Amores Que Matan (#1 Secretos)

#13

ASPEN FINNEGAN.

 

 

 

Tiro mi bolso en el sillón.

 

Acabo de llegar a la casa luego de la escuela vine directo aca.

 

Necesito estar un rato a solas.

 

Y más después de que Blas no haya aparecido en el teatro.

 

Recién mañana van a poner la ficha de los que van a actuar.

 

Espero haber quedado.

 

Me siento en el sofá.

 

Prendo la tele.

 

Escucho la puerta ser abierta y luego cerrada.

 

— Hola.

 

Blas.

 

No tengo ganas de hablarle.

 

Se sienta a mi lado y se me queda viendo.

 

Seguro por qué no le contesté.

 

— Por que no me saludas ¿Paso algo?

 

— No, nada. —Miento.

 

Se tiene que dar cuenta solo.

 

— Parece que paso algo. ¿Por qué no me querés decir?

 

Lo miro.

 

— Hoy eran las audiciones para la obra de fin de año.

 

Abre los ojos.

 

— Perdón, me olvidé.

 

— Si, como todo lo demás desde hace un mes.

 

— ¿Que me querés decir?

 

— No se si es por la muerte de Sami o por la nueva persona en tu vida, pero parece que ya no te importo. Ahora nunca tenés tiempo para mí.

 

Me mira arrepentido.

 

Pero no pienso perdonarlo tan fácil.

 

— Al principio si fue por Sam me sentía mal pero luego conocí a una chica, me gusta y he estado saliendo con ella.

 

— Así que me cambiaste por alguien que recién conoces.

 

Me levanté dispuesta a irme a mi habitación.

 

Me detuvo del brazo.

 

— Perdón As, te juro que jamás te cambiaría por nadie sos mi hermana y te amo. Perdón no va a volver a pasar, lo prometo.

 

Se arrodilló en frente mío.

 

No estoy segura aún.

 

— Si querés que te perdone quiero que pasemos el fin de semana solo nosotros dos.

 

Se levantó.

 

— Está bien, solo todo tuyo por el fin de semana. ¿Que tenés pensado hacer?

 

— Podemos jugar a la pelota como hacíamos con Papá los fines.

 

Siempre jugábamos nosotros tres a Sami no le gustaba esos juegos.

 

— Me parece genial y el domingo en día en el campo.

 

Dios.

 

Cómo amaba hacer eso.

 

Y más con ellos dos.

 

Ahora solo me queda él.

 

Con Mamá también éramos unidas pero habían cosas para hacer con Mamá y otras con Papá.

 

— Genial prepara todo.

 

— De acuerdo.

 

Subió las escaleras corriendo.

 

Yo me quedé en la sala mirando la tele.

 

Él tiene que esmerarse para que lo perdone así que no pienso hacer nada.










































































 

 

 





 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 


 

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Sábado.

 

— ¡Apura Blas!

 

Llevo 20 minutos esperando que se termine de cambiar para jugar al fútbol.

 

— ¡Ya voy! ¡No me apures!

 

— ¡Te apuro todo lo que quiera! ¡Dale!

 

Dios tarda más que mi Mamá y yo juntas.

 

— Acá estoy.

 

— Al fin. —Suspiro.

 

— Exagerada.

 

Agarro mi mochila y vamos a la cancha.
































































 

 

 
















 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

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