—¿Dónde vamos ahora? —Apenas subimos a nuestro transporte me quito el velo y cierro los ojos, me siento agotada.
—Vamos a cargar de combustible la camioneta y luego llamaré a los demás para ver si todos lograron llenar sus vehículos, si no lo hicieron tendremos que encontrarlos para completarles.
—Bien, despiértame si necesitas algo.
Tardo unos minutos en acostumbrarme al ruido del motor, luego puedo dormirme tranquila, lamentablemente no dura mucho, el delicioso aroma del combustible me despierta un rato después.
A mi lado no hay nadie, así que bajo del vehículo, lo rodeo para ver si encuentro a mi "traductor", sin embargo, no lo veo por ningún lado, en su lugar hay un joven colocando combustible en los inmensos tanques azules de la parte trasera de la camioneta.
Pego tremenda patinada al ver los tanques, una parte de mi quiere seguir caminando cuando otra de repente dice ¡PARA! ¿Ves eso? Y eso lleva a que me patine, me pasa seguido, sólo que generalmente es viendo libros en vidrieras o cosas por el estilo.
Nunca es viendo una camioneta llena con tanques de combustible ¿Cómo no lo había notado antes? Ni siquiera había notado el olor, nada, probablemente se debiera a los nervios y luego al cansancio, da igual, es perturbador ver tanto combustible.
—Veo que ya despertaste —Keith viene hasta mí, rodea mi cintura y me besa.
Su contacto me abruma más que el olor, quizás sea por el recuerdo de lo que sucedió ayer, o tal vez porque el otro chico nos está observando fijamente.
—Los muchachos ya llegaron al campamento, por suerte todos consiguieron lo que necesitamos, éste será un campamento épico.
Realmente disfruta hablarme en clave.
—Ya lo creo...
Realmente lo creo, hasta ahora al menos ha sido un campamento épico, he aprendido mucho de mis poderes e incluso de mi misma y he conocido gente maravillosa.
Lleva varios minutos llenar los inmensos tanques, tiempo que aprovechamos para comer algo antes de reemprender nuestro viaje. Es un poco nauseabundo comer en el pequeño super de la estación, el olor es abrumador y el dolor de cabeza es palpitante, de todos modos, el hambre es demasiada.
Luego de eso retomamos nuestro viaje de regreso al campamento.
—¿Hablaremos de las cicatrices? —Me pongo de costado en el asiento para poder observar mejor a mi amigo y ver cómo le cambia el semblante.
—Ahora que lo mencionas no me disculpé por haberte herido.
—Sí —Mi tono es un poco, bastante, sarcástico—, simplemente dejaste a todos allí inconscientes y me llevaste al hospital ¿Cómo no fuiste capaz de disculparte?
—No seas sarcástica, es un tema importante.
—¿Por qué? Sólo fue un accidente, no me lastimaste a propósito, simplemente intentabas salvarnos a todos.
—Pero...
—Nada de peros, no fue tu culpa, sólo fue un pequeño accidente, no lo hiciste por gusto —Como ya dije— y además no tiene nada que ver el hecho de que te guste o no, si sólo te interesara como amiga hubiera pasado lo mismo.
—¿Cómo sabes?
—Porque soy una Zarina y las Zarinas sabemos todo, no te pongas pesado.
Él afirma e ignora mi comentario, toda esta conversación se pierde en la inmensidad de su terquedad.
—Lo sé porque tú eres un buen chico, así que te mereces ser feliz, lo que pasó con Angie no fue tu culpa, tú no la delataste, sólo fue cuestión de mala suerte.
—Era mi deber cuidarla.
—No, tu deber era amarla, no cuidarla, ella no era un bebé indefenso.
—Está muerta así que cuidarse no podía.
—La deben de haber tomado por sorpresa o la superaban en número por lejos, no lo sé, sólo sé que probablemente tu presencia allí te hubiera delatado como brujo y ahora ambos estarían muertos, cosa que ella no querría.
Él suspira, resignado, ya no quiere hablar del tema.
—Da igual, ya no importa, ella está muerta y yo cargo con el peso de saber que no fui capaz de cuidarla, ahora entiendo a mi padre.
—¿Tu madre también fue cazada?
—Sí, entraron una tarde, ella nos ocultó a Cara y a mí con su magia. Cara dice que papá luchó con todas sus fuerzas, pero no fue suficiente, también dice que antes él era un padre muy dulce y cariñoso. Luego se convirtió en un cazador implacable.
—Eso no quita que fuera un buen padre.
—Lo era, sólo que estaba roto, nos amaba y lo demostraba a su manera, por eso nos entrenaba tanto, para que si venían por nosotros pudiéramos defendernos.
—Ahora son dos grandes cazadores.