejillas.
—¿Cómo te sientes? —preguntó el chico después de una pausa.
—Casi perfecta —comenzó—, en cuanto esta pierna sane volveré a la normalidad. Aún me duele un poco —hizo una breve pausa volviendo la cabeza a donde se encontraba Lucius—. Aunque apuesto que no como a Malfoy, ¿tienes idea de lo que le ha pasado? —susurró lo último para evitar ser escuchada.
Severus palideció, recordar lo que había pasado le traía las mismas sensaciones, pero no podía mentirle a su amiga. Tragó saliva y se armó de valor para confesar su error.
El chico se acercó más a la chica antes de comenzar a hablar.
—Le he lanzado un hechizo —confesó Severus con la mirada de la pequeña sobre de Severus—, él y otros Slytherin entraron al Gran Comedor cantando una canción burlándose de tu situación en la enfermería —hizo una pausa para recuperar el aire—. No pude soportarlo más y lancé un hechizo que nunca había probado antes, yo desconocía la gravedad de las consecuencias. —Severus paró por un momento, la imagen de la sangre sobre el comedor volvió a su mente y le impidió hablar mientras un nudo se le hizo en la garganta.
—¿Qué sucedió después Severus? —siguió cuestionando la pequeña Black.
Severus alzó la mirada negando la cabeza mientras respiraba para relajarse.
—El hechizo le provocó cortes grandes instantáneos y empezó... —Severus no habló más, ninguna lágrima corría por su rostro pero ningún movimiento era visible, estaba impresionado por lo que había cometido.
La niña aún no entendía entonces cómo era posible que Lucius siguiera con vida.
—Pero, ¿cómo lo lograron salvar? —preguntó Calynn con preocupación en la voz.
—También sabía el contra hechizo, pero el pánico me bloqueó la mente por un momento —hizo una pausa y esta vez habló aún más bajo—. Son estas cosas las que me hacen recordar los actos de los mortífagos, mi varita se ha vuelto muy poderosa en hechizos de magia negra, ¿se supone que debería sentirme orgulloso de ello?
La pequeña Black meditó esas palabras por un momento, sabía que esa misma pregunta se la había hecho en ocasiones anteriores.
—No, nunca podríamos sentirnos orgullosos de ello Severus —contestó Calynn después de un momento.
El silencio reinó en la sala por unos momentos, ambos reflexionaban sobre lo que habían dicho.
—¿Te has enterado de lo que ha hecho Longbottom? —cuestionó Severus más molesto que como estaba antes.
La pequeña Black recordó lo que le había comunicado sus amigas, y el coraje volvió a presentarse en ella.
—Meryl y Lily me lo han dicho, ¿por qué el colegio está custodiado por aurores? —preguntó la chica.
—Dumbledore está preocupado. Se cree que Druella quiere infiltrarse en el castillo para sacarte de aquí, o para tener a Hogwarts en manos de los mortífagos —comentó Severus.
—¿Crees que eso suceda? —cuestionó la pequeña preocupada.
El deseo de Druella de tenerte en casa es demasiado grande, sabe que tienes que venir a aprender lo que no aprendiste cuando estuviste viviendo en la calle Hilandera, pero existe una razón por la que te necesita con ellos. Creo que ella cree que tú estás planeando algo con Dumbledore para revelarte hacia ellos —comentó Severus.
—Han acertado —continuó la pequeña Black—. Dumbledore quiere protegerme de ambos y creo que aprovechará para poder acercarnos a Voldemort —terminó Calynn seriamente.
Severus iba a agregar algo cuando la enfermera regresó para avisar que era tiempo que Severus se fuera.
—Nos vemos. —Se despidió la pequeña Black.
Severus sólo le dirigió una leve sonrisa mientras caminaba hasta que desapareció por la puerta.
La chica se quedó sola mientras pensaba sobre todo lo que había sucedido recientemente, se acomodó en la cama, apenas se dio cuenta de lo casada que se sentía.
La enfermera llegó con un vaso de leche y se lo entregó a la niña que volvió a incorporarse para tomarlo, esa frescura que sentía en el lácteo le encantaba.
—Gracias —agradeció la pequeña Black antes de volver a recostarse, y después de adquirir una posición cómoda pudo dormir sin interrupciones.
Editado: 18.01.2019