(Desde mi punto de Vista)
En la universidad, como en muchos otras según la costumbre, se estaba preparando para celebrar tan anhelado día. Todo en ese ambiente reflejaba amor y amistad a través de las decoraciones que los estudiantes habían hecho con tanta ilusión. Los salones, tenían globos de corazones y granadinas de cupido cuyos colores base eran el rosa, rojo y blanco. Sin mencionar que, siendo una preparatoria para familias acaudaladas, todo ese día parecía verse mas común.
—Viva el amor —Suspiro Linda mientras llegaba al instituto con Emily.
—Cállate —Gruño Emily de evidente mal humor.
—Eres una cascarrabias, no puedes ser una chica por una vez en tu vida y disfrutar de este día como cualquier adolescente normal.
—Suspirar, babear y sonreír, no me hará ser una adolescente normal, sino retrasada.
—Tal vez cambies de opinión, amiga querida. —Insinuó Linda volteando y haciendo un corazón en su pecho.
Emily entrecerró los ojos en dirección a su amiga. Había algo importante detrás de esas palabras y no le gustaba para nada.
—Linda White.
—¿Qué? —Dijo Linda de forma inocente.
—Algo tramas.
—De ninguna manera, querida amiga.
Linda siguió su camino y Emily la siguió sin creerle una sola palabra. Algo tramaba y ella lo descubriría, tenía todo el día.
Subieron las escaleras y todo parecía empeorar, al menos para Emily quien ya estaba empezando a sentir nauseas al ver tanta cursilería junta: Collages de fotografías, carteleras, graffitys en las escaleras con pintura removible, parejas de enamorados. <<Ugh>> Pensó.
—Vaya, al parecer los de arte ya hicieron de las suyas, la madre de Daniel se pondrá furiosa cuando descubra que su ilustre colegio ha sido atacado por vándalos callejeros —Murmuro Linda refiriéndose los graffitys.
A Emily le parecieron originales, pero no lo admitiría ya que eso significaba darle la razón a su amiga. —Originalísimo—, dijo con una mueca fingida.
—No es que haga menos del arte, pero a mí no me parecen originales.
—Eso es porque eres una rica malcriada. —Se burló siguiéndola hasta que se quedó parada al ver algo que había llamado su atención de forma sorprendente.
“Gracias por querer conocerme y el Sandwich”
Decía la pequeña anota dentro de dos corazones entrelazados que contenían una D y una E a cada costado, unidas por un infinito que curiosamente eran cadenas de esposas. Eso tenía que ser una broma, se dijo, pero siguió viendo aquello con si de eso dependiera su vida hasta llegar al punto de acariciarlo con las yemas de sus dedos.
—Emi...
Sería posible que Daniel fuera capaz de algo tan cursi como aquello.
—¿Emily?
<<No, eso era imposible>>. Pensó.
Negó con la cabeza y aparto su mano de la pared.
—¡Emily!
—Voy —Dijo sobresaltada por el grito de su amiga.
—¿Qué veías? —Quiso saber Linda elevando las cejas.
—Algo sin importancia.
Linda se impacientó y tomo a su amiga de la mano.
—Vamos, tenemos que apurarnos.
Al llegar a la puerta de su salón de clases, sus compañeros se quejaban al no poder entrar pues la puerta estaba cerrada. Linda se acercó curiosa y Emily la detuvo unos instantes recordando el plan. El mencionado plan que la había hecho levantarse de la cama esa mañana dejando a un lado la idea de permanecer enfermar para no afrontar ese día tan patético.
—¿Qué pasa? —Le pregunto Linda a sus compañeros que voltearon a verla con entusiasmo—. Okey, esto sí que es raro.
—Linda, solo respira, mantén la calma y entra —Las indicaciones de Emily fueron pausadas y claras. Linda frunció el ceño, pero obedeció y se dio la vuelta para entrar.
Emily empujo a su amiga en dirección a la puerta y la dejo sola cuando las puertas se abrieron. Sus pequeños ojos azules se dilataron al ver lo que le esperaba: un gigante oso de peluche estaba sentado encima de la mesa de profesores al lado de un gran corazón de chocolate del mismo tamaño. Y atrás de todo eso, se encontraba la persona a la que ella más amaba en el mundo, su novio Sebastián.
