Anástasi: El precio de la libertad

Capítulo XXVI

Preparé ropa para un par de días en una pequeña maleta. Por un momento dudé en empacar la fotografía de Elizabeth, pero iba a volver, así que no lo hice. Además, si algo no podía borrarme de la mente, era su bello rostro. Su imagen me acompañaría en el viaje para deleitar mis pensamientos cada vez que lo necesitara.

Llegué al aeropuerto veinte minutos antes de lo acordado y esperé un momento en la entrada en espera de alguna llamada, señal, o que el mismo Will apareciera.

— Hola, Mike. Qué bueno que nos acompañas. —La dulce voz de la chica consentida del grupo sonó cerca de mí.

— ¿Sara? ¡Wow! No esperaba mirarte por aquí, que impresión.

Al igual que yo, Sara traía una larga y oscura gabardina, pero no traía consigo ninguna maleta. ¿En verdad nos acompañaría?

— Los demás están en el piso de arriba. Sígueme.

— Creí que le harían un pastel y una fiesta sorpresa también a Franky. —Le decía a Sara mientras la seguía a la segunda planta.

— La verdad es que no hubo voluntarios después de mi forzada sugerencia de hacerlo. Franky es...

— Un patán de buenas a primeras, todos lo sabemos. Pero desde hoy ya no nos va a menospreciar.

Sara sonrió, se acercó a mí y me dio una palmada fuerte en un costado.

— Te luciste, Mike. Me dejaste impresionada. Qué barbaridad la tuya. Yo... ¡wow! No sé qué más decir.

— Fue gracias a ti. —Contesté tratando de no sonar como alguien sensible a los halagos, pero me salió terrible. Mis mejillas se sonrojaron y esbocé una sonrisa enorme.

— Lo sé. —Sara contestó algo arrogante, pero luego sonrió al no aguantar más mis sutiles adulaciones— Tal vez si soy buena maestra después de todo.

Desde que Franky había llegado al grupo, Sara dejó de responsabilizarse de mí. Ahora entendía porque Will le ponía las tareas de recibir y adaptar a los nuevos. Sara tenía una enorme paciencia y buen manejo con malvividos y maltrechos como nosotros. Seguramente recibió a Sophie antes que a mí, y a Johana y Max antes que nosotros. Por eso tantos estaban tan encariñados con ella, y otros tantos, Max por ejemplo, algo enamorados.

— Qué bueno que irás con nosotros. —Le dije a Sara luego de ubicar con la vista a Will y los demás una vez que llegamos al piso de arriba.

— ¿Cómo sabes que iré con ustedes? ¿Qué tal si solo vine a recibir instrucciones de Will para tomar el cargo del edificio? —Arqueó una ceja.

— Lo sé porque estás emocionada; tus gestos te delatan. Lo sé porque también a mí me delatan. Estamos emocionados por aprender más de este oficio de la muerte.

Sara suspiró en forma de rendición.

— ¿Tan obvia soy?

— No, en realidad. Solo estaba adivinando. —Reí y luego la codeé en un brazo, como si fuéramos amigos de años— No somos tan diferente después de todo, pues admiramos a sujetos peligrosos y misteriosos. Tu a Will... y yo algo más grande e incomprensible.

— En eso tienes razón. ¿Y cuál es tu opinión acerca de tener una chica dentro del grupo?

— Tratándose de los juegos de la mente, no hay un género, currículo, característica o aspecto que sea descartado o subestimado solo porque sí. E aprendido que, en los juegos de la mente, hasta un niño podría matarte sin siquiera lo notes. Por otro lado, tratándose de ti, una ninja que patea como el demonio con el rostro más inocente del mundo, créeme que no necesitamos mejor aliado.

— Eres malo. —Sara pellizcó uno de mis antebrazos antes de llegar con el grupo.

— Pero tengo razón. —Sonreí y me aguanté el dolor.

— Bienvenido a una edición más: "Muerte a las ratas que no tienen palabra." La última vez hiciste buen trabajo, Johnson. Por segunda vez, te nombro chofer designado. Y solo tal vez... solo tal vez... —Will hizo énfasis en la última oración— Te dé permiso de estar en uno de nuestros trabajos en primera persona. Will, Jerry, David y Dos Santos estaban sentados y rodeados de pequeñas maletas. En el equipo solo faltaba Jack, el chico sonriente y coquetón del equipo.

— Perro que ladra no muerde, dice un dicho. Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente, dice otro. Escuché que en tu pelea con Franky le tumbaste un diente, tengo entredicho. Franky pensó que de fuerza tú eras carente, y eso mismo lo hizo morder el polvo.



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En el texto hay: accion, suspenso, venganza

Editado: 24.06.2019

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