Unos minutos más tarde….
—Espero tengas como explicarte eh…— Dije con la cara totalmente roja mientras apoyaba mi espalda en el mueble de la sala.
—Lo tengo…— Dice con la cabeza agachada mientras se mantenía de rodillas en el suelo.
¿Cómo llegamos a esta situación?, es simple, minutos antes él había entrado a la bañera donde me estaba dando el mejor baño de mi vida, cuando en un descuido, me levanté y me vio completamente desnuda, ¿Saben lo humillante que es eso para una mujer?, y lo peor de todo es que el pervertido de mierda también lo estaba, ¡¡Vi su serpiente moverse como reloj de campana!!, sin duda alguna no me importó que estuviera completamente desnudo, lo eché de la casa y me fui a cambiar a mi cuarto rápidamente y al cabo de unos pocos minutos lo escuché suplicarme en la puerta de mi casa que al menos le dejara recoger su ropa. Me comenzó a dar pena por lo que luego de suspirar y morir de vergüenza unas mil veces, lo dejé entrar y también de que usara el baño para que se dé el baño.
Habiendo dicho esto, ahora lo tengo de rodillas ante mi en el suelo haciendo que me dé una explicación al detalle del por qué entraría en la casa de otro y más encima entraría al baño donde claramente se veía que LA PUTA LUZ ESTABA ENCENDIDA.
—Bien… te escucho— Desvié la mirada —Y más vale que sea una buena…— Lo regresé a ver con una mirada asesina, pero con mis mejillas rojas —P-p-p-porque si no te m-mato.
—Bueno… lo que sucede es que… ya hace varios días que vivo aquí.
—……— Le observé fijamente.
—……— Observa fijamente.
—¿Y quién te dijo a ti que podías usar mi casa? — Cuestioné con una sonrisa asesina.
—¡¡Calma!!, ¡¡calma!!, ¡¡calma!! ¡Ya te explico! — Se aparta rápidamente con miedo.
—Jump…— Me mantuve en mi asiento.
—Veras… yo vivía cerca de aquí… pero una noche dada se me metieron a robar todo lo que tenía, me defendí como pude y terminé haciendo un desastre esa casa, literalmente solo existe la mitad.
—Ohh… continua.
—Vagué por la ciudad por un buen tiempo, hasta que di con esta casa que se veía algo abandonada, sin embargo, tenia funcional muchas cosas, incluido la bañera, así que decidí tomarlo prestado un tiempo… al menos hasta encontrar la manera de volver a empezar— Desvía la mirada tristemente —Sinceramente… no sé bien que hacer— Agacha la mirada.
—Uhmmm….
—Perdón por haber irrumpido en tu casa, sé que fue una falta de respeto inmensa, sobre todo por lo que ocurrió en la bañera, entré confiado ya que esta mañana dejé la luz del baño encendida, de verdad, lo siento muchísimo.
—Uhmmmm…— Le observé de pies a cabeza —Ciertamente estaba encendida…— Dije sutilmente —Entiendo…— Suspiré —Bueno… lo hecho pues hecho está… no se puede hacer nada.
—¿Entonces? — Sonríe.
—¡Sí! — Sonreí —Te abriré la cabeza para que olvides lo del baño.
—¡No juegues! — Grita asustado.
—jajajaj, ay… Dios mío…— Suspiré una vez más —Es que… es que… ¡¡Aaaahhhh!! — Le observé avergonzada —¡Es la primera vez que me ven desnuda por el amor de Dios!, ¡Se supone que solo se lo mostraría a la persona que me logre conquistar de verdad! — Dije golpeando el mueble y soltando lágrimas dramatizadas —Ahora mi vida a acabado…
—¡¡Como exageras por Dios!!
—Quizás…— Hice puchero —¿Y bien?
—¿Y bien qué?
—¿Supongo que querrás seguir viviendo aquí no es así?
—Bueno eso… es tu casa… así que no puedo…
—No me importa demasiado…— Me senté más decentemente con una sonrisa —La verdad es que entiendo un poco lo que estas pasando… no saber que hacer y no tener a donde ir es algo que te come la cabeza y hace que entres en desesperación, por esa razón… puedo permitirte vivir aquí… y también porque… quería algo de compañía… quizás…— Dije seria con una expresión triste.
—……— Observa sorprendido —¿En serio puedo quedarme?
—Si— Sonreí —Siempre y cuando no se vuelva a repetir lo del baño— Lancé una sonrisa retorcida.
—Tendré más cuidado…
—Eso espero.
—……— Sonríe —Gracias… de verdad… eres una chica muy amable.
—Supongo…— Sonreí —Me llamo Anahí tengo 17 años, ¿Y tú?
—Michael, tengo 16— Extiende su mano —Gracias por dejarme vivir aquí contigo, espero serte de ayuda en algo.
—No tienes que ser tan formal— Dije entre ligeras risas —Será un placer vivir contigo, Michael.
—El placer es mío, Anahí.
Habiendo dicho esto me levanté de inmediato y me dirigí a la cocina, me puse un delantal y me puse a observar que tenia en el refrigerador.
—Oh ¿Vas a cocinar?
—¿No tienes hambre? — Sonreí.
—Bueno… lo cierto es que si, ¿Te ayudo en algo?
—No…— Tome una cebolla y lo señale con el cuchillo —Quédate ahí y observa como un buen niño.
Justo en ese momento, fue cuando mi corazón se entusiasmó y quiso dar todo de sí. Esta iba a ser la primera vez que cocinaba para alguien que no sea mi maestra Mónica, tomé el cuchillo y la tabla de picar, corté la cebolla en cubos, así como dos tomates de la misma manera, los puse en un plato hondo y procedí a batir un par de huevos en otro plato. Tomé aire y con una sonrisa tomé el sartén para calentarlo a una llama media alta, acto seguido le agregué dos tazas de arroz y empecé a dorar el arroz para luego de ello echarle agua hasta que cubra por completo, coloqué la tapa encima y dejé que se hiciera mientras ponía a calentar agua para agregar otra cosa.
—Se ve bien… aunque aun no sé bien que quieres hacer.
—Solo espera, pronto estará.
El arroz al cabo de media hora estuvo listo, lo vacié en otro sartén que previamente había precalentado y derretido suficiente mantequilla en él. El sonido del arroz haciendo contacto con la grasa de la mantequilla soltó un aroma que te abría el apetito.
—Bien… ahora al siguiente paso.
Agregué las verduras que anteriormente había picado, removí hasta incorporar bien, luego de un minuto entero removiendo, las verduras se impregnaron del calor del arroz y estaba comenzando a absorber sus sabores, agregué el huevo anteriormente batido con una pizca de sal y pimienta negra recién molida.