Argón
Una tormenta se desató en mi vida cuando alguien del colegio capturó una foto de mí con la chica a la que besé en la salida. Aquello no solo representaba malas señales, sino que también se sentía como una cachetada directa a mi realidad. La imagen pronto se propagó, y como una plaga, llegó a oídos de mi novia, desencadenando su furia en mi contra.
Sin embargo, esta vez era diferente. Su enojo no se comparaba con las veces anteriores; en realidad, esta vez, me dejó. Estaba harta de mis mentiras y secretos, al menos eso afirmaba. Aunque en el fondo de mi ser, sabía que no la amaba, y tampoco era recíproco. No había necesidad de rogarle que volviéramos, no me gustaba, y sabía que, pasaran los años que pasaran, nunca me sentiría atraído por ella ni por la chica con la que me vieron.
Nunca comprendí el porqué de mi comportamiento. Nunca me gustó ninguna chica con la que estuve. Sin embargo, siempre quería seguir experimentando. Habría continuado por ese camino hasta hoy si no fuera por la llegada de la pandemia, que puso fin a mis travesías temporales.
Atrapado en mi aburrimiento en el cuarto durante la cuarentena, extrañaba el colegio, a mis amigos y, sorprendentemente, incluso a Aluminio, aquel chico. Nunca entendí si hacía algo mal, pero durante todo el 2019, no se acercó a mí. Había algo en él que despertaba mi interés de una manera única, algo que me hacía comportarme de manera diferente con él que con el resto del mundo.
Disfrutaba molestarlo, observarlo sin que se diera cuenta, y otras travesuras por el estilo. Sin embargo, la cuarentena me llevó a revisar varias veces sus redes sociales sin descubrir ninguna novedad en su vida, igual que en la mía.
Mis días durante la cuarentena se volvieron monótonos, y la ausencia de la vida escolar presencial solo agravaba mi aburrimiento. Fue entonces cuando, en un momento de ocio, decidí sumergirme en las redes sociales de Aluminio. No buscaba chismes ni secretos, simplemente quería entender qué había sido de su vida durante esos días de aislamiento.
Navegando por sus fotos y publicaciones, me di cuenta de que, al igual que yo, no parecía haber experimentado cambios significativos. La pandemia nos había atrapado a ambos en una suerte de pausa, dejándonos en una especie de limbo donde el tiempo avanzaba pero nuestras vidas parecían suspendidas.
A pesar de haber pasado todo el año 2019 sin acercarse a mí, me preguntaba si en este período de soledad y reflexión algo había cambiado en él. Aluminio tenía esa peculiaridad que me intrigaba, algo que lo hacía único en mi perspectiva. Y aunque disfrutaba molestarlo en el colegio, la distancia física y la falta de interacciones cotidianas con él durante la cuarentena me hacían cuestionarme la naturaleza de nuestra extraña conexión.
La incertidumbre y el aburrimiento me impulsaron a seguir explorando sus redes sociales, buscando señales de un cambio, de algo nuevo que hubiera surgido en su vida durante esos meses. Sin embargo, mis intentos resultaron inútiles, y Aluminio seguía siendo un misterio en mi vida, una figura distante que parecía resistirse a ser descifrada.
Así, mientras la cuarentena continuaba, me sumía en la reflexión y en la búsqueda de respuestas en las redes de Aluminio, sin imaginar que estos actos desencadenarían una serie de eventos que cambiarían el curso de nuestras vidas de maneras inesperadas.