» Me gusta todo lo que representa peligro real, porque me hace sentir vivo. Necesito sentirme a punto de destruir «
Me dirijo a mi oficina. La secretaria me informo que Ran estaba en la empresa, el no suele venir muy a menudo, desde que tiene una familia. Me dejó a mi manejando todas las empresas. Lo cual a veces era divertido, más cuando debía cobrar algunas cuentas pendientes. Giro el pomo de la puerta, y miro a Ran sentado en la silla de visitantes
Pero mi silla está girada hacia el ventanal, allí es cuando Ran me dedica una mirada significativa. La silla se da vuelta. Y ahí está ella. Con una pierna cruzada sobre la otra. Tacones negros de aguja, abrochados por el tobillo. Vestido rojo con patrón dorado. Su cabello es muy sobresaliente porque su color es un blanco puro, inmaculado y hace tanto contraste con su cara.
—Que sucede aquí, ¿Quién es ella? —miro a Ran interrogante, solo recibo que se encoja de hombros.
—Nova Fredly. Desde hoy ella será mi remplazo en la empresa, no es justo dejarte todas las responsabilidades a ti hermanito.
Ran me hace una seña hacia ella que se pone de pie y extiende su mano hacia mí. Su mirada me examina de pies a cabeza. Su mirada es penetrante, sus ojos negros me miran tan determinadamente. Y es ahí cuando trago grueso por una sensación nunca antes sentida.
—¿Qué pasa? Acaso te pongo nervioso. Ran dijo que eras superior a todos. Pero veo que solo eres un niño que se ha quedado mudo.
Allí es cuando mi cerebro reacciona y toma su mano. Un latigazo de adrenalina desde la espina dorsal me recorre el cuerpo. Sus palabras son mordaces.
—Solo estaba evaluando a la nueva adquisición de mi hermano —Ironice y Ran se ríe por lo bajo. Y no lo entendí. ¿De qué me estaba perdiendo?
—Creo que la adquisición aquí es otro. Reimon Hainix, 26 años. Única familia Ran, sin novia. Sin amigos. Su tiempo es dedicado completamente a sus negocios.
Así como mi mandíbula casi cae al suelo, mi mano golpea la mesa porque ella la ha dejado caer. Ran se acerca a ella y la toma por la cintura con toda la confianza del mundo.
—De que mierda va esto Ran. —le digo ya cabreado.
Le pregunto algo ofuscado. Me compongo el traje esperando una explicación. No me gustaba que la gente supiera mucho de mí.
—Ella es una vieja amiga, que nunca pude presentarte. Hija única de uno de los más grandes mafiosos del país. Que no te engañe su buena apariencia. Es una increíble francotiradora. Ella se hará cargo de la parte mala de nuestras empresas.
Y los dos tienen la misma sonrisa burlona. Ella sale de detrás del escritorio y se para justo a mi lado para salir.
—Nos veremos después. Fue un gusto volver a verte Ran. Y un gusto conocerte... Reimon.
Sus tacones resuenan a cada paso que da para alejarse de la oficina. Ran se sienta en la silla principal y yo en la que él ocupaba hace minutos. El silencio es evidente, aunque en mis oídos solo se repasa la manera peculiar que tiene para decir mi nombre.
—Pensé que un poco de ayuda te vendría bien. El trabajo no lo es todo. —me sonríe mientras juega con la silla.
Se levanta de la silla y va por dos vasos de whisky. Me pone uno delante y lo tomo, el vuelve a sentarse.
—¿De dónde demonios la sacaste?
—Ya te lo dije, ella es una amiga y me debía un favor. Te aseguro que no te arrepentirás de conocerla.
—Es una mujer Ran. No voy a hacer de guardaespaldas de la señorita princesa arrogante.
—Oye, estas muy machista hoy. Si ella quisiera te reventaría las bolas de un disparo. Oh de otra manera. —se ríe hacia sus adentros y toma su whisky.
Lo miro confundido, pero el solo me da otra de sus jodidas sonrisas. Esas que te dicen que, aunque lo presiones no te dirá ni una mierda, y que sólo disfrutes lo que te ha dado, aunque no se lo hayas pedido.
—Me darás algo donde ella no sirva en nuestra organización. —me tomo de un trago el whisky completo.
—Trato hecho, pero me deberás un favor de por vida donde si funcione. —se levanta para dejar el vaso en la estación de bebidas y toma su saco de la silla.
—¿Te vas tan pronto? Pensé que te quedarías al menos unas horas. Recién llegas, hay algunas cosas que necesitan tu aprobación.
—Quisiera quedarme, pero Becca está en el trabajo hasta tarde hoy, así que debo de ir por Tayler y Arley a la casa de sus amiguitos. No sé cómo le hacen para tener amigos a esta edad.
—Talvez porque no ser imbéciles como tú.
—Ya quisieras, mis hijos son excepcionalmente inteligentes —dice el con un aire orgulloso uno que me hace sentir nostalgia— me hubiera gustado que papá y mamá los hubieran conocido.
—De seguro lo hacen Ran, ya sabes, toda esa mierda de que ellos te miran desde el cielo. —el me da una sonrisa de satisfacción.
Ran por dentro siempre siguió siendo ese niño de ocho años que perdió a sus papás en un fatal accidente de auto, ese que tuvo que crecer sin nadie que lo guiará.
Haciéndose cargo de su hermano de 6 años, que no tuvo tiempo para divertirse porque tuvo que madurar y que siempre ha hecho todo más que bien para que sus padres lo sigan amando desde el cielo, el aún seguía siendo puro con la muerte.
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Editado: 22.11.2024