—Esto es… —Su voz era un susurro cargado de emociones—. Oh, Dios mio.
—Linda, sé que todo ha estado mal entre nosotros desde que llego Emily, porque estaba confundido y no entendía que era lo que quería, pero gracias a ella me he dado cuenta que no puedo dejar mi pasado si no enfrento mi presente. —Sebastián dio dos pasos hacia Linda—. Por eso quiero que tu tomes la decisión, sabiendo lo que siento, conociendo la realidad de mi vida, Linda White ¿Quieres seguir conmigo a pesar de todo lo que ha pasado? ¿Quieres seguir siendo mi novia?
Linda miro hacia la puerta y luego se volvió a concentrar en aquellos ojos que adoraba.
—Sebas, sabes que es lo que más quiero en el mundo —Su voz era suave pero firme—, pero no puedo ser egoísta. Se lo que sientes por mi amiga y sé que no puedes hacer nada porque nadie elige de quien enamorarse.
—Lo mío con Emily no tiene futuro. —La voz de Sebastián se quebró—. Ella no sería capaz de hacerte daño y sinceramente, yo tampoco. Es por eso que estoy aquí, quiero saber si aún estas dispuesta a luchar junto a mí por lo nuestro. Si tu respuesta es no, lo entenderé.
—Conoces mi respuesta. —Sebastián levanto la mirada —, por supuesto que sí, quiero intentarlo. Te amo demasiado como para dejarte ir, aunque suene egoísta decirlo. —Dicho esto, Linda corto la distancia con él y le beso profundamente.
El corazón de Emily golpeteaba su pecho con locura ante lo que acaba de escuchar. Resignada comenzó a despedir a los curiosos que aún quedaban y ansiaban mirar por la pequeña ventana de cristal de la puerta, sin embargo, no la escucharon y se giró para pegar su frente a la pared para intentar detener sus pensamientos.
<< ¿Por qué tenía que ser tan doloroso? Después de todo aquella era la consecuencia de su decisión.>> pensó apretando su pecho con desesperación.
En su debate interno por querer sentirse feliz por su mejor amiga, noto que todo había quedado en un extraño silencio. Inquieta despego la frente de la pared para inspeccionar quedando paralizada al primer vistazo.
—Hola —Saludo Daniel de forma casual y extraña.
—Con razón todo el mundo desapareció —Respondió con una media sonrisa.
—Que yo tenga aprendido un saludo se responde con otro saludo.
—¿De verdad? —Pregunto Emily con sarcasmo. Daniel se puso serio y ella borro su sonrisa—. Lo dices de verdad. —Afirmo con una mueca. El asintió.
—Comenzare de nuevo. Hola, Emily.
—Hola.
—Ves mucho mejor.
—Mi nivel de humor negro esta por los suelos este día. —Dijo dándole la espalda para pegar su frente a la pared.
—¿Necesitas que te arrastre por el pie, tristeza?
—Ja, ja.
—Iba a preguntarte como estas pero creo que la pregunta correcta es ¿Cómo te sientes? —Giro su cuerpo para que le mirase y la tomo por la barbilla esperando una respuesta.
—Bien.
—Eres una pésima mentirosa.
Se encogió de hombros sin sostenerle la mirada.
—Fuiste la que le dio esta idea a Sebastián, ¿Me equivoco?
—No me lo recuerdes.
—Renunciar al amor de tu vida para que tu mejor amiga sea feliz. Vaya, detalle de amor. ¡Estoy seguro que serás nombrada la próxima Valentín de la historia! —Dijo con sarcasmo.
Emily alzo una ceja molesta.
—Te dije que no estoy de humor.
—Eso tiene arreglo. Ven conmigo.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Tengo clases.
—¿Y desde cuando te preocupan las inasistencias?
—Desde que decidí no meterme en más problemas.
—Ay, vamos pequeña gruñona. Solo será la primera hora.
—Daniel.
—Por favor. Ve buscándote otra excusa. Sabes que no te dirán nada porque andas conmigo. Y también sabes que no me estas evadiendo por no querer saltarte una aburrida clase de matemática pura, sé que la odias.
—Como te odio —Mascullo Emily sonriendo al verse descubierta.
—Amo cuando sonríes —Dijo Daniel serio.
Emily dejó de sonreír.
—¿A dónde vamos?
—Es un secreto. —Dijo y comenzó a caminar en dirección a las escaleras.
Emily observo su espalda y entonces se le ocurrió una idea tentadora que no dejo pasar. Comenzó a correr en su dirección y sin previo aviso se colgó en su espalda.
—¡Me ahorcas! —Se quejó Daniel sorprendido por su arrebato. —¿Estás loca?
—Es que no quiero caminar.
—¿Que voy a hacer contigo? —Se auto pregunto sujetando las piernas de Emily alrededor de su cintura para comenzar a bajar las escaleras. Al llegar al último escalón donde comenzaban las obras de artes pintadas en la pared, Emily se bajó de la espalda de Daniel. —¿Pasa algo?
Ella se quedó viendo aquel dibujo que había robado su atención mientras lo tocaba con las yemas de sus dedos. Daniel se percató, camino a su lado y le hablo al oído.
—¿Te gusta?
Sin quejarse de su cercanía, asintió.
—Me alegra que te gustara. —Emily no respondió y eso le preocupo—. ¿Qué ocurre?
Los ojos de Emily comenzaron a escocer y de pronto sintió como su corazón se encogía. Sabía que ese día no iba a ser el mejor de su vida, pero todos los sentimientos encontrados lo empeoraban.
—Sé que te duele dejar a Sebastián y sé que piensas en que me estoy ilusionando contigo muy rápido por eso te preocupas porque no quieres hacerme daño, pero es inevitable. —Emily se giró para mirarlo temiendo que sus pesadillas se volviesen realidad—. Yo te quiero, Emily. No me importa si decírtelo significa mi muerte, pero te quiero y pienso retenerte a mi lado hasta lograr que tu sientas lo mismo.
—Yo no quiero que sufras por mí.
—¿Y quién dijo que voy a sufrir?
—Es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta.
—Deja de citar esa línea barata sacada de los libros, por favor.
—No sé si algún día voy a dejar de quererlo.
—Serás capaz.
—¿Cómo estas tan seguro?
—Porque es de mi de quien estamos hablando.
Una hora después los dos estaban sentados en la antigua fuente del instituto.
—¿Te puedo preguntar algo? —Emily decidió hablar luego que Daniel tomara una pausa de silencio. Aquella hora Daniel se había dedicado a hacerla sonreír con una cantidad de historias absurdas y para su sorpresa el plan distracción estaba funcionando.
—Claro, mujer. Pensé seriamente en inspeccionarte la boca, pensé que algún ratón te había comido la lengua. Y eso, solo es mi derecho.
Emily se sonrojo y le golpeo en el pecho de forma juguetona.
—La pregunta es seria.
—Bien, déjame poner mi cara de póker.
—¿Cuál fue el trato al que llegaste con Erick?
Daniel se revolvió incómodo para luego esbozar una media sonrisa.
—Eso es parte de mi regalo. Una parte que prometo darte esta noche en el baile.
—¿El baile?
—Sip.
Emily hizo una mueca recordando que ella le había jurado a su amiga que no asistiría ese baile, ni, aunque Janet la obligase.
—Yo no iré a ese estúpido baile, así que tienes que responderme ahora.
—Ou, ou, detén esa munición ahí, pequeña vaquera. ¿Cómo que no vas al baile? ¿Es que piensas dejarme plantado? —Emily se levantó molesta y le enseño el dedo del corazón a Daniel para luego alejarse. El comenzó a seguirla hasta que la alcanzo tirando de ella hasta sostenerla por la cintura—. Respóndeme.
—Primero: no, no iré a ese baile. Y segundo, no puedo dejarte plantado porque ni siquiera me has invitado.
—Ah, vale.
—¿Ah, vale? —Repitió Emily con incredulidad—. Esa es tu respuesta. Ah, vale.
—Pensé que te habías molestado por otra cosa.
—Claro, porque me acusas de dejarte plantado cuando no me has invitado.
—Iba a pedírtelo, pero sabes que el romanticismo no es lo mío.
—¡Da igual! De todas formas, no tenía muchas ganas de ir a ese estúpido baile.
—Así que no piensas ir porque no te he invitado.
—¿Qué? —Emily se cruzó de brazos—. ¡Por supuesto que no!
Daniel soltó risitas incomprendidas y se fue acercando a Emily con astucia.
—¿Por qué me miras de esa forma? Daniel, detente. No te acerques. ¡Daniel! —El grito fue amortiguado por la espalda de Daniel ya que la cargo como si fuera un costal de papas—. Bájame, imbécil.
—No, hasta que lleguemos a un lugar. Así que quédate quitecita y no armes un escándalo —Le dijo dándole unos golpecitos en el trasero.
—Así que al fin vas a cumplir tu promesa de alimentar a los peces de mar con mi cuerpo —Se burló Emily dejando de gritar.
—En parte, solo que no serán los peces los que aprovechen ese placer.
Emily se tragó su segunda frase sarcástica y guardo silencio mientras se alejaban de la fuente y se dirigían al área de botánica. Al llegar cerca del invernadero, Daniel se detuvo y la bajo con cuidado.
—¿Qué hacemos aquí? —Pregunto Emily nerviosa.
El no respondió y de repente cubrió sus ojos con las manos.
—Si deseas descubrirlo, debes confiar en mí. ¿Lo harás? —Susurro suavemente en su oído. Ella asintió y Él sonrió abriendo la puerta de Cristal con su pie derecho.
En el fondo de aquel frio invernadero Emily percibió la canción de Taylor Swift - Blank Space.
—Bien, puedes abrir los ojos.
Emily obedeció y al sentir como Daniel retiraba sus manos abrió los ojos quedando sorprendida ante la vista. Todo era como un sueño. No imaginaba como, pero Daniel había convertido el verde invernadero en un refugio para enamorados. Rosas rosadas adornaban todo el lugar, definidas por una pequeña capa de brillo que las hacían relucir. Unas largas estelas de luces recorrían el suelo y una gran alfombra blanca direccionaban sus pies a un gran cartel de madera. Sin saber contener sus acciones llevo las manos a su boca para contener un grito de emoción que se vería muy mal en ella. Parpadeo un par de veces para leer aquella frase tallada sin derramar lágrimas.
"Tengo un espacio en blanco en mi corazón y pienso escribir nombre" decía, justo como la canción, que sonaba de fondo. Sin dejar de sonreír se giró para ver el rostro avergonzado del chico que no era romántico pero que había sido capaz de hacer todo esto para ella.
—¿Tu hiciste todo esto? —Le pregunto para saber si todo lo que pasaba era real y no por desconfiar de sus acciones.
—La prueba del delito —Dijo y mostró sus manos llenas de estillas de madera, con marcas de pequeños puntos como de espinas, por haber entrelazado todas las rosas.
Ella se golpeó en la frente por no haber notado la aspereza de su tacto antes.
Daniel parecía perdido y ella sabía exactamente por qué. Aquella era su primera vez, y eso lo debía tener asustado y en ascuas. Así que decidido solo ser ella porque al final de todo el amor era así: Una fina representación de quienes éramos convertida en una infinita adoración.
—¿Así que has tenido muchos ex amores? —Pregunto acercándose.
—Sí y todas te dirán que estoy loco —Respondió repitiendo la canción —Pero tengo un espacio en blanco y...
—Escribirás mi nombre —Completo Emily acercando su cara a la suya.
—Si —Afirmo Daniel temblando.
—Y este es tu invitación formal al baile —No se lo estaba preguntando.
—Quisieras… —Comenzó nervioso, pero Emily lo detuvo respondiéndole sobre los labios.
—¡Diablos, si! —Dijo entre el beso—. Claro que iré contigo